21 Jun


EEUU, en el último cuarto del XIX, disponía de las condiciones idóneas para el nuevo periodismo. Tras la Guerra de Secesión (1861-1865), se produjo un crecimiento desorbitado que puso las bases del capitalismo industrial americano. Esto desembocó en la nueva prensa popular o de masas: tiradas millonarias, sensacionalismo y enorme repercusión social.

Pulitzer (1847-1911):

Aplicó fórmulas sensacionalistas en el arranque de la prensa con tiradas masivas. Nacido en Hungría, llega a EEUU en plena guerra (1864), en lo que fue la segunda gran oleada migratoria. Tras la guerra trabajó en la prensa de la emigración alemana. En 1878 compró el St. Louis Dispatch que fundió con el Evening Post. Ambos diarios estaban prácticamente en ruina en el momento en que los adquirió, relanzándolos en el nuevo modelo popular. Convergen en él una combinación de sensacionalismo (crímenes, violencia, etc.) con una imagen del diario como defensor de los intereses de los lectores.En 1883 compra The World, un diario en ruina que en 1884 ya tiraba 60.000 ejemplares y superaba en publicidad al New York Morning Herald, de Bennet, que dominaba la ciudad. Éste diario, que rompe con el diseño clásico de la portada introduciendo enormes titulares, ilustraciones, y grandes espacios dedicados a la noticia principal, fue sin duda el más leído de su época. A partir de ese momento, las cifras crecieron hasta dimensiones desconocidas en la prensa de EEUU y mundial. En 1887 sale la versión vespertina (diarios de la tarde). Las dos ediciones lanzaban en 1892 diariamente 375.000 ejemplares. La edición dominical, el Sunday World superaba los 250.000, e incluía entre sus temas centrales los comúnmente llamados cotilleos.En 1903 funda la escuela de Periodismo en la Universidad de Columbia, que comenzará a convocar el premio Pulitzer.The World era un diario barato (dos centavos, menos de la mitad de lo que costaban los demás) y de lenguaje sencillo. Presentaba una información más atractiva que sus predecesores (muy visual, ayudado por grandes titulares e ilustraciones). Ofrecía un producto dirigido a los lectores que iban a componer el grueso del nuevo mercado periodístico.La nueva prensa pretende agitar a la audiencia, conmoverla, incitarla a la lectura de un nuevo producto más que informarla. La información aporta menos beneficios que el sensacionalismo. Sus escritores son creadores de ficciones, manipuladores que crean héroes de papel, mitos para su consumo por la sociedad. Los contenidos eran de información general y de interés humano: los sucesos, la materia prima del sensacionalismo. Como autopromoción del diario realizaba campañas ciudadanas, con el objetivo de estar presente y activo en la sociedad.

A.OCHS:

A pesar de su idea utópica de presentar todas las noticia, el fin de Ochs era informar más y mejor a la ciudadanía. Es un discurso muy contrario al sensacionalismo y de actualidad, puesto que es por lo que abogan todos los diarios de negocio en nuestro país.Además de información, algunos redactores incluían contenidos ofensivos hacia la prensa sensacionalista, considerada de mal gusto. Sin embargo, tenían puntos en común, como la continua autopromoción. Esta prensa de calidad introdujo una nueva innovación en forma y contenidos: más información económica, financiera, cultural e internacional.Adopta el modelo dominical orientado a la reflexión y al análisis más que al puro divertimento, relatando las noticias más destacadas de la semana en un tono más apaciguado y recreativo.



W.Hearts:


disputará a Pulitzer el liderazgo de las tiradas. Para ello multiplica y exagera todo lo que hacía Pulitzer, incluso llega a inventar determinadas noticias. Lleva al extremo el sensacionalismo, creando un modelo más agresivo y sin escrúpulos: el amarillismo.Con 24 años, su padre (gobernador de California) le regala el San Francisco Examiner. Hearst ficha colaboradores de primera fila como Sam Chamberlain, para agudizar su competencia. También se inicia en la fórmula de provocar la noticia, en ocasiones al borde de la invención. No espera a que la noticia ocurra, sino que siempre intenta ir por delante de ella.
De 1887 a 1893 el periódico pasó de 15.000 a 70.000 ejemplares. En 1895 llega a Nueva York y compra The Morning Journal (más tarde New York Journal), para hacerse un hueco en el mercado de la Gran Manzana. El respaldo económico familiar hizo que se pudiera permitir perder en el primer año cerca de un millón de dólares.En 1896 baja a un centavo el precio y contrata a los mejores hombres de Pulitzer, comenzando así la guerra contra The World. La competencia provocó que Hearst radicalizara su modelo perdiendo los niveles de respeto y dignidad de Pulitzer, considerando al lector como mero engullidor de sensaciones impresas.
La base de su periodismo era que mientras otros hablan, el Journal actúa. Esto provocó continuos saltos en la línea ideológica del diario, presionando al gobierno incitando a las masas a intervenir en la Guerra de Cuba.La guerra de Cuba (1898) fue una contienda asimétrica, puesto que, aunque duró tres meses, bien podría haber durado menos debido a la superioridad evidente de EEUU sobre las tropas de ocupación españolas. Esta no fue una guerra espontánea, sino que venía preparándose desde mucho tiempo atrás.El Journal mantuvo una postura abiertamente intervencionista que sintonizaba con la política imperialista americana. Exagera las noticias publicando torturas y excesos de las tropas españolas en Cuba, para inculcar en las masas el deseo de intervenir en el Caribe. De hecho, algunos autores hablan de que el diario de Hearst se dedicó a fabricar una guerra que no existía. Ante la falta de noticias, sus corresponsales en La Habana pidieron volver, pero la respuesta que se le atribuyó a Hearst fue: Permanezcan en La Habana. Ustedes pongan las imágenes, que yo pondré la guerra.La voladura del Maine en La Habana fue el detonante de una guerra abonada desde la prensa. Esta explosión fue atribuida a un torpedo español, algo que todavía hoy sigue sin poder demostrarse.Por cuestiones de política interior, el diario de Hearst, en las elecciones, insultó al presidente Mackinley, planteando incluso la legitimidad de asesinar a un tirano (haciendo clara referencia a su consideración de Mackinley como tirano). Esto no hubiese tenido trascendencia si Mackinley fuera asesinado meses después, por lo que Hearst tuvo que cambiar la cabecera por The American, patriótica denominación que trataba de compensar las críticas surgidas hacia su persona tras haber insinuarse que él estaba detrás del crimen.Hearst Logró consolidar un imperio periodístico con diarios en las principales ciudades y una agencia de prensa, lo que demostraba la buena organización empresarial del fundador del Journal.


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