13 Nov
Federico García Lorca y La Casa de Bernarda Alba
Contexto del Autor
Federico García Lorca, nacido en Fuente Vaqueros, Granada (España) el 5 de junio de 1898, fue un reconocido poeta y dramaturgo perteneciente a la Generación del 27. Su familia gozaba de una posición económica desahogada. Como estudiante, Lorca fue algo irregular, llegando a abandonar la Facultad de Derecho de Granada para instalarse en la Residencia de Estudiantes de Madrid en 1918. Tras un tiempo, regresó a la Universidad de Granada, donde se licenció en Derecho, aunque nunca ejerció como abogado, ya que su vocación era la literatura. Fernando de los Ríos, además de su madre, fue una figura clave en el desarrollo del talento poético de Lorca.
Trayectoria Literaria
De su viaje y estancia en Nueva York surge el libro Poeta en Nueva York. En 1930, viajó a La Habana, donde escribió parte de sus obras. Con la instauración de la Segunda República Española, Fernando de los Ríos fue nombrado Ministro de Instrucción Pública y encargó a Lorca la co-dirección de la compañía estatal de teatro «La Barraca». En esta compañía, Lorca tuvo la oportunidad de producir, dirigir, escribir y adaptar obras teatrales del Siglo de Oro español.
En 1933, viajó a la Argentina para promover la puesta en escena de algunas de sus obras. Colombia y México, previendo un posible atentado contra Lorca debido a su puesto como funcionario de la República, le ofrecieron exilio. Sin embargo, Lorca rechazó las ofertas y regresó a su casa en Granada para pasar el verano.
Muerte de Lorca
Tras una denuncia anónima, el 16 de agosto de 1936, Lorca fue detenido en casa de su amigo, el poeta Luis Rosales. Rosales obtuvo la promesa de las autoridades de que Lorca sería liberado si no existía denuncia en su contra. Investigaciones recientes indican que Lorca fue fusilado la madrugada del 18 de agosto de 1936. Se cree que su asesinato se debió a cuestiones territoriales y rencores de caciques conservadores hacia su padre, quien era un cacique progresista, republicano y homosexual.
Análisis de La Casa de Bernarda Alba
Contexto de la Obra
Entre las obras más importantes de Lorca se encuentran Bodas de sangre (1933), Yerma (1934), Doña Rosita la soltera (1935) y su obra cumbre, La Casa de Bernarda Alba (1936). El fragmento que analizamos se sitúa en el tercer y último acto, en el punto culminante de tensión. Adela es descubierta por Martirio, ambas enamoradas de Pepe el Romano, y se produce una fuerte discusión que llama la atención de Bernarda y sus otras hijas. Cuando Bernarda intenta golpear a Adela con su bastón, esta lo rompe, demostrando su valentía. Al descubrir que Pepe está en la cuadra, Bernarda le dispara. Adela, creyendo que Pepe ha muerto, se suicida.
Personajes Principales
Bernarda
Bernarda es la encarnación de las fuerzas represivas. Representa las convenciones morales y sociales más tradicionales. Se preocupa por el «qué dirán» y la apariencia, incluso si no se corresponde con la realidad. Se opone a los impulsos eróticos y cree en la decencia, la honra y la virginidad. Tiene una concepción tradicional del papel de la mujer y su orgullo de casta la hace consciente de su supuesta superioridad social. Impide un noviazgo de Martirio por razones sociales y recuerda constantemente a sus hijas las obligaciones de su clase. Su autoridad se simboliza con el bastón que siempre lleva y su lenguaje prescriptivo (órdenes, prohibiciones, «Silencio»).
Las Hijas
Las hijas de Bernarda viven entre la reclusión impuesta y el deseo del mundo exterior. Todas están obsesionadas, en mayor o menor medida, por lo erótico. Estos anhelos pueden ir unidos a la idea del matrimonio, la única vía de escape permitida. Las cinco hijas representan un abanico de actitudes que van desde la sumisión y la resignación hasta la rebeldía.
Angustias
39 años. Hija del primer marido de Bernarda y heredera de una fortuna que atrae a Pepe el Romano, a pesar de su edad y falta de atractivo. Ha perdido la ilusión y la pasión, pero es la envidia de sus hermanas.
Magdalena
30 años. Muestra sumisión, pero también protesta, especialmente contra Angustias. Hubiera preferido ser hombre, ha abandonado la idea de casarse y exclama: «¡Malditas sean las mujeres!».
Amelia
27 años. Es el personaje más resignado, medroso y tímido.
Martirio
24 años. Es un personaje complejo. Pudo haberse casado si su madre no se lo hubiera impedido, de ahí su resentimiento. Es enferma, depresiva y pesimista. Dice: «Es preferible no ver a un hombre nunca. Desde niña les tuve miedo». Está enamorada de Pepe el Romano y esta pasión la lleva a la vileza.
Adela
20 años. Es la encarnación de la rebeldía. Es la más joven, hermosa, franca y apasionada. Su vitalismo (traje verde), su fuerza y su pasión la llevan a exclamaciones como: «No, no me acostumbraré (…) ¡Yo quiero salir!», «¡Mi cuerpo será de quien yo quiera!» o «¡Lo tendré todo!». Desafía la moral establecida y está dispuesta a ser la amante de Pepe el Romano. Rompe el bastón de Bernarda en un arrebato de rebeldía y exclama: «¡Aquí se acabaron las voces de presidio!».
María Josefa
La abuela. En sus palabras se mezclan locura y verdad. Expresa el anhelo común de libertad: «¡Déjame salir!». Magnifica los problemas centrales: la frustración de las mujeres, el anhelo de matrimonio y maternidad, la ansia de libertad.
La Poncia
Vieja criada. Interviene en las conversaciones y conflictos, advierte, aconseja e incluso tutea a Bernarda, quien le recuerda las distancias sociales. Asume su condición, pero está llena de rencor. Tiene conversaciones abiertas y descaradas con las hijas, especialmente sobre temas sexuales. Se caracteriza por su sabiduría rústica, su desgarro popular y la riqueza de su lenguaje.
La Criada
Tiene menor importancia que La Poncia y también siente rencor hacia Bernarda (y hacia su difunto marido). Se muestra sumisa e hipócrita. Obedece a La Poncia, pero es altanera y ruda con la mendiga.
Pepe el Romano
No aparece en escena, pero está omnipresente. Es la encarnación del hombre, del «oscuro objeto del deseo». A través de lo que se dice de él, se construye su retrato. Es un personaje con doblez: busca el dinero de Angustias, pero enamora a Adela, convirtiéndose en catalizador de las fuerzas latentes.
Lenguaje y Simbolismo
El diálogo en La Casa de Bernarda Alba se caracteriza por su fluidez, nervio e intensidad. Predominan las réplicas cortas y rápidas, a menudo sentenciosas. Se unen realidad y poesía. El lenguaje lorquiano tiene un intenso sabor popular, enraizado en el habla andaluza, con giros y palabras propios, gusto por la hipérbole y creatividad. El diálogo tiene una dimensión poética, cargado de simbolismo a través de imágenes y comparaciones.
Deja un comentario