22 Sep
Breve semblanza biográfica de Immanuel Kant (1724-1804)
Immanuel Kant es uno de los pensadores más originales e influyentes de la historia de la filosofía y una cumbre de la filosofía moderna. Kant nació y vivió siempre en Königsberg, que entonces era la capital de la Prusia oriental (actual Kaliningrado, en Rusia). Su lengua materna (y filosófica) es el alemán. Fue educado en el pietismo1, una corriente del protestantismo. En la Universidad de Königsberg estudió, entre otras disciplinas, la filosofía racionalista de Wolff (discípulo alemán de Descartes: 1679-1754) y la física de Newton, que suscitaba su admiración. Una vez finalizados sus estudios universitarios (1746), ejerció como preceptor de jóvenes de la nobleza prusiana; y después se convirtió en profesor de la Universidad de Königsberg, consagrando su vida al estudio, la docencia y la reflexión filosófica. Era un auténtico ilustrado y un admirador entusiasta de la Revolución Francesa, aunque también conoció los inicios del Romanticismo. Como ilustrado, escribió una obra célebre: Respuesta a la pregunta: ¿qué es la Ilustración?2. Adquirió una formación enciclopédica, ya que impartió cursos no sólo de filosofía, sino también de las disciplinas más diversas: lógica, matemáticas, ciencias naturales, geografía, antropología, pedagogía, ética, metafísica, teología, etc. En su sepultura se inscribieron (como epitafio) estas palabras suyas, que expresan bien su actitud filosófica ante el orden natural (cósmico) y el orden moral: «No hay nada más admirable que el cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí».
El proyecto filosófico de Kant y sus obras
Todas las preocupaciones de Kant, como filósofo y ser humano, están comprendidas en tres grandes preguntas, que expresan su proyecto filosófico:
- ¿Qué puedo conocer (o saber)?
- ¿Qué debo hacer?
- ¿Qué me cabe esperar?, es decir, ¿qué puedo esperar, si hago lo que debo?
A su vez, las tres se resumen en esta cuestión nuclear: ¿qué es el hombre? En este sentido, el ser humano se convierte en el centro de todo nuestro interés y reflexión. Toda la obra de Kant es un intento de responder a las tres cuestiones, mediante un examen crítico de las posibilidades y los límites de la razón humana: en su uso teórico (“razón teórica”) y en su uso práctico o moral (“razón práctica”)3. En este sentido, la filosofía de Kant se denomina “filosofía crítica” o “criticismo”.
- A la primera pregunta (el problema del conocimiento), que se refiere al uso teórico de la razón, responde Kant mediante un análisis o examen de las facultades de conocimiento de la razón (teórica): su teoría del conocimiento o epistemología. Obras: Crítica de la razón [teórica] pura (1781) y Prolegómenos a toda metafísica futura que quiera presentarse como ciencia (1783).
- A la segunda pregunta (el problema moral: la libertad, la ley moral, el deber y la vida buena), que se refiere al uso práctico de la razón, responde la ética o filosofía moral. Obras: Fundamentación de la metafísica de las costumbres4 (1785) y Crítica de la razón práctica [pura] (1788), que culmina con los “postulados de la razón práctica”.
- A la tercera pregunta responde con dichos postulados, así como con la Crítica del juicio (se explica después) y otras obras –inspiradas en los ideales de la Ilustración: confianza en la razón, creencia en el progreso indefinido de la humanidad, etc.–; p.e., La religión dentro de los límites de la mera razón (1793) y La paz perpetua (1795), que es una reflexión sobre la historia, la política y la paz, entendiendo la paz (perpetua) como el sentido y horizonte último del progreso humano.
En la obra filosófica de Kant podemos distinguir dos etapas:
El período pre-crítico (1747-1781)
Más o menos racionalista (“dogmática”). Los temas predominantes de sus escritos hacen referencia a la física de Newton y la metafísica (racionalista) de Wolff. Aunque se considera un enamorado de la metafísica, entiende que hay que replantearla a fondo, buscando una posible conciliación entre física y metafísica. Kant se fue alejando poco a poco del sistema filosófico de Wolff, al acercarse al empirismo (británico): «Hume me despertó de mi sueño dogmático» (es decir, racionalista). Su lectura le hizo considerar que toda metafísica debe comenzar por un examen crítico de la razón.
El período crítico (1781-1804)
Al que pertenecen sus principales obras. Entre éstas, las más extensas son sus tres Críticas: Crítica de la razón pura (1781), Crítica de la razón práctica (1788) y Crítica del juicio (1790). Con las dos primeras Críticas, Kant había planteado un profundo dualismo acerca del ser humano: por un lado, en la primera Crítica, el mundo del conocimiento (científico) de la naturaleza y la necesidad (“el cielo estrellado sobre mí”); por otro lado, en la segunda Crítica, el mundo de la acción humana y la libertad (“la ley moral dentro de mí”): necesidad / libertad. Pues bien, con la tercera Crítica, Kant pretende superar este dualismo y restablecer la unidad total del ser humano: ambos mundos quedan unificados mediante el sentimiento: el sentimiento de lo bello y de lo sublime (la experiencia estética). Así, Kant, como precursor del Romanticismo, subraya la función unificadora del sentimiento: la armonía humana se logra en la belleza.
¿Qué puedo conocer?
¿Cómo aborda Kant el problema del conocimiento?
La lectura de Hume –el descubrimiento del empirismo británico– le lleva a comprender la importancia de la experiencia (la percepción sensorial y la observación) en el conocimiento humano –en general– y en el método científico –en particular–; y determina el abandono de la perspectiva racionalista (dogmática) y el inicio del período “crítico”. Entonces Kant, considerando que la filosofía ha estado históricamente “estancada” (sin apenas progresar), se pregunta si la metafísica, es decir, la reflexión (o especulación) filosófica sobre las ideas de alma, Dios y mundo, podría emprender de algún modo “el camino seguro de la ciencia”: ¿es posible la metafísica como ciencia, esto es, como conocimiento riguroso y cierto? Para poder responder a esta pregunta, examina a fondo las facultades de conocimiento (sensibilidad y entendimiento) y el modo como se elabora el conocimiento científico (en las matemáticas y en la ciencia natural). Descubre que la ciencia procede siempre de dos fuentes:
- la experiencia (los sentidos); y
- ciertos elementos previos a la experiencia –a priori o “puros”– que se encuentran en el sujeto cognoscente: las “formas o estructuras a priori” (entre ellas, el espacio y el tiempo), que no son “ideas innatas”, pero sí algo similar.
Por esta razón, afirma: «Aunque todo nuestro conocimiento comience con la experiencia, no por ello procede todo él de la experiencia»5.
En este sentido, Kant elabora una síntesis crítica entre el racionalismo y el empirismo. A partir de esta conclusión, Kant analiza los juicios (enunciados o proposiciones) de la metafísica, que versan sobre el alma, el Ser supremo y el mundo o universo; y descubre que no pueden ser científicos, porque sus objetos (esas tres ideas de la razón “pura”, denominadas “ideas trascendentales”) están más allá de los límites de la experiencia. Por consiguiente, la metafísica no es posible como ciencia. Como esas tres ideas apuntan a “realidades últimas” que son incognoscibles, Kant adopta ante ellas una posición a-gnóstica: no sabemos ni podemos saber (científicamente) nada acerca de tales “realidades” (¿?).
Los tres postulados de la razón práctica
Prestemos atención ahora a la tercera pregunta kantiana: ¿qué puedo esperar, si hago lo que debo (es decir, si soy un hombre de buena voluntad y conciencia recta, respetuoso de la ley moral, y siempre dispuesto a cumplir mi deber y hacer el bien a todos)?; ¿qué me cabe esperar en esta vida (temporal) y, sobre todo, después de la muerte (post mortem)? A la luz de la razón (no de la fe cristiana, que Kant sí profesaba), ¿qué puedo responder a esta pregunta? Como la metafísica no es posible como ciencia, es obvio que no podemos conocer nada acerca del alma o de Dios. Así, por ejemplo, no podemos saber (con certeza) si somos libres o no, si nuestra alma es inmortal o perecedera, si existe o no un Ser supremo: no podemos demostrar en modo alguno la libertad, ni la inmortalidad del alma humana, ni la existencia de Dios. Esto significa que estas tres tesis filosóficas son indemostrables:
- La voluntad (o la persona humana) es libre;
- el alma humana es inmortal;
- Dios existe, o hay un Ser supremo: no son válidos los argumentos filosóficos sobre la existencia de Dios (sean a priori –argumentos de Anselmo y Descartes– o a posteriori –las cinco vías de Tomás–).
Ahora bien, en la Crítica de la razón práctica, Kant sostiene que, aunque estas tres tesis sean indemostrables en el plano teórico o científico (en el uso teórico de la razón), no por ello hemos de pensar que sean irracionales. Según Kant, es necesario que sean “verdaderas” en el plano práctico (en el uso práctico de la razón). (No sólo lo teórico o lo científico es “racional”: también lo ético o moral). Así pues, esas tres “verdades” no son accesibles para la razón teórica, pero son requeridas o exigidas por la razón práctica.
Dicho de otro modo: son indemostrables científicamente, pero necesarias moralmente (o moralmente necesarias), porque, si no fueran verdaderas, la moralidad o la vida moral del hombre (y su exigencia de justicia) no tendría sentido. Por esta razón, Kant afirma que la libertad, la inmortalidad del alma humana y la existencia de Dios son tres postulados de la razón práctica. La palabra “postulado” (lat. postulare: pedir; pretender, querer, requerir) significa, aquí, requerimiento fuerte: exigencia. Así, podemos decir que, desde el punto de vista moral (no desde la fe religiosa, aunque sí en convergencia –de acuerdo– con ella), yo puedo tener la certeza (estar seguro) de que mi alma es libre e inmortal y de que hay (o debe haber) un Dios6. No podemos tener una certeza teórica (y menos aún científica), pero sí una “certeza moral”.
1 El pietismo promovía una renovación espiritual y moral en el cristianismo luterano, que influyó notablemente en muchos filósofos y teólogos alemanes. La moral pietista era bastante rigurosa (exigente).
2 En esta obra, exhorta al lector a pensar por sí mismo: ¡Aude sapere!, ¡atrévete a saber!; es decir: atrévete a pensar por ti mismo, ten el valor de hacer uso de tu propia razón, con espíritu crítico, sin dejarte tutelar y siempre por la tradición, los profesores, los medios de comunicación, la Iglesia, etc.
3 Siguiendo a Aristóteles, Kant afirma la unidad de la razón y distingue dos “usos” o dimensiones de la razón (dualidad): la razón que se ejerce para conocer la verdad” –“razón teórica”– y la que guía u orienta la acción y la vida moral –“razón práctica”–, que versa sobre el bien y la ley moral.
4 Título completo: Fundamentación de la metafísica de las costumbres.
5 Cita de la Crítica de la razón pura.
6 Dios, para Kant, no es un concepto de la metafísica, sino un postulado de la razón práctica.
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