18 Oct
La Búsqueda de la Certeza en Descartes
Para Descartes, la prioridad fundamental reside en la búsqueda de un conocimiento cierto e indudable. Su objetivo principal es establecer un método que guíe el razonamiento humano de manera efectiva. Este método debe ser compatible con la forma en que la razón humana opera, ya que de lo contrario sería inútil. Por lo tanto, Descartes comienza analizando el funcionamiento de la propia razón.
En la razón, que es universal para todos los seres humanos, Descartes distingue dos modos de conocimiento seguros:
- La intuición o luz natural: Es el conocimiento de las ideas simples que surgen de la razón de forma clara y distinta, y cuya verdad es evidente e indudable.
- La deducción: Es el conocimiento de una sucesión de intuiciones de ideas simples y de las conexiones que la razón descubre entre ellas para llegar a verdades complejas, juicios o leyes.
Con base en estos dos modos de conocimiento, Descartes propone un método que consta de cuatro reglas fundamentales:
- Evidencia: Aceptar como verdadero solo aquello que se presenta de forma clara y evidente.
- Análisis: Dividir las ideas complejas en ideas simples y evidentes para que puedan ser intuidas.
- Síntesis: Construir verdades complejas a partir de las ideas simples ya intuidas.
- Enumeración: Revisar los pasos anteriores para asegurar su correcta aplicación.
La Duda Metódica y el Cogito Ergo Sum
Descartes aplica su método para buscar una verdad indudable y construir una metafísica sólida. Para encontrar esta verdad, utiliza la duda metódica, un proceso de duda sistemática que busca llegar a aquello que sea evidente e indudable.
Descartes duda del conocimiento proveniente de los sentidos, ya que pueden engañarnos. También duda de la existencia de la realidad extramental, ya que es imposible distinguir la vigilia del sueño. Finalmente, duda del conocimiento que proviene de la razón, ya que podría existir un genio maligno que nos induce al error.
Sin embargo, Descartes afirma que no podemos dudar del hecho de que dudamos. Mientras pensamos, no podemos dudar de que estamos pensando y, por lo tanto, de que existimos. Esta es la primera intuición de una verdad indudable: pienso, luego existo (cogito ergo sum). Y si existo, lo hago como un yo pensante, un cogito, afirmando la existencia de la sustancia pensante como primera verdad indudable.
La Metafísica Cartesiana: Dios y la Sustancia Extensa
Descartes parte del cogito para construir su metafísica. El cogito piensa ideas que se dividen en tres tipos:
- Adventicias: Ideas que parecen provenir del exterior.
- Facticias: Ideas que la mente construye a partir de otras ideas.
- Innatas: Ideas que la razón posee en sí misma y no son ni adventicias ni facticias.
Entre las ideas innatas se encuentra la idea de infinito, que Descartes identifica con la idea de Dios. Según Descartes, la idea de infinito no puede provenir del exterior ni ser producida por la mente finita, por lo que debe ser innata. Aplica el principio de causalidad para demostrar la existencia de Dios: la idea de infinito no puede ser causada por un ser finito, sino por un ser infinito. Por lo tanto, Dios existe como causa necesaria de nuestra idea de infinito.
Descartes también utiliza el argumento ontológico de San Anselmo y la idea de una primera causa incausada para afirmar la existencia de Dios. El Dios cartesiano es infinito, omnisciente, perfecto y bueno. Dios garantiza que a nuestras ideas sobre el mundo exterior les corresponde una realidad extramental, ya que Dios no nos engaña.
Descartes define la sustancia como aquello que existe independientemente de cualquier otro ser. Solo Dios sería sustancia en sentido estricto, ya que no necesita una causa externa para existir. Sin embargo, la sustancia extensa (la realidad exterior) y la sustancia pensante (el cogito) también pueden considerarse sustancias, ya que son independientes entre sí.
La Filosofía de Tomás de Aquino: Razón y Revelación
Para Tomás de Aquino, la filosofía y las ciencias se basan en la luz natural de la razón. El filósofo utiliza principios conocidos por la razón humana y llega a conclusiones a través del razonamiento. El teólogo, por otro lado, acepta sus principios de la autoridad de la fe en la Revelación.
Algunas verdades son propias de la teología, ya que no pueden ser demostradas racionalmente y solo se conocen por la Revelación (los artículos de fe). Otras verdades son propias de la filosofía o la ciencia, ya que no han sido reveladas (las verdades de razón). Sin embargo, existen verdades comunes a la teología y la filosofía, que han sido reveladas pero también pueden ser establecidas por la razón. Tomás de Aquino las denomina preámbulos de la fe.
Teoría del Conocimiento y Metafísica Tomista
La teoría del conocimiento de Tomás de Aquino se basa en Aristóteles. El hombre utiliza los sentidos y el entendimiento para conocer las cosas. Los sentidos captan las cosas individuales, mientras que el entendimiento activo abstrae la esencia universal de las imágenes sensoriales.
Tomás de Aquino adopta la distinción aristotélica entre sustancia y accidentes, así como la doctrina de las categorías y la composición hilemórfica. Sin embargo, limita la composición hilemórfica al mundo corpóreo y la distingue de la composición de esencia (potencia) y existencia (acto), que se aplica a todos los seres creados.
En todos los seres creados (seres finitos) existe una cierta inestabilidad o contingencia. Su existencia les viene dada desde fuera por una causa exterior. La existencia es el acto que actualiza la potencialidad. Solo en Dios la esencia y la existencia son idénticas.
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