08 Mar
1. LA POESÍA ÉPICA Un poema épico o epopeya es un texto literario que narra en verso las hazañas de un héroe
Las distintas manifestaciones de la épica a lo largo de la historia presentan algunos rasgos
comunes:
• Oralidad. Las epopeyas se difunden por medio del canto o la recitación pública. Con
frecuencia, se trata de poemas de autores cultos que reelaboran un material legendario
anterior y que no coinciden necesariamente con los “profesionales”. Estos han recibido
diferentes nombres según la época y el ámbito geográfico: aedos, rapsodas, juglares…
• Exaltación del héroe. El protagonista es un guerrero que representa los valores de una
comunidad-del grupo o los estamentos dominantes, en realidad-y se ofrece a los
receptores como modelo de comportamiento. Se pretende, pues, establecer una
identificación ideológica entre el héroe y el auditorio, con el fin de afianzar su conciencia
o identidad nacional.
• Recreación de un mundo aguerrido y violento. Estos poemas surgen, en general, en
periodos de expansión bélica de una comunidad. En ellos imperan, por tanto, cualidades
como el valor, la fuerza, la determinación, la astucia y la lealtad.
• Carácter legendario. Los poemas épicos presentan, con frecuencia, un remoto trasfondo
histórico. Sobre este sustrato, mediante un proceso de fabulación o deformación que
comporta casi siempre la adición de elementos fantásticos o maravillosos, se configura
una leyenda que sirve de base para el poema épico.
1.2. LA ÉPICA MEDIEVAL EUROPEA
La poesía épica resurge en Europa durante la Edad Media, con dos áreas o focos de desarrollo: la
épica germánica y la épica ROMánica.
• Épica germánica. A ella pertenecen obras como el Beowulf anglosajón (s. IX), las sagas
y los edda islandeses y escandinavos (siglos IX-XIII), y el Cantar de los nibelungos
alemán (s. XIII). Comparten elementos comunes, como el combate del héroe con un
monstruo o gigante. Así, Beowulf luchará contra el ogro Gréndel y contra un dragón; Égil
el Manco-en la saga islandesa que lleva su nombre-, contra un gigante; y Sígfrido, en el
Cantar de los nibelungos, contra el dragón Frafner.
• Épica ROMánica. Se diferencian a su vez dos ramas, la francesa y la castellana:
– Épica francesa. Se conserva un centenar de textos, entre los que destaca la Chanson
de Roland (Cantar de Roldán). En esta obra, fijada en el s. XI, se narran las hazañas
de Roldán, sobrino del emperador Carlomagno, que combate heroicamente en la
batalla de Roncesavalles contra los musulmanes.
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– Épica castellana. Los poemas medievales pertenecientes a la épica castellana reciben
el nombre de cantares de gesta. La obra más representativa de esta tradición es el
Cantar de Mio Cid, fechado a finales del s. XII o principios del XIII.
1.3. LA ÉPICA CASTELLANA
Solo una mínima parte de los cantares de gesta castellanos ha llegado hasta nosotros: el Cantar
de mio Cid, casi íntegro (3730 versos); un centenar de versos del Cantar de Roncesvalles; y
fragmentos de las Mocedades de Rodrigo (1164 versos).
El verismo de la épica castellana permitíó que los cantares se utilizaran como fuentes para las
crónicas. Así, en la Estoria de España, de Alfonso X, se han rastreado refundiciones en prosa de
otros poemas:
• Cantar de Sancho
II y el cerco de Zamora. Cuenta, entre otros acontecimientos, el
asesinato de Sancho II de Castilla, instigado tal vez por su hermano Alfonso VI, rey de
León, que heredó el trono castellano a la muerte de aquel.
• Cantar de los siete infantes de Lara (o de Salas). Narra una violenta espiral de asesinatos
y venganzas entre dos familias castellanas a finales del Siglo X.
1.3.1. EL Cantar de mio Cid
El protagonista del Cantar o Poema de mio Cid, Rodrigo Díaz de Vivar, es un personaje histórico
que vivíó en la segunda mitad del Siglo XI. Casado con Jimena Díaz, tuvo tres hijos (María,
Cristina y Diego), fue desterrado dos veces por Alfonso VI y conquistó Valencia a los
musulmanes. Sobre esta base histórica, el autor recrea algunos sucesos e inventa otros (por
ejemplo, todo el tercer cantar)
.
A diferencia de otros poemas épicos europeos, el cantar castellano se caracteriza por su
verosimilitud, basada en la inexistencia de sucesos sobrenaturales y en las referencias concretas
a una geografía real.
1.3.2. AUTORÍA Y DIFUSIÓN
El Cantar de mio Cid fue compuesto a finales del Siglo XII o comienzos del XIII, probablemente
por un autor culto, con conocimientos jurídicos y notariales, que pudo inspirarse en versiones
anteriores orales o escritas. Al final del manuscrito se dice que un tal Per Abbat lo escribíó en
1207. Para la mayoría, este Per Abbat sería sólo un copista, aunque algunos lo proponen como el
verdadero autor.
La obra fue concebida para ser difundida oralmente por los juglares, artistas profesionales que
combinaban en sus espectáculos danza, música, mimo y declamación de textos poéticos. Ha
llegado hasta nosotros en un manuscrito copiado a mediados del Siglo XIV que o bien fue
transcrito por un escriba al dictado de un juglar, o bien fue empleado por un juglar para memorizar
el texto.
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1.3.3. ARGUMENTO Y ESTRUCTURA
El Poema de mio Cid está organizado en tres cantares, cada uno de los cuales se recitaba
probablemente en una sesíón o representación juglaresca. Sin embargo, se estructura internamente
en dos tramas entrelazadas.
PRIMERA TRAMA
Cantar del destierro
Debido a las intrigas de sus enemigos, el Cid
es víctima de la ira regia o pérdida de favor
real, que conllevaba el destierro y la ruptura
de la relación de vasallaje. Forzado a
abandonar Castilla, intenta reconciliarse con
Alfonso VI luchando contra los musulmanes
y ofreciendo sus victorias al monarca, a quien
entrega siempre una parte del botín.
Cantar de las bodas
Tras conquistar Valencia, Rodrigo consigue el
perdón del rey. Este propone las bodas de las
hijas del Cid (doña Elvira y doña Sol) con los
infantes de Carrión, pertenecientes a un
estrato social superior.
SEGUNDA TRAMA
Cantar de la afrenta de Corpes
A causa de su cobardía, los infantes son objeto
de las burlas de los vasallos del Cid. Para
vengarse, golpean despiadadamente a sus
esposas en el robledal de Corpes. El Cid pide
justicia al rey, quien convoca un riepto en el
que los infantes son derrotados. La obra
termina con las nuevas bodas de las hijas del
Cid con los futuros reyes de Navarra y de
Aragón.
1.3.4. TEMAS
En el Cantar de mio Cid se reconocen dos líneas temáticas fundamentales: la honra y el ascenso
social.
• La honra. Se entiende a la vez como rango social, hacienda y reputación. El eje del
poema sería, en concreto, la pérdida y recuperación de la honra del héroe, en una doble
vertiente: pública (la caída en desgracia ante el rey a causa de falsas acusaciones) y
provada o familiar (tras la afrenta de Corpes). En el primer caso, el protagonista recupera
la honra gracias a sus victorias militares; en el segundo, por medio del riepto presidido
por Alfonso VI.
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• El enfrentamiento entre la baja y alta nobleza. Rodrigo Díaz de Vivar fue un infanzón
castellano cuya posición dependía de los botines y conquistas conseguidos en batalla. En
cambio, los infantes de Carrión eran hijos de unos condes leoneses, cuya preminencia
social estaba garantizada por su pertenencia a un linaje y por sus feudos o posesiones
hereditarias.
La recuperación de la honra queda sancionada, en las dos ocasiones, por unos casamientos
promovidos por el rey, que suponen el ascenso social del protagonista. Al final del poema, la
consideración social del Cid se halla en su punto más alto, y ha superado, por sus propios méritos,
la posición de sus antagonistas, demostrando que las obras son más importantes que el origen.
1.3.5. LA FIGURA DEL HÉROE
El Cid presenta virtudes propias de los héroes épicos: valentía, fuerza, astucia, religiosidad,
fidelidad al rey…Sin embargo, es un personaje profundamente humanizado, con rasgos poco
habituales en la épica:
• Mesura. Don Rodrigo se conduce con prudencia y serenidad. Así, al enterarse de lo
ocurrido en Corpes, el narrador informa de que, antes de actuar, “una grand ora pensó”.
• Sentido del humor. Durante un combate con Búcar, el caudillo almorávide, el Cid
Campeador lo reta con estas palabras:
¡Acá torna Búcar! Venist d’allent mar
Ver te has con el Cid el de la barba grant.
Saludar nos hemos ambos e taiaremos amistad.
• Ternura. Así se describe, por ejemplo, el momento en el que el Cid sale de Vivar:
De los sos ojos tan fuertemientre llorando,
tornaba la cabeça e estábalos catando;
1.3.6. RASGOS FORMALES
Los más de tres mil versos del Cantar se agrupan en tiradas monorrimas y asonantes; las tiradas
son de desigual extensión, desde 2 hasta 190 versos. Los versos son irregulares, esto es, sin
medida fija, y están divididos en dos hemistiquios con fuerte cesura intermedia, por lo que
gráficamente suelen representarse con una separación entre ambos. Los hemistiquios más
abundantes son los de 7, 8 y 6 sílabas. La irregularidad silábica afecta también a los propios
hemistiquios del verso, que pueden ser isosilábicos o heterosilábicos, dándose combinaciones de
7+7, 6+7, 7+8, 6+8, 8+8…
Los rasgos de estilo del Cantar de mio Cid son acordes con las carácterísticas del subgénero
narrativo al que pertenece la obra:
• Empleo de fórmulas o expresiones fijas que servían al juglar como comodines para
completar los versos. Destaca, en particular, el epíteto épico para enaltecer al héroe (“el
que en buen ora nacíó”, “el de la barba vellida” …).
• Uso, por parte del narrador, de apelaciones al receptor, exclamaciones y verbos en
segunda persona del plural (señores, sabed) que evidencian la difusión oral del texto.
• Abundancia de diálogos, a menudo sin verbo introductor.
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