24 Ago

Contexto Histórico

Federico García Lorca vivió una época conflictiva: nace con la guerra de Cuba, padece las consecuencias de la Primera Guerra Mundial; su infancia y su juventud coinciden con el fin de la monarquía de Alfonso XII y la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930). En este momento se incorpora a la vida literaria como miembro de la Generación del 27. En el año 29 se vive el crack de la Bolsa de Nueva York, hecho del que fue testigo García Lorca. Participa activamente en la vida cultural de la República, y muere fusilado al comienzo de la Guerra Civil Española.

Contexto Cultural

Lorca pertenece a la Generación del 27, junto con otros autores como Alberti, Salinas, Dámaso Alonso, Aleixandre y Guillén. Al comenzar la década de 1920, el ambiente intelectual de Europa y España está marcado por el intelectualismo y las vanguardias; por ello, el ambiente de optimismo y la despreocupación marcarán el primer periodo de estos autores. Vivió una época dorada de la literatura española: convivió con autores del 98, conoció a Ortega y Juan Ramón Jiménez y contribuyó a propagar la literatura española vanguardista (el surrealismo). Dirigió la compañía de teatro «La Barraca».

Contexto Literario

La casa de Bernarda Alba (1936) fue escrita por Lorca, quien pertenece a la Generación del 27 junto con otros autores como Alberti, Salinas, Dámaso Alonso, Aleixandre y Guillén. Este grupo tuvo como trampolín la Revista de Occidente y mezcla la tradición del Romancero y los autores clásicos, como Góngora, con las tendencias más vanguardistas, sobre todo del surrealismo. Al mismo tiempo, tienen especial interés por los grandes asuntos del hombre, como el amor, la muerte, el destino y los temas cargados de raíces populares. Lorca, tras unos primeros pasos por la poesía con obras como Romancero gitano, se dedica al teatro, se nutre de las tradiciones populares y lo innova. La casa de Bernarda Alba refleja las características generales de su tragedia lorquiana: combinación de verso y prosa, elementos cultos y folclóricos, ambientes opresivos que condicionan la libertad de los personajes principales y protagonistas femeninos. En esta obra, la obra maestra de Lorca, se pone de manifiesto la condición de la mujer en la sociedad tradicional.

Trayectoria Teatral

Lorca se nutrió de diversas tradiciones teatrales. Tuvo en cuenta el drama rural de épocas anteriores, leyó a los clásicos españoles (Lope de Vega y Calderón de la Barca) y no olvidó los ecos de la tragedia griega o a Shakespeare. Igualmente, cultivó en su teatro la prosa y el verso, así como diversidad de géneros y formas. Su trayectoria teatral se divide en diversas etapas:

Primera etapa (años 20):

  • Obras suyas son Mariana Pineda (1925), drama histórico en verso que trata sobre el amor trágico, y La zapatera prodigiosa (1926), sobre una hermosa joven casada con un zapatero viejo.

Segunda etapa (años 30):

  • Vanguardismo y surrealismo. Es en la década del treinta, tras su crisis personal, que coincide con su viaje a Nueva York, con La Barraca, cuando declara su ansia de una comunicación más amplia con el público y su orientación social. Así que pasen cinco años: ilustra el tema de la frustración íntima.

Tercera etapa:

  • En las tragedias y dramas que compone ahora la mujer ocupará un puesto central; es una figura marginada con la que el autor, en su obra, se siente identificado profundamente porque él es otro marginado social, probablemente a causa de su homosexualidad.
  • En Bodas de Sangre (1933) una novia se escapa con su amante el mismo día de su boda, reflejando en la historia una pasión que desborda barreras sociales y morales, pero que desembocará en la muerte.
  • Yerma (1934) es el drama de la mujer condenada a la infecundidad. De un lado, el ansia insatisfecha de la maternidad; de otro, la fidelidad a su marido… Todo ello se une al anhelo de la mujer por realizarse frente a la sumisión que se debe a la moral recibida de la honra. De ese choque surge la tragedia.
  • Doña Rosita la soltera es el drama de la mujer soltera en la burguesía que se marchita como flor toda su vida.
  • Es La Casa de Bernarda Alba (1936) la auténtica culminación del teatro lorquiano.

La Casa de Bernarda Alba

Género y Génesis

No se estrenaría hasta 1945 en Buenos Aires; el mismo año y en el mismo lugar apareció la primera edición. La obra se subtitula Drama de mujeres en los pueblos de España. ¿Por qué drama y no tragedia? Para Lorca la tragedia comportaba elementos míticos que aquí estarán ausentes. El realismo del lenguaje y ciertas expresiones que cabría llamar «cómicas» (en boca de Poncia, por ejemplo) serían también rasgos propios del drama. Sin embargo, por la esencial impresión de necesidad de la catástrofe, de lo inexorable de la frustración, hablaríamos de tragedia.
La génesis de la obra parece que tuvo su punto de partida en figuras reales: una tal Frasquita Alba y sus hijas, cuya casa era colindante de la que tenían los Lorca en Valderrubio (Granada). Pero sólo el genio del poeta pudo crear, a partir de aquéllas, las figuras de Bernarda y sus hijas como símbolos de toda la realidad.

Planteamiento

Tras la muerte de su segundo marido, Bernarda Alba impone a sus cinco hijas, como luto, una larga y rigurosa reclusión. Se trata de la exageración de una costumbre real, de una tradición llevada a extremos increíbles. Pero esa misma exageración obra en el plano de lo simbólico que ejemplifica toda la realidad posible.
En esa situación extrema (situación límite) los conflictos, las fuerzas, las pasiones se agrandarán, se desarrollarán hasta la exasperación. Catalizador de las fuerzas encerradas en la casa será la figura de Pepe el Romano, pretendiente o novio de Angustias, hija mayor y heredera, pero atraído por la juventud y belleza de Adela, la menor, y amado, a su vez, por Martirio.

Tema Central

Se ha dicho que el tema central de la obra es el enfrentamiento entre autoridad y libertad o el conflicto entre la realidad y el deseo. El autoritarismo de Bernarda es una constante de su actitud y su carácter: impone un luto de ocho años, prohíbe la relación de las hijas con los hombres; restablece el orden cuando sus hijas discuten; somete a su disciplina a todas las mujeres de la casa. La rebeldía de Adela también se observa desde el principio: lleva abanico verde y rojo, se pone un vestido verde para lucirse ante las gallinas, se enfrenta a su madre y le rompe el bastón. Pero el tiempo de su libertad es efímero y acaba con el suicidio, con el que condena a sus hermanas, de nuevo, al luto y a la clausura. María Josefa se rebela a través de la locura, su única vía de escape.

Temas Secundarios

a) La ausencia de amor y el temor a la soltería es el auténtico drama de estas mujeres. Bernarda aleja de la casa a Enrique Humanes, que pretendía a Martirio, e incluso prohíbe la entrada de hombres en su casa. Cuando aparece Pepe el Romano, el terreno está abonado para que la tragedia se desencadene: Martirio ama secretamente a Pepe el Romano; Pepe el Romano proyecta casarse con Angustias; Pepe el Romano y Adela mantienen ocultas relaciones amorosas. Las referencias al amor son continuas en la obra: la criada alude a los tocamientos que le hacía el difunto Benavides; Poncia refiere la historia de Paca la Roseta; Martirio cuenta la historia de Adelaida; Amelia recuerda a Enrique Humanes; María Josefa dice que se quiere casar «con un varón hermoso a la orilla del mar»; La Poncia rememora la declaración amorosa de su marido Evaristo el Colorín; aparición de los segadores; historia de la hija de la Librada. Todo ello nos prepara para sufrir con las hijas este drama de amor insatisfecho.

b) La hipocresía es otro tema recurrente en la obra, y se observa en la obsesión por la limpieza, el temor a la murmuración o en la necesidad de aparentar.

c) El odio y la envidia entre todas se refleja en los diálogos y en las acotaciones.

d) Lorca denuncia la injusticia que preside las relaciones sociales, planteando la siguiente jerarquía: Bernarda, Poncia, criada, mendiga. La mendiga es humillada por la criada, ésta por la Poncia y la Poncia por Bernarda. Se trata de una sumisión resignada por parte de los personajes de condición social más baja.

e) También denuncia el autor la marginación de la mujer. Para ello, enfrenta dos modelos de comportamiento: el comportamiento basado en una moral relajada (como el de Paca la Roseta, el de la prostituta a la que contratan los segadores y el de la hija de la Librada), de personas que viven al margen de la sociedad y que son condenadas por el pueblo; y el basado en una determinada concepción de la decencia (a la que Bernarda somete a sus hijas). Este comportamiento femenino basado en la honra y decencia aparentes supone una discriminación de la mujer en beneficio del hombre: en el trabajo, ante la ley, en las relaciones extramatrimoniales y en la sumisión al varón. Lorca también critica el concepto tradicional de la honra, basado en un comportamiento público intachable. Bernarda recrimina el comportamiento de Angustias, que mira a los hombres durante el funeral. La Poncia aconseja a Adela que deje a Pepe… porque pueden ser causas de deshonra. Se trata del mismo concepto de honra que tiene el pueblo y que hace posible el linchamiento de la hija de la Librada.

Estructura

La obra se estructura en tres actos si atendemos a su estructura externa. Es decir, sigue las pautas del teatro clásico, presentando además unidad de tiempo, lugar y acción. Se aprecian tres partes distintas en la obra, que van in crescendo hacia momentos de máxima tensión. Primero aparece una exposición de la situación, localización espacio-temporal y una presentación de los personajes. Se dice que ha muerto el señor Alba y que Bernarda va a imponer el luto en su familia. En la segunda parte, el desarrollo, se anuncia la boda de Angustias con Pepe el Romano y a partir de este momento la tensión va en aumento. Se muestran las envidias y amores de las demás hermanas, aparece el misterio de las ventanas y de los encuentros nocturnos. El momento cumbre es cuando se desvela que Adela y Pepe habían mantenido una relación. La última parte, el desenlace, tiene un final trágico: el suicidio de Adela al creer ésta que su madre ha matado a su amado Pepe. Los actos empiezan por la palabra «YA» y la obra empieza y acaba con la palabra «SILENCIO». La obra comienza y termina con la presencia de LA MUERTE y toque de campanas.

Personajes y Simbología

Bernarda: Es la encarnación hiperbólica de las fuerzas represivas. Representa las convenciones morales y sociales más añejas con la mentalidad tradicional vigente. Da importancia al «qué dirán», la apariencia, la buena fachada aun cuando no se corresponda con la realidad. Se opone a los impulsos eróticos, cree en la decencia, la honra y su gran obsesión es la virginidad. Tiene una concepción tradicional del papel de la mujer frente al del hombre. Su orgullo de casta le hace tener conciencia de pertenecer a una capa social superior y por ello impide un noviazgo de Martirio (por razones sociales) y a todas las hijas les recuerda a qué obliga pertenecer al ser «de su clase». Su autoridad y poder aparecen claramente simbolizados por el bastón, que siempre lleva en escena, y el lenguaje prescriptivo (órdenes, prohibiciones, «¡Silencio!»).

Las hijas: Todas las hijas viven entre la reclusión impuesta y el deseo del mundo exterior («querer salir»). Todas ellas están más o menos obsesionadas por lo erótico. Estos anhelos eróticos pueden ir unidos (o no) a la idea del matrimonio, único cauce permitido para salir de aquel encierro. Las cinco hijas de Bernarda encarnan un abanico de actitudes que van de la sumisión, o la resignación, a la rebeldía.

  • Angustias: 39 años. Hija del primer marido de Bernarda y heredera de la fortuna, que no tarda en atraer, pese a su edad y su falta de encantos, a Pepe el Romano. Ha perdido la ilusión y la pasión ya, pero es la envidia de todas las hermanas.
  • Magdalena: 30 años. Por una parte da muestras de sumisión, pero puede sorprendernos con amargas protestas, sobre todo contra Angustias. Ella hubiera preferido ser un hombre, ya que ha abandonado la idea de casarse y lanza su «¡Malditas sean las mujeres!».
  • Amelia: 27 años. Es quizás el personaje más desfigurado: resignada, medrosa y tímida.
  • Martirio: 24 años. Es un personaje más complejo. Pudo haberse casado, si su madre no se hubiera interpuesto, de ahí su resentimiento; es enferma, depresiva y pesimista. Llega a decir: «Es preferible no ver a un hombre nunca. Desde niña les tuve miedo». Está enamorada de Pepe el Romano y esta pasión la lleva hasta una irreprimible y nefasta vileza.
  • Adela: 20 años. Es la encarnación de la abierta rebeldía, la más joven, hermosa, franca, apasionada; su rebeldía (abanico y traje verde), su fuerza, su pasión le hacen prorrumpir en exclamaciones escandalosas: «¡No, no me acostumbraré! ¡Yo quiero salir! ¡Mi cuerpo será de quien yo quiera!» o «¡Lo tendré todo!». En desafío abierto con la moral establecida, está dispuesta a convertirse en querida de Pepe el Romano. Su momento culminante es cuando rompe el bastón de mando de Bernarda en un arrebato de rebeldía trágica, y exclama: «¡Aquí se acabaron las voces de presidio!».

María Josefa: La abuela. En sus palabras se mezclan locura y verdad. Se hace portavoz de un anhelo común: «¡Déjame salir!» y agranda líricamente los problemas centrales: la frustración de las mujeres, el anhelo de matrimonio y de maternidad, el ansia de libertad, de horizontes abiertos…

La Poncia: Vieja criada: interviene en las conversaciones y en los conflictos, hace advertencias, da consejos, hasta tutea a Bernarda, pero ésta no deja de recordarle las distancias que las separan. Ella asume su condición pero está llena de un rencor contenido. Tiene conversaciones con las hijas de modo abierto y descarado; al hablar de lo sexual aportará un elemento de contraste y turbias incitaciones. Se caracteriza por su sabiduría rústica, por su desgarro popular y por el sabor, la riqueza y la creación de su habla.

La Criada: Tiene un menor relieve que Poncia y también participa del rencor hacia el ama (y hacia el difunto marido, que la acosaba), aunque se muestra sumisa e hipócrita. Obedece a La Poncia pero es altanera y ruda con la mendiga.

Pepe el Romano: No aparece en escena pero está omnipresente. Es la encarnación del hombre, del «oscuro objeto del deseo»; con todo lo que se va diciendo de él se compone un retrato suficientemente perfilado. Pero tiene su doblez: va detrás del dinero de Angustias, pero enamora a Adela; se convierte así en el papel «catalizador» de las fuerzas latentes.

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