28 Oct

La Invasión Musulmana y el Emirato Independiente

La invasión musulmana de la Península Ibérica en 711 fue facilitada por la crisis interna del reino visigodo. La debilidad de la monarquía, agravada por luchas de poder y el carácter electivo del trono, sumada a la ruralización de la sociedad y el creciente poder de la nobleza, dejó al reino vulnerable. Tras el conflicto sucesorio entre Don Rodrigo y los hijos de Witiza, estos pidieron ayuda a los musulmanes. La rápida expansión musulmana fue posible debido a la falta de resistencia por parte de la población, que pactó con los invasores para mantener sus propiedades a cambio de pagar tributos.

La conquista musulmana de la Península Ibérica comenzó en 711 y llevó al establecimiento de un emirato dependiente del califato de Damasco. En 756, Abderramán I fundó un emirato independiente en Al-Ándalus, que alcanzó su apogeo con el califato de Córdoba bajo Abderramán III en 929.

El Califato de Córdoba y su Declive

La evolución política del Califato de Córdoba comenzó con la sublevación de Omar Ibn Hafsun, que desató una guerra civil en Al-Ándalus. Tras vencer a Hafsun, el emir Abderramán III se proclamó califa en 929, logrando independencia política y religiosa. Durante su mandato, el califato vivió un periodo de esplendor, controlando rutas comerciales y construyendo monumentos como la Mezquita de Córdoba. Su sucesor, Al-Hakem II, fomentó el desarrollo cultural, pero su muerte prematura dejó el poder a su hijo Hixem II, lo que llevó a luchas por el control, finalmente en manos de Almanzor. Tras la muerte de Almanzor y la depresión de Hixem II en 1009, Al-Ándalus cayó en una nueva guerra civil que culminó con la abolición del Califato en 1031.

Sin embargo, el califato colapsó en 1031, fragmentándose en pequeños reinos de taifas. Aunque las invasiones almorávides y almohades trataron de frenar su declive, la hegemonía peninsular pasó a los reinos cristianos del norte. Para el siglo XIII, el único reino musulmán que perduraba era el de Granada, que cayó en 1492.

La Sociedad Hispano-Musulmana

Tras la conquista en 711, la sociedad hispano-musulmana se organizó de forma piramidal:

  • En la cima estaban los árabes y sirios, grandes propietarios de tierras.
  • Seguidos por los bereberes, que quedaron excluidos del reparto de tierras.
  • Los cristianos y judíos, conocidos como dimmies, podían mantener su religión pagando impuestos.
  • Muchos hispanos se convirtieron al islam, llamados muladíes.
  • Los mozárabes, una minoría cristiana, conservaron su cultura.
  • Los judíos, que vivían principalmente en ciudades, destacaron en el comercio, la artesanía y la banca.

El Legado de Al-Ándalus

El legado cultural y económico de Al-Ándalus fue transformador para la Península.

Culturalmente, integró influencias romanas, bizantinas y persas, dejando su huella en la arquitectura, con monumentos como la Mezquita de Córdoba y la Alhambra. También influyó en el lenguaje español, con un diez por ciento de palabras de origen árabe, y fue clave en la transmisión de conocimientos griegos a Europa, destacando filósofos como Averroes.

En lo económico, Al-Ándalus perfeccionó la agricultura con el regadío e introdujo cultivos como el arroz y la caña de azúcar, mientras que su artesanía, como la cerámica y orfebrería, también fue notable.

La Reconquista y la Repoblación

La Reconquista fue el proceso entre los siglos VIII y XV por el cual los reinos cristianos del norte de la Península fueron recuperando territorio de Al-Ándalus, desde la victoria de Don Pelayo en Covadonga (722) hasta la conquista de Granada por los Reyes Católicos en 1492. Este concepto, aunque revisado por la historiografía, se basaba en la idea de continuidad con el reino visigodo de Toledo y en la legitimidad de Castilla y León para unificar Hispania. También se relacionó con el descubrimiento de la tumba de Santiago y la ideología de cruzada, que la justificaba como guerra santa.

La Repoblación fue el proceso de ocupación de tierras conquistadas a los musulmanes durante la Reconquista por pobladores cristianos. Se distinguieron varios tipos:

  • La repoblación libre o presura en el valle del Duero, con campesinos tomando tierras.
  • La concejil, promovida por los reyes en zonas fronterizas como el valle del Tajo y Ebro, con fueros para atraer población.
  • La de órdenes militares en el Guadiana y Júcar, generando latifundios.
  • Los repartimientos en Andalucía, Murcia y Valencia, donde grandes latifundios se entregaban a nobles y pequeños lotes a campesinos.

La Escuela de Traductores de Toledo y las Cortes

La Escuela de Traductores de Toledo, activa desde la toma cristiana de la ciudad en 1085 y potenciada por Alfonso X, fue un ejemplo de convivencia cultural. Cristianos, musulmanes y judíos trabajaron juntos traduciendo al latín obras clásicas griegas y romanas recuperadas por los musulmanes. Estas traducciones en filosofía, teología, astronomía y medicina impulsaron el renacimiento intelectual en España y en el occidente cristiano.

Las Cortes surgieron en la Edad Media como un contrapeso al poder de la monarquía autoritaria, que aunque era la máxima autoridad, estaba limitada por la nobleza y el clero. En las Cortes se reunían los tres estamentos: nobleza, clero y pueblo llano, siendo convocadas por el rey, a menudo bajo presión. Su función principal era consultiva, legislativa en ocasiones, y servían para aprobar impuestos que solo pagaba el pueblo llano y para confirmar herederos al trono. Las primeras Cortes fueron las de León en 1188, y todos los reinos de la Península las adoptaron, dando voz a la burguesía en la política medieval.

La Mesta

La Mesta, creada por Alfonso X en el siglo XIII, fue una asociación de ganaderos en Castilla que organizaba la trashumancia y regulaba el paso de los rebaños, vigilando las cañadas. Este organismo favorecía a los grandes propietarios, como nobleza y clero, lo que provocaba conflictos con los agricultores por la invasión de tierras de cultivo. La exportación de lana, principalmente a Inglaterra y Flandes, revitalizó el comercio castellano, con mercados importantes como Medina del Campo, aunque limitó el desarrollo de la industria local frente a la competencia de textiles extranjeros.

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