07 Nov
15.1. La creació n del Estado franquista: Fundamentos ideoló gicos y apoyos sociales. Evolució n polí tica y coyuntura exterior. Del aislamiento al reconocimiento internacional. El exilio.
Al finalizar la Guerra Civil se establecíó en Españ a un nuevo ré gimen basado en diversos fundamentos ideoló gicos, algunos pró ximos a los fascismos europeos. Algunos de estos elementos fascistas fueron en la prá ctica simples adornos, pero no así el uso de la violencia y el exterminio sistemá tico de los enemigos. Las ideas de Franco eran muy simples, derivadas del pensamiento militar y tradicionalista del Siglo XIX: unidad del estado, orden y jerarquí a, a lo que se uní a un intenso catolicismo y un fuerte rechazo del comunismo y de todo tipo de asociaciones de izquierda. Aconsejado por su cuñ ado Serrano Suñ er, consciente de la importancia de crear un estado con unas instituciones y una ideologí a que los respaldase, fue configurando un ré gimen con las siguientes carácterí sticas: • Se basaba en el poder personal del jefe del Estado, Franco , que asumía la jefatura del Estado, del gobierno, del partido único y del ejército (Generalísimo). Responsable únicamente “ante Dios y ante la historia”. • Las libertades públicas y los derechos de asociación y reuníón fueron anulados; se prohibieron los partidos políticos. Pero las fuerzas que habían apoyado la sublevación quedaron integradas en un partido único: Falange Española Tradicionalista y de las JONS (el Movimiento). Franco era el jefe nacional del Movimiento. Hedilla, jefe falangista, no aceptó esta transformación y fue encarcelado; todos los militares y funcionarios quedaron automáticamente incorporados a la Falange. El nuevo régimen adoptó muchos de los símbolos (yugo y flechas, camisa azul, saludo…) y terminología falangista. • Se prohibieron los sindicatos de clase y la huelga. En su lugar, se establecíó un sindicalismo vertical, que agrupaba obligatoriamente a obreros y empresarios, supeditado al Estado. • Se ejercíó un control total de la información, a través de la censura y la propaganda de los principios del Régimen. • Se dio una represión sistemática de los partidarios de la República durante la Guerra Civil por medio de la Ley de Responsabilidades Políticas (1939) y la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo (1940). • El nuevo orden institucional se recogíó en diversas leyes orgánicas: El Fuero del Trabajo (1938), el Fuero de los Españoles (1945), la Ley de Cortes… Para dar salida a la continuidad del régimen Franco, mediante la ley de Sucesión, aprobada en referéndum (1947), establecíó que España era un reino, aunque sin rey efectivo y con un Jefe de Estado, Franco, en calidad de regente vitalicio. Franco no aceptaba a Don Juan de Borbón, el heredero de Alfonso XIII, demasiado liberal para su gusto y que incluso denunció la situación a través del Manifiesto de Lausana. Tras muchas dudas, pactó con Don Juan (1948) que la sucesión recaería su hijo, el infante Juan Carlos, que debería trasladarse a Madrid donde sería educado bajo la dirección política del Caudillo. El régimen se apoyó en el Ejército y las fuerzas de seguridad y sobre todo en la Iglesia. El Estado se declaró confesionalmente católico. La Iglesia, a cambio de bendecir el régimen, recibíó una importante ayuda material, al tiempo que adquiría un papel predominante en la enseñanza y la vida social. Este régimen era, en definitiva, un instrumento de las c l ases dominantes que habían delegado en Franco el poder a cambio de las seguridades que éste ofrecía. Pero además de la oligarquía económica, el nuevo régimen contaba con amplios sectores de las clases medias, temerosas de la presión obrera y deseosa de un gobierno de orden y autoridad. También este régimen contaba con simpatías en aquellos lugares donde predominaba un campesinado de tradición conservadora. Durante los primeros años de su existencia el régimen se enfrentó a graves dificultades económicas. La autarquía económica fue el sistema adoptado para reconstruir el país, siguiendo los modelos fascistas que rechazaban la economía capitalista de libre mercado. Todo debía ser producido en el interior del país, porque además España quedaría aislada internacionalmente (por el “pecado original” fascista)
, y sin divisas. Para ello era necesario un rígido intervencionismo estatal: salarios controlados, tipos de cambio fijo, cupos de importación, regulación de la instalación de nuevas industrias, límite a la inversión extranjera, cartillas de racionamiento para los artículos de primera necesidad… La consecuencia fue que España se alejó del crédito internacional, que era indispensable para el equipamiento industrial, carecíó de materias primas y energía que no se producían en el país; en estas condiciones el crecimiento económico fue nulo durante los años 40 y la escasez de productos agrícolas e industriales perduró hasta los años 50. El hambre y la escasez fueron consideradas una cuestión de patriotismo y lealtad política. Paralelamente, proliferó un mercado negro -el “estraperlo”- donde se podían conseguir productos a precios exorbitantes. Para muchos fue una forma de supervivencia. Para otros, el origen de fortunas considerables. La II Guerra Mundial estalló en Septiembre de 1939, cinco meses después de la victoria de Franco. El régimen mostró su simpatía por los países del Eje, pasando de un estatus de neutralidad a la no beligerancia, sin entrar abiertamente en la guerra pero enviando a los voluntarios de la División Azul.. En Octubre de 1940, se entrevistó con Hitler en Hendaya para tratar las condiciones de entrada en la guerra. Franco puso condiciones que le parecieron excesivas a Hitler: ayuda militar y económica, recuperación de Gibraltar y posesiones en el norte de África (a costa de Francia). Cuando Alemania invadíó la URSS en Junio de 1941, Franco envió la División Azul para luchar en el frente ruso. En total participaron 47.000 voluntarios. En Octubre de 1943, ante la previsible derrota alemana, volvíó a la neutralidad. Retiró la División Azul y trató de mejorar sus relaciones con los países aliados. Pero en 1945-1946 el régimen franquista fue condenado por los vencedores en la II Guerra Mundial. Se denunció su carácter fascista, el apoyo que había recibido en sus orígenes de Italia y Alemania y su política favorable al Eje. La condena se formuló en la Conferencia de Potsdam y fue reiterada en la ONU, que pidió la retirada de embajadores. Francia, incluso, cerró la frontera durante dos años. España quedó prácticamente aislada, manteniendo relaciones con el Vaticano, Portugal y la Argentina de Perón. Franco introdujo cambios en el régimen, tendentes a reducir los aspectos fascistas más visibles, y dejó la política exterior en manos de los católicos del Régimen. Promulgó el Fuero de los Españoles y un indulto para los presos políticos. Pero la salida del aislamiento se debíó más a las nuevas condiciones internacionales -inicio de la Guerra Fría- que a los cambios superficiales introducidos por Franco. Al bloque occidental liderado por EEUU le convénía un régimen fuertemente anticomunista, aunque fuese una dictadura. Franco se limitó a esperar y a aguantar los años de aislamiento, para convertirse en un aliado útil y el “centinela de Occidente” frente al comunismo. A partir de 1949 empezó a mejorar sus relaciones con Estados Unidos: negoció empréstitos y en Diciembre de 1950 se nombraba un embajador en Madrid. España fue entrando gradualmente en diversos organismos internacionales: Organización Mundial de la Salud, UNESCO, Organización Mundial del Trabajo. En 1953 se firmaron los acuerdos con Estados Unidos de defensa mutua y asistencia militar, por los que se instalaban cuatro bases militares. España recibía a cambio ayudas económicas, y sobre todo, la l egitimación internacional del franquismo, gracias al denominado “abrazo americano” También en ese año se firmó el nuevo Concordato con el Vaticano. Básicamente ratificaba las ventajas de la Iglesia católica en el Estado español, pero era un importante reconocimiento exterior del régimen de Franco. El año 1955 marcaba el fin del aislamiento, con la entrada de España en la ONU. Al terminar la Guerra Civil marcharon al exilio aproximadamente 500 000 españoles. Su suerte fue distinta; unos quedaron en Francia y colaboraron con la resistencia anti nazi, otros se dirigieron a la URSS y a los países hispanoamericanos, especialmente a Méjico y a Argentina. Se mantuvo un gobierno republicano en el exilio, pero personalidades importantes como Indalecio Prieto, intentaron, un acercamiento a los monárquicos. Un sector importante de estos se agrupó en m torno a la figura de Don Juan de Borbón. Sus contactos con los socialistas de Indalecio Prieto en el exilio, en 1947, quedaron en nada. Franco los neutralizó con una represión benévolá Muy diferente fue el trato aplicado a la actividad guerrillera (“los maquis”). En 1944 el Partido Comunista de España organizó la invasión del valle de Arán. Creía que el final de la ocupación alemana de Francia proseguiría con el derrocamiento del franquismo, pero éste liquidó la invasión. Los maquis continuaron su lucha en los años siguientes. Su mayor actividad se produjo en 1946 y
1947. Les faltó apoyo suficiente en la población y la guardia civil acabó con ellos en 1949. De todos los partidos democráticos en el exilio, el más activo fue el PCE. A mediados de los años 50 se formaron células clandestinas en el mundo estudiantil. Los sucesos de Febrero de 1956 en la Universidad madrileña contra el Sindicato Español Universitario (SEU) revelaron una oposición de carácterísticas nuevas. El PCE planteó entonces su política de “reconciliación nacional” para sustituir el franquismo por medios pacíficos. El final del aislamiento del régimen franquista coincidíó con una importante crisis política. Los incidentes en la Universidad entre estudiantes antifranquistas y miembros del SEU , hicieron que los falangistas buscaran un aumento de poder. Esto llevó a una remodelación del gobierno, en 1957, del que salieron los representantes más radicales del falangismo. Sin embargo, los cambios más importantes se dieron en los ministerios económicos, con la llegada de los llamados tecnócratas, formados en las universidades y partidarios de la
liberalización de la economía, próximos al Opus Dei y muy influidos por los cambios que se estaban produciendo en Europa.
Al finalizar la Guerra Civil se establecíó en Españ a un nuevo ré gimen basado en diversos fundamentos ideoló gicos, algunos pró ximos a los fascismos europeos. Algunos de estos elementos fascistas fueron en la prá ctica simples adornos, pero no así el uso de la violencia y el exterminio sistemá tico de los enemigos. Las ideas de Franco eran muy simples, derivadas del pensamiento militar y tradicionalista del Siglo XIX: unidad del estado, orden y jerarquí a, a lo que se uní a un intenso catolicismo y un fuerte rechazo del comunismo y de todo tipo de asociaciones de izquierda. Aconsejado por su cuñ ado Serrano Suñ er, consciente de la importancia de crear un estado con unas instituciones y una ideologí a que los respaldase, fue configurando un ré gimen con las siguientes carácterí sticas: • Se basaba en el poder personal del jefe del Estado, Franco , que asumía la jefatura del Estado, del gobierno, del partido único y del ejército (Generalísimo). Responsable únicamente “ante Dios y ante la historia”. • Las libertades públicas y los derechos de asociación y reuníón fueron anulados; se prohibieron los partidos políticos. Pero las fuerzas que habían apoyado la sublevación quedaron integradas en un partido único: Falange Española Tradicionalista y de las JONS (el Movimiento). Franco era el jefe nacional del Movimiento. Hedilla, jefe falangista, no aceptó esta transformación y fue encarcelado; todos los militares y funcionarios quedaron automáticamente incorporados a la Falange. El nuevo régimen adoptó muchos de los símbolos (yugo y flechas, camisa azul, saludo…) y terminología falangista. • Se prohibieron los sindicatos de clase y la huelga. En su lugar, se establecíó un sindicalismo vertical, que agrupaba obligatoriamente a obreros y empresarios, supeditado al Estado. • Se ejercíó un control total de la información, a través de la censura y la propaganda de los principios del Régimen. • Se dio una represión sistemática de los partidarios de la República durante la Guerra Civil por medio de la Ley de Responsabilidades Políticas (1939) y la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo (1940). • El nuevo orden institucional se recogíó en diversas leyes orgánicas: El Fuero del Trabajo (1938), el Fuero de los Españoles (1945), la Ley de Cortes… Para dar salida a la continuidad del régimen Franco, mediante la ley de Sucesión, aprobada en referéndum (1947), establecíó que España era un reino, aunque sin rey efectivo y con un Jefe de Estado, Franco, en calidad de regente vitalicio. Franco no aceptaba a Don Juan de Borbón, el heredero de Alfonso XIII, demasiado liberal para su gusto y que incluso denunció la situación a través del Manifiesto de Lausana. Tras muchas dudas, pactó con Don Juan (1948) que la sucesión recaería su hijo, el infante Juan Carlos, que debería trasladarse a Madrid donde sería educado bajo la dirección política del Caudillo. El régimen se apoyó en el Ejército y las fuerzas de seguridad y sobre todo en la Iglesia. El Estado se declaró confesionalmente católico. La Iglesia, a cambio de bendecir el régimen, recibíó una importante ayuda material, al tiempo que adquiría un papel predominante en la enseñanza y la vida social. Este régimen era, en definitiva, un instrumento de las c l ases dominantes que habían delegado en Franco el poder a cambio de las seguridades que éste ofrecía. Pero además de la oligarquía económica, el nuevo régimen contaba con amplios sectores de las clases medias, temerosas de la presión obrera y deseosa de un gobierno de orden y autoridad. También este régimen contaba con simpatías en aquellos lugares donde predominaba un campesinado de tradición conservadora. Durante los primeros años de su existencia el régimen se enfrentó a graves dificultades económicas. La autarquía económica fue el sistema adoptado para reconstruir el país, siguiendo los modelos fascistas que rechazaban la economía capitalista de libre mercado. Todo debía ser producido en el interior del país, porque además España quedaría aislada internacionalmente (por el “pecado original” fascista)
, y sin divisas. Para ello era necesario un rígido intervencionismo estatal: salarios controlados, tipos de cambio fijo, cupos de importación, regulación de la instalación de nuevas industrias, límite a la inversión extranjera, cartillas de racionamiento para los artículos de primera necesidad… La consecuencia fue que España se alejó del crédito internacional, que era indispensable para el equipamiento industrial, carecíó de materias primas y energía que no se producían en el país; en estas condiciones el crecimiento económico fue nulo durante los años 40 y la escasez de productos agrícolas e industriales perduró hasta los años 50. El hambre y la escasez fueron consideradas una cuestión de patriotismo y lealtad política. Paralelamente, proliferó un mercado negro -el “estraperlo”- donde se podían conseguir productos a precios exorbitantes. Para muchos fue una forma de supervivencia. Para otros, el origen de fortunas considerables. La II Guerra Mundial estalló en Septiembre de 1939, cinco meses después de la victoria de Franco. El régimen mostró su simpatía por los países del Eje, pasando de un estatus de neutralidad a la no beligerancia, sin entrar abiertamente en la guerra pero enviando a los voluntarios de la División Azul.. En Octubre de 1940, se entrevistó con Hitler en Hendaya para tratar las condiciones de entrada en la guerra. Franco puso condiciones que le parecieron excesivas a Hitler: ayuda militar y económica, recuperación de Gibraltar y posesiones en el norte de África (a costa de Francia). Cuando Alemania invadíó la URSS en Junio de 1941, Franco envió la División Azul para luchar en el frente ruso. En total participaron 47.000 voluntarios. En Octubre de 1943, ante la previsible derrota alemana, volvíó a la neutralidad. Retiró la División Azul y trató de mejorar sus relaciones con los países aliados. Pero en 1945-1946 el régimen franquista fue condenado por los vencedores en la II Guerra Mundial. Se denunció su carácter fascista, el apoyo que había recibido en sus orígenes de Italia y Alemania y su política favorable al Eje. La condena se formuló en la Conferencia de Potsdam y fue reiterada en la ONU, que pidió la retirada de embajadores. Francia, incluso, cerró la frontera durante dos años. España quedó prácticamente aislada, manteniendo relaciones con el Vaticano, Portugal y la Argentina de Perón. Franco introdujo cambios en el régimen, tendentes a reducir los aspectos fascistas más visibles, y dejó la política exterior en manos de los católicos del Régimen. Promulgó el Fuero de los Españoles y un indulto para los presos políticos. Pero la salida del aislamiento se debíó más a las nuevas condiciones internacionales -inicio de la Guerra Fría- que a los cambios superficiales introducidos por Franco. Al bloque occidental liderado por EEUU le convénía un régimen fuertemente anticomunista, aunque fuese una dictadura. Franco se limitó a esperar y a aguantar los años de aislamiento, para convertirse en un aliado útil y el “centinela de Occidente” frente al comunismo. A partir de 1949 empezó a mejorar sus relaciones con Estados Unidos: negoció empréstitos y en Diciembre de 1950 se nombraba un embajador en Madrid. España fue entrando gradualmente en diversos organismos internacionales: Organización Mundial de la Salud, UNESCO, Organización Mundial del Trabajo. En 1953 se firmaron los acuerdos con Estados Unidos de defensa mutua y asistencia militar, por los que se instalaban cuatro bases militares. España recibía a cambio ayudas económicas, y sobre todo, la l egitimación internacional del franquismo, gracias al denominado “abrazo americano” También en ese año se firmó el nuevo Concordato con el Vaticano. Básicamente ratificaba las ventajas de la Iglesia católica en el Estado español, pero era un importante reconocimiento exterior del régimen de Franco. El año 1955 marcaba el fin del aislamiento, con la entrada de España en la ONU. Al terminar la Guerra Civil marcharon al exilio aproximadamente 500 000 españoles. Su suerte fue distinta; unos quedaron en Francia y colaboraron con la resistencia anti nazi, otros se dirigieron a la URSS y a los países hispanoamericanos, especialmente a Méjico y a Argentina. Se mantuvo un gobierno republicano en el exilio, pero personalidades importantes como Indalecio Prieto, intentaron, un acercamiento a los monárquicos. Un sector importante de estos se agrupó en m torno a la figura de Don Juan de Borbón. Sus contactos con los socialistas de Indalecio Prieto en el exilio, en 1947, quedaron en nada. Franco los neutralizó con una represión benévolá Muy diferente fue el trato aplicado a la actividad guerrillera (“los maquis”). En 1944 el Partido Comunista de España organizó la invasión del valle de Arán. Creía que el final de la ocupación alemana de Francia proseguiría con el derrocamiento del franquismo, pero éste liquidó la invasión. Los maquis continuaron su lucha en los años siguientes. Su mayor actividad se produjo en 1946 y
1947. Les faltó apoyo suficiente en la población y la guardia civil acabó con ellos en 1949. De todos los partidos democráticos en el exilio, el más activo fue el PCE. A mediados de los años 50 se formaron células clandestinas en el mundo estudiantil. Los sucesos de Febrero de 1956 en la Universidad madrileña contra el Sindicato Español Universitario (SEU) revelaron una oposición de carácterísticas nuevas. El PCE planteó entonces su política de “reconciliación nacional” para sustituir el franquismo por medios pacíficos. El final del aislamiento del régimen franquista coincidíó con una importante crisis política. Los incidentes en la Universidad entre estudiantes antifranquistas y miembros del SEU , hicieron que los falangistas buscaran un aumento de poder. Esto llevó a una remodelación del gobierno, en 1957, del que salieron los representantes más radicales del falangismo. Sin embargo, los cambios más importantes se dieron en los ministerios económicos, con la llegada de los llamados tecnócratas, formados en las universidades y partidarios de la
liberalización de la economía, próximos al Opus Dei y muy influidos por los cambios que se estaban produciendo en Europa.
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