23 Jun
El reinado de Fernando
VII (1814-1833) se suele dividir en tres períodos: -el Sexenio absolutista (en el título, restauración del absolutismo)
, -el Trienio liberal y –la Década Ominosa (reacción absolutista).
.- Sexenio absolutista (1814-1820).
A su regreso a España, Fernando VII manifestó claramente cuáles eran sus intenciones. Las instrucciones de las Cortes para que se dirigiera rápidamente a Madrid fueron desoídas. El rey fue a Valencia, donde el 4 de Mayo desencadenó un Golpe de Estado mediante un Real Decreto que suprimíó las Cortes, declaró nula toda su actuación y abolíó la Constitución. Paralelamente, el general Eguía fue enviado a Madrid con orden de tomar la sede de las Cortes y detener a regentes, ministros y diputados. El 10 de Mayo, el rey entraba en Madrid.
El golpe fue posible gracias al apoyo prestado por parte del ejército, la nobleza y el clero reaccionario, expresado en el Manifiesto de los Persas: un documento entregado al rey a su llegada a Valencia en el que se defendía la vuelta al Antiguo Régimen, al absolutismo real y a la “Alianza entre el Altar y el Trono.” Detrás de todo ello estaba la defensa a ultranza de los privilegios estamentales.
El retorno al absolutismo no fue un hecho aislado en España, se inscribe en un marco general de restauración del Antiguo Régimen en todo el continente europeo. Las potencias vencedoras de Napoleón firmaron, tras el Congreso de Viena, un acuerdo para preservar Europa de movimientos liberales o revolucionarios.
Consecuencia inmediata del Golpe de Estado fue la represión: se detuvo y juzgó a liberales y afrancesados. Sin embargo, Fernando VII gobernó en permanente inestabilidad política: no había una línea clara de gobierno ni sus consejeros tenían capacidad política para dirigir un país que ya no podía ser gobernado como antes. El auténtico gobierno en la sombra lo constituía la “camarilla”, formada por hombres de confianza del rey.
Por otra parte, la situación económica era desastrosa, el país estaba devastado, la producción industrial hundida y el comercio paralizado por la pérdida del mercado colonial. Pero el problema más grave era la quiebra financiera del Estado. Cada año se gastaba más de lo que se ingresaba y los intereses de la enorme deuda acumulada iban en aumento. Sucesivos ministros fracasaron en sus intentos de resolver el problema. Eran conscientes de que la causa estaba en que la mayoría de los grandes propietarios de tierras no pagaban impuestos. Pero ni el rey ni los privilegiados estaban dispuestos a cambiar la situación.
El descontento se extendíó entre los campesinos y las clases urbanas. El ejército también se vio perjudicado; Fernando VII se negó a integrar en él a los jefes guerrilleros, el retraso en la paga de los soldados y el envío de tropas a América para sofocar la rebelión independentista, agravaron la situación.
Poco a poco se reorganizó el movimiento clandestino liberal.
Surgieron círculos secretos y sociedades masónicas en las principales ciudades y, sobre todo, entre los oficiales del ejército, formados durante la Guerra de la Independencia y empapados de ideales liberales y ROMánticos. Entre 1814 y 1819 se sucedieron hasta 7 pronunciamientos por parte de mandos militares.
.- El Trienio Liberal (1820-1823)
Finalmente, el comandante Riego, jefe de las tropas expedicionarias acantonadas en Cabezas de San Juan (Sevilla) para ser enviadas a América, se pronunció con éxito a favor de la Constitución. El apoyo de otras guarniciones y, sobre todo, los levantamientos campesinos, obligaron a Fernando VII a jurar la Constitución. Semanas más tarde se celebraban elecciones a Cortes.
El período del Trienio Liberal se caracterizó por la agitación política, debida sobre todo a dos causas:
1º.- La propia división de los liberales entre “doceañistas” o moderados y radicales o exaltados. Los doceañistas, agrupados en torno a Martínez de la Rosa, antiguo diputado de Cádiz, eran partidarios de un gobierno fuerte, de la libertad de prensa limitada, del sufragio censitario y de la defensa de la propiedad y del orden social. Los radicales, por su parte, defendían una aplicación avanzada de la Constitución, con sufragio universal, control parlamentario del gobierno, libertad de opinión, etc. Mayoritarios en las Cortes, pasaron a controlar también el gobierno tras el fracaso del golpe contrarrevolucionario de Julio de 1822.
2º.- La propia actitud involucionista del rey, que muy pronto empezó a conspirar pidiendo una intervención extranjera que le restaurara el poder absoluto.
A lo largo de estos tres años, las Cortes aprobaron una nueva legislación reformista:
1º.- Se aprobaron medidas de reforma agraria, como la supresión de vinculaciones, la desamortización de propios y baldíos y de tierras de la Iglesia, la reducción de los diezmos, etc.
2º.- La política religiosa estuvo marcada por la defensa de la autoridad del Estado: se exigíó a los clérigos que jurasen la Constitución y que se explicara en las escuelas y desde los púlpitos. Volvieron a suprimirse la Inquisición y la Compañía de Jesús. Pero lo más destacado fue la ley de supresión de Monacales, por la que se disolvían todos los conventos y se desamortizaban sus bienes para venderlos y amortizar la deuda.
3º.- Se restablecíó la Milicia Nacional y se aprobó una reforma militar para asegurar el sometimiento del ejército al poder civil y constitucional.
4º.- La reforma educativa se concretó en la secularización de la enseñanza y su ordenación en tres niveles: primaria, secundaria y superior.
5º.-Para abordar el problema de la Hacienda se devaluó la moneda, se recortaron gastos y se pidieron créditos al extranjero. Las Cortes empezaron, también, a estudiar una reforma fiscal que no hubo tiempo de poner en marcha.
El final de la experiencia liberal se produjo por la conjunción de la acción contrarrevolucionaria desde el interior y por la injerencia exterior.
En Julio de 1822 se produjo un intento de insurrección contrarrevolucionaria que fue sofocada por el ejército regular y la Milicia Nacional. Por otro lado, desde 1821 actuaban en el norte partidas guerrilleras organizadas por la aristocracia y el clero absolutista. En la primavera de 1822 tropas absolutista (llamadas, también, realistas) tomaron Urgel, donde se instaló una regencia que resistíó varios meses al ejército regular.
Para entonces, las potencias europeas habían ya decidido, en el Congreso de Verona, una intervención militar en España para acabar con el régimen liberal. La acción militar se encomendó a Francia: un ejército, los Cien Mil Hijos de San Luis, entró en España en Abril de 1823 devolviendo el poder absoluto a Fernando VII.
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