22 Jun

La Ilustración según Kant

1 Kant se encuadra dentro del movimiento ilustrado europeo, que tiene su origen en Inglaterra, cuaja en Francia y se desarrolla por Alemania y, relativamente, España (con poco auge por impedimentos de todo tipo). En este contexto, debemos situar algunos de los acontecimientos históricos más representativos, como son:

  • La Revolución Inglesa, que cambia de forma pacífica la monarquía absolutista por una monarquía parlamentaria.
  • La Revolución Francesa, que cambia violentamente la monarquía absolutista por la república de los ciudadanos.

La figura de Kant sintetiza todas las aspiraciones de la época ilustrada. Los principales representantes de la Ilustración filosófica fueron: en Inglaterra, Locke y Hume; en Francia, Montesquieu, Voltaire y Rousseau; y en Alemania, Wolf y Kant. Todo este periodo gira en torno a unas pocas ideas que son capaces de aglutinar todo el «espíritu ilustrado». Este texto pertenece a su ensayo «¿Qué es la Ilustración?», publicado en 1784. En este ensayo, Kant reflexiona sobre el estado de la sociedad de su época y su relación con el concepto de Ilustración. Kant se posiciona en este contexto al discutir sobre la necesidad de que las personas se liberen de la «minoría de edad», es decir, de la dependencia de la autoridad externa en la toma de decisiones y en el ejercicio de su pensamiento crítico. El texto de Kant refleja los ideales ilustrados de su tiempo, donde la razón, la libertad y la autonomía individual eran valores fundamentales que se buscaban promover en la sociedad.

El texto de Immanuel Kant aborda la cuestión de si vivimos en una época ilustrada y argumenta que, aunque no estamos completamente ilustrados, sí estamos en una época de Ilustración en la que se están eliminando gradualmente los obstáculos para el progreso intelectual y la autonomía individual. Kant enfatiza que todavía falta mucho para que las personas puedan confiar plenamente en su propio entendimiento, especialmente en asuntos religiosos, pero destaca que se ha abierto un espacio para que trabajen libremente en ello. Kant elogia a los líderes, como Federico el Grande, que promueven la libertad de pensamiento y rechazan imponer sus creencias religiosas a otros, considerándolos príncipes ilustrados que merecen reconocimiento. Este texto se relaciona con la teoría de Kant sobre la Ilustración, donde argumenta que la Ilustración implica el uso público y autónomo de la razón por parte de cada individuo. Kant aboga por la emancipación de la «minoría de edad», es decir, la dependencia de la autoridad externa en la toma de decisiones, y promueve la idea de que cada persona debería tener la libertad de pensar y actuar según su propio entendimiento. En este sentido, el texto refleja la creencia de Kant en la capacidad de la humanidad para progresar hacia la autonomía intelectual y moral.

Relevancia de la Ilustración en la Actualidad

3 El fragmento del texto de Kant se relaciona con la actualidad en el sentido de que todavía existen desafíos para alcanzar la plena autonomía intelectual y moral en la sociedad. Por ejemplo, en el contexto actual, podemos observar cómo algunas personas aún dependen en gran medida de la autoridad externa, ya sea religiosa, política o cultural, en lugar de confiar en su propio entendimiento y pensamiento crítico.

Además, el texto de Kant destaca la importancia de eliminar obstáculos para la Ilustración, lo cual también es relevante en la actualidad. A pesar de los avances en la educación y el acceso a la información, aún persisten barreras como la desigualdad socioeconómica, la censura, la desinformación y la manipulación de la opinión pública, que pueden obstaculizar el desarrollo de la autonomía individual y el progreso intelectual de la sociedad en su conjunto.

En cuanto a la figura del «príncipe ilustrado», podría compararse con líderes contemporáneos que defienden la libertad de pensamiento y acción, promoviendo la tolerancia y el respeto a las diversas creencias y opiniones en lugar de imponer una sola visión del mundo. La valoración de tales líderes en la actualidad podría estar relacionada con su capacidad para fomentar un ambiente que permita el desarrollo de la autonomía individual y el pensamiento crítico en la sociedad.

Hume y la Crítica a la Metafísica Tradicional

4 La crítica de Hume a la metafísica tradicional se centra en dos aspectos principales: la causalidad y las sustancias. En primer lugar, cuestiona la idea de una conexión necesaria entre causa y efecto, argumentando que esta relación no puede ser conocida a priori, sino que solo puede ser inferida a partir de la experiencia. Hume sostiene que la observación de una secuencia de eventos no garantiza la existencia de una relación causal entre ellos, ya que la mente solo puede percibir una sucesión constante de eventos, pero no la conexión necesaria entre ellos. En segundo lugar, Hume pone en duda la noción de sustancias como entidades independientes detrás de los fenómenos observados. Argumenta que nuestras percepciones se limitan a conjuntos de cualidades y fenómenos cambiantes, y no podemos acceder directamente a una sustancia subyacente. Por lo tanto, Hume sugiere que nuestras ideas sobre causalidad y sustancia son construcciones mentales basadas en la experiencia empírica, en lugar de verdades universales inherentes a la realidad. En resumen, su crítica socava las bases de la metafísica tradicional al desafiar nuestras concepciones sobre cómo se relacionan las cosas entre sí y qué son esas cosas en sí mismas.

Aristóteles vs. Hume: Dos Visiones de la Realidad

5 Aristóteles, como filósofo clásico, concebía la realidad como compuesta por sustancias individuales con propiedades inherentes, interconectadas por relaciones causales. Creía en la existencia de una realidad objetiva y estable, independiente de la mente humana, y sostenía que el propósito o la finalidad (teleología) están arraigados en la naturaleza misma de las cosas. Para él, la causalidad era una característica fundamental de la realidad, y las sustancias eran la base sobre la cual se construía todo el entramado del universo.

En cambio, Hume, influenciado por el empirismo, cuestionó la posibilidad de conocer una realidad objetiva más allá de nuestras percepciones. Argumentó que nuestras ideas y conocimientos se basan únicamente en la experiencia sensorial y que no podemos acceder a ninguna realidad independiente de estas percepciones. Hume desestimó la noción de sustancias individuales con propiedades inherentes, afirmando que solo podemos conocer nuestras impresiones y las relaciones entre ellas, como la contigüidad y la sucesión, pero no podemos inferir la existencia de entidades independientes detrás de estas impresiones. Además, cuestionó la validez de la causalidad como una conexión necesaria entre eventos, argumentando que solo podemos observar regularidades en la sucesión de eventos, pero no podemos afirmar que haya una conexión necesaria entre ellos.

Por lo tanto, las diferencias entre la metafísica de Aristóteles y la de Hume radican en su concepción de la realidad objetiva, la naturaleza de las sustancias, la causalidad y la forma en que accedemos al conocimiento sobre el mundo. Mientras Aristóteles defendía una visión realista y teleológica del universo, Hume abogaba por un enfoque más escéptico y empirista, centrado en la experiencia sensorial como única fuente de conocimiento.

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