16 Ene

La Rivalidad Entre Mozart y Salieri

La historia es narrada por el compositor italiano Antonio Salieri, quien se acusa de haber asesinado al compositor Wolfgang Amadeus Mozart. Salieri intenta suicidarse cortándose el cuello. Es llevado al hospital y, tras haberle salvado la vida, es internado en un manicomio. Ahí recibe la visita de un cura. Salieri, que estaba tocando el piano, interpreta algunas de sus melodías para que lo reconozca el cura; sin embargo, este no las reconoce. Entonces, toca una melodía de Mozart y el cura la reconoce al instante. Salieri le cuenta la historia de cómo, según él, mató a Mozart.

La Infancia de Salieri y su Pacto con Dios

Cuando Salieri era un niño, escuchó hablar de Mozart, que en ese entonces era también un niño pequeño. Escuchaba que Mozart era un prodigio para la música y tocaba para reyes. Salieri quería ser compositor, le preguntó a su padre, pero este le dijo que la música no servía para nada. El domingo, en la iglesia, Salieri le rogó a Dios que lo convirtiera en un compositor, ofreciendo a cambio su trabajo, su humildad y su castidad; le rogó un milagro. El milagro fue que el padre de Salieri muriera atragantándose con un pedazo de comida. Gracias a eso, Salieri pudo dedicarse a la música.

Salieri, Compositor de la Corte en Viena

Pasaron muchos años y Salieri se convirtió en el compositor de la corte en Viena. Respetó todo lo que le había prometido a Dios. Fue un gran músico, se convirtió en compositor de la corte de Viena, y componía y enseñaba música al emperador José II. Un día, fue a un concierto de Mozart. Estaba emocionado porque al fin iba a conocer a Mozart, a quien admiraba por ser un genio de la música.

El Primer Encuentro con Mozart

Trató de adivinar quién era, así que se fue al cuarto de Mozart y lo observó, pero al escuchar que se acercaba alguien, se escondió detrás de una mesa. En ese momento, entró una mujer corriendo, que se escondió debajo de la mesa; detrás de ella corría un hombre. Ese hombre tenía una risa extraña y le pidió matrimonio a la mujer. En eso, el hombre escuchó que estaban tocando y salió corriendo de la habitación. Salieri lo siguió. El hombre corrió hasta donde tocaban los músicos y empezó a dirigirlos.

En ese momento, Salieri se dio cuenta de que él era Mozart. No lo podía creer, ¿cómo un hombre así podía ser el gran genio de la música del que todos hablaban? Pero al escuchar su música, se quedó maravillado. Al terminar, fue a ver las partituras y, al verlas, se quedó aún más maravillado. En eso, Mozart las recogió porque fue llamado por el conde Orsini-Rosenberg. Mozart entró a la habitación donde estaba el conde y fue reñido y amenazado con despedirlo, pero, como Mozart no quería trabajar para él, no le importó.

Mozart y la Ópera para el Emperador

En Austria, el emperador de Viena, José II, quería que alguien le compusiera una obra. Consultó a sus consejeros y decidieron encargarle el trabajo a Mozart. Lo llamaron. Salieri le compuso una marcha a Mozart. Al día siguiente, cuando llegó Mozart, el emperador tocó la marcha y, para poder tocarla toda, no dejó pasar a Mozart por un tiempo.

Cuando la terminó, le dijo a Mozart sobre su trabajo, pero no sabía en qué idioma iba a ser la ópera porque los consejeros querían que fuera en italiano, pero el rey no se decidía entre el italiano o el alemán, así que le dio a escoger a Mozart. Mozart le rogó que fuera en alemán y se burló de los italianos que presumen que saben mucho de amor. Mozart también dijo que ya tenía una ópera perfecta para eso, titulada El Rapto en el Serrallo. Se la comentó al emperador; la obra se desarrollaba en un burdel. Al principio les pareció indebida, pero Mozart los convenció.

Caterina Cavalieri y los Celos de Salieri

Salieri tenía varios alumnos; una de ellas se llamaba Caterina Cavalieri, a la que le enseñaba canto. Ella le comentó que sabía que Mozart había ido al palacio. Salieri le dijo que sí y ella preguntó si podía actuar en la obra de Mozart. Pero como Salieri la quería, le dijo que no porque se desarrollaba en un burdel, para que no actuara.

El día del estreno, Salieri asistió y vio que Caterina actuaba y que cantaba durante 20 minutos unas escalas que parecían interminables y aburrían a la gente; sin embargo, gustó mucho al público. Al final de la ópera, el emperador subió al escenario para felicitar a Mozart. En eso, una señora gritaba para que la dejaran pasar con su hija y decía que su hija era la prometida de Mozart. Al escuchar eso, Caterina se enojó, aunque no lo demostraba. Hicieron pasar a las dos señoras y, cuando el emperador fue a saludar a la mamá, esta se desmayó. El emperador se fue. Después de que Mozart ayudó a la mamá de Constanza Weber (su prometida), fue al camerino de Caterina a disculparse. Salieri estaba ahí y, cuando vio que Caterina miraba a Mozart, entendió que él había estado con ella y él también odió a Mozart.

La Boda de Mozart y la Decepción de Leopoldo

Leopoldo (el padre de Mozart) fue donde el conde Orsini-Rosenberg para pedirle que le diera de nuevo trabajo a su hijo. Se humilló ante él; el conde aceptó, así que Leopoldo le escribió una carta a Mozart para decirle que lo esperara y que no se casara hasta que él llegara, porque quería hablar con él antes. Sin embargo, esa fue la única vez que Mozart desobedeció a su padre; por lo tanto, se casó.

Problemas Económicos y la Envidia de Salieri

Mozart y Constanza se peleaban porque no tenían dinero y, además, porque Mozart no quería tener alumnos. La sobrina del emperador quería tener clases de música y el emperador eligió al principio a Mozart, porque era el mejor de toda Viena. Sin embargo, Salieri le dijo que mejor hiciera un concurso y, si Mozart quería participar, estaba bien, pero si él no quería participar, entonces no podría darle clases.

Cuando Mozart escuchó eso, se sintió ofendido porque pensaba que era inútil hacer un concurso si él era el mejor. Constanza estaba preocupada por su situación económica, así que sacó unos trabajos de Mozart y se los fue a entregar a Salieri para que Mozart entrara al concurso. Cuando estuvo con Salieri, él le dio dulces mientras veía los trabajos de Mozart. Constanza le dijo que se los devolviera lo más antes posible, porque Mozart se daría cuenta, dado que él no hacía copias y esas eran las únicas partituras que tenía ahora, así que se enojaría.

Salieri se quedó muy sorprendido porque esas partituras no tenían borrones ni errores y, al ver cómo era la música, se quedó maravillado. Se quedó tan maravillado que arrojó por accidente las partituras al piso. Constanza fue a recogerlas y, cuando Salieri la ayudó a subir, este le dijo que fuera a visitarlo en la noche si ella quería que su esposo tuviera el trabajo. Ella no quería aceptar, pero tuvo que ir porque quería que su esposo consiguiera el trabajo.

La Traición de Salieri y su Juramento

Esa tarde, Salieri le imploró a Dios que le diera un aliento de creatividad que se pareciera a Mozart. Le dijo que lo hiciera como una señal de que lo estaba escuchando. Pero como no le vino nada, se enojó con Dios. Le informaron que Constanza Mozart había llegado. Cuando fue a verla, le ordenó al guardia que los dejara solos. Constanza empezó a desvestirse hasta que no tuvo nada arriba. Ella estaba triste y, de repente, entra de casualidad el guardia. Salieri se fue a su habitación y le dijo a Constanza que se fuera. Salieri renegó contra Dios, quemando una cruz, y juró que haría todo lo posible por destruir a Mozart, porque él era el instrumento musical de Dios.

Mozart Renuncia a su Trabajo

Constanza se fue a su casa y, cuando Mozart llegó, la encontró llorando. Al día siguiente, Mozart fue donde Salieri para pedirle que lo recomendara a alguien porque no tenía dinero. Salieri lo recomendó a alguien que tenía una hija. Mozart fue ahí para dar su primera lección; en esa casa había muchos perros y, como los papás de la chica fueron a ver el ensayo, también fueron los perros. Como el dueño notó que los perros se callaban al escuchar la música de Mozart, este hizo un escándalo felicitando a sus perros. Mozart no lo soportó más y le dijo al señor que él no quería tocar para sus perros y que renunciaba, así que se largó.

La Llegada de Leopoldo y la Fiesta

Mozart llegaba a su casa y en las escaleras ve a un hombre vestido de negro con una capa y se da cuenta de que es su papá. Lo abraza y lo hace entrar a su casa; ahí Leopoldo quiere conocer a su nuera, pero Mozart no sabía dónde estaba. Sin embargo, cuando Mozart entró a su habitación, se dio cuenta de que su esposa estaba ahí durmiendo y que, cuando se despertó, estaba en pijama, así que no quería que su suegro la viera. Mientras Constanza se vestía, Leopoldo le preguntaba a Mozart cómo estaba económicamente; Mozart le mintió diciéndole que estaba bien porque no quería preocuparlo. Cuando ya estuvo vestida, salió a saludarlo.

Mozart propuso ir a una fiesta en honor a la llegada de su padre y, aunque Constanza le quiso dar indirectas de que no podían porque no tenían dinero, Mozart no le hizo caso. Él le compró un vestido y los tres juntos fueron a una fiesta, pero no se dieron cuenta de que Salieri también fue a la misma fiesta. Mozart y Constanza jugaban con unas sillas alrededor, mientras Leopoldo y Salieri los observaban. En una ocasión, Mozart no alcanzó una silla y fue “castigado”; su castigo lo elegían los otros jugadores. Lo “castigaron” haciendo que tocara una melodía; lo hizo muy bien y luego lo voltearon para que tocara al revés y aun así le salía muy bien. Luego hicieron que él imitara a grandes compositores; imitó a Bach y a otros, pero en eso, Salieri, escondido, dijo que lo imitara a él. Mozart aceptó y se burló de Salieri, igual que de todos los compositores que había imitado. Salieri salió de ahí.

La Sirvienta Contratada por Salieri

Un día apareció en la puerta una chica que decía que venía a servir como empleada para los Mozart y que ellos no debían preocuparse por pagarle porque una persona desconocida ya lo hacía. Constanza estaba maravillada con la idea, pero Leopoldo no quería aceptar porque no le parecía seguro.

La esposa cerró por un momento la puerta para poder hablar con Leopoldo y le dijo que estaba harta de él, de que se alojara en su casa sin pagar nada y que, por encima, no quería aceptar a la empleada aun ya estando pagada ella. Los dos se pusieron a discutir hasta que Leopoldo decidió irse. Y aceptaron a la chica; sin embargo, ella estaba secretamente contratada por Salieri, que quería descubrir lo que hacía Mozart. Salieri le dijo que le avisara cuando Mozart y su esposa salieran para que él entrara a su casa.

Las Bodas de Fígaro y la Censura

Un día que Mozart y su esposa salieron juntos a un concierto, la chica llamó a Salieri; ahí, ella le contó acerca de pequeñas cajas de oro que Mozart tenía, que iban desapareciendo con el tiempo porque él se las gastaba; también le dijo cómo trabajaba, en dónde y sobre una ópera que estaba escribiendo. Se la enseñó a Salieri y él vio que la ópera se titulaba Las Bodas de Fígaro. Salieri se alegró bastante porque en Viena estaba prohibida la ópera de Fígaro. Se lo dijo al emperador y este mandó a llamar a Mozart.

Cuando Mozart llegó, el emperador le preguntó si sabía que en Viena estaba prohibida esa ópera porque había afectado mucho a Francia y a otros países. Mozart le dijo que sí sabía, pero que Las Bodas de Fígaro no era como la ópera original, sino que era algo diferente. Por suerte, logró convencer al emperador y pudo empezar con los ensayos de la obra. El director de la corte fue a uno de los ensayos y notó que en un acto los actores bailaban ballet; fue donde Mozart y empezó a arrancar las páginas donde había ballet. Mozart le comentó esto a Salieri con la esperanza de que él convenciera al emperador para que no le quitara el ballet a su obra.

Por supuesto que Salieri nunca le dijo nada al emperador, pero por suerte José II fue a uno de los ensayos y, como vio que la parte donde se había sacado el ballet era muy aburrida, decidió que volvieran con el ballet, ya que él no lo prohibiría. La ópera fue muy bonita, pero el emperador bostezó una vez. Salieri se alegró porque si el emperador hacía eso, la obra no tendría mucho éxito.

La Muerte de Leopoldo y Don Giovanni

Mozart y sus amigos fueron a su casa para festejar la obra y, cuando Mozart entró, Constanza le dijo que su padre había muerto. Mozart se sintió muy triste y en su honor compuso una ópera llamada Don Giovanni, donde representaba a su padre. Antes del estreno de esa ópera, Salieri estrenó una ópera titulada La Condesa de las Bodas. Fue un éxito rotundo en Viena. Don Giovanni fue estrenada después y era algo aterradora, pero magnífica; sin embargo, no duró mucho.

El Réquiem y la Caída de Mozart

Mozart comenzó a tomar aún más de lo que ya bebía. Mayormente estaba borracho y asustaba a sus familiares, tanto que la chica contratada por Salieri renunció, por mucho que Salieri le ofreció para que no lo hiciera. Salieri aprovechó para hacer sufrir aún más a Mozart. Se compró el mismo disfraz que Leopoldo utilizó en la fiesta a donde fueron. Fue a la casa de Mozart y le pidió y pagó por adelantado un réquiem, que Mozart no sabía que era para su propia muerte. Mozart se asustó mucho al pensar que era su papá. Mozart, Constanza y su hijo fueron al circo, donde un amigo les proponía que Mozart creara algo para representarlo ahí. Mozart aceptó encantado, pero su esposa quería que les pagara por adelantado.

Mozart hizo primero el réquiem y, mientras lo hacía, también estaba creando en su cabeza la ópera para el circo. Su amigo del circo casi lo golpea porque Mozart aún no había escrito nada. Un día, Mozart llegó a su casa y vio que ni Constanza ni su hijo estaban; solo su suegra, muy molesta, esperándolo. Le dijo que había mandado a su hija y su nieto a un spa para que se relajaran. Ella le comenzó a gritar y, de repente, a Mozart se le empezó a ocurrir otra ópera, titulada La Flauta Mágica. En su estreno, Salieri asistió y quedó maravillado con la ópera; era sublime. Mozart termina la ópera del circo, pero no el réquiem. Mozart no tenía dinero y comenzó a pedir prestado a sus amigos; también le fue a pedir al señor que tenía muchos perros y este lo rechazó y botó de su casa.

La Muerte de Mozart

En el estreno de la ópera del circo, mientras Mozart está tocando de acompañamiento a un cantante, se desmaya. Lo recogen y se lo llevan de ahí hacia un lugar donde nadie lo mire. Salieri, que lo miraba desde el palco, fue donde él y lo metió dentro de un carruaje para que lo llevaran a su casa. Salieri fue a acompañarlo y a atender a Mozart; llamaron a la puerta y Mozart se estremeció porque pensaba que era el señor que le había pagado el réquiem. Le dijo a Salieri que le dijera que ya lo tendría listo pronto y que no lo dejara entrar.

Salieri abrió la puerta y eran las personas del circo que venían a ver cómo estaba Mozart y también a pagarle. Salieri les dijo que estaba cansado y recibió el dinero. Al entregar el dinero a Mozart, le dijo que el señor del circo le pagaría más si terminaba de escribir otra parte. Mozart aceptó, pero le encargó a Salieri que escribiera la obra mientras él se la dictaba. Trabajaron toda la noche y algunas veces Mozart dictaba demasiado rápido para Salieri, pero eso no fue un problema grave.

En la mañana llegó Constanza con su hijo a la casa de Mozart. Cuando ella entró a la habitación, vio a Mozart durmiendo y a Salieri durmiendo en un sillón. Ella quiso botar a Salieri y los dos comenzaron a discutir. Mozart se despertó y saludó a Constanza y a su hijo. Su hijo agarró una moneda de oro y Constanza se acercó donde Mozart para preguntarle de dónde había sacado eso. Pero Mozart no respondió; Constanza lo sacudió, pero se dio cuenta de que acababa de morir.

El Entierro y el Olvido

En el entierro de Mozart, su esposa y su hijo, con otros amigos más, estaban llorando. Ellos no lo acompañaron hasta el lugar del entierro. Lamentablemente, como la familia de Mozart no tenía suficiente dinero como para darle a Mozart un entierro de primera, segunda ni tercera, le dieron un entierro de cuarta, que era una fosa común con todos los muertos recientes. Nadie supo dónde fue enterrado.

Cuando Salieri terminó de contar la historia, le dijo al cura que Dios había dejado que su instrumento muriera y por eso odiaba a Dios. El cura estaba triste por lo que Salieri le había narrado. Se llevaron a Salieri y él comenzó a decir por todo el manicomio a los enfermos que los absolvía, porque se burlaba de Dios. Y él fue olvidado cuando murió, porque ya nadie lo reconocía.

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