14 Ene

Análisis de la Constitución de 1876

Se nos presenta para comentar un texto que tiene por título “Constitución de 1876”. Nos presenta una serie de artículos que resumen los fundamentos en los que se basa la constitución Monárquica de 1876, aprobada por las Cortes y sancionada por el rey Alfonso XII. Para realizar el comentario de este texto, procederemos de la siguiente forma: localización del texto, análisis del mismo y contextualización. Finalizaremos con unas breves conclusiones, señalando la importancia que tuvo el texto.

1. Localización del Texto

Tipo de texto: según la fuente es un texto histórico primario; según la forma es una Constitución y según el tema es un texto político-jurídico.

Autor: colectivo (las Cortes junto con el rey Alfonso XIII).

Destino: está dirigido a un colectivo y su finalidad es pública.

Época: Madrid, 30 de junio.

2. Análisis del Texto

El tema central del texto es mostrar algunos artículos significativos de la Constitución de 1876 y las principales ideas hacen referencia a la cuestión religiosa, los derechos individuales de opinión, reunión y asociación, la existencia de una monarquía constitucional y algunas otras cuestiones políticas: sistema bicameral, separación de poderes, establecimiento de un solo Fuero para todos los españoles reconociendo las peculiaridades territoriales. Ampliamos brevemente cada una de estas ideas.

Art. 11: La confirmación de la religión católica como la propia del Estado. La Constitución recoge que la nación mantendrá el culto y sus representantes. Asimismo, recoge también el compromiso de respetar a quienes profesen una religión distinta de la católica; siempre que se respete la moral cristiana. Sin embargo, no serán permitidas otras ceremonias ni manifestaciones públicas que no sean las de la religión católica, la existente en el Estado. Aunque supone alguna apertura respecto a otras Constituciones no queda garantizada la libertad de cultos.

3. Contexto Histórico

En 1873, tras la caída del régimen de Isabel II debido a la Revolución de 1868, conocida como «La Gloriosa,» y luego de la abdicación de Amadeo de Saboya en febrero de 1873, se instauró la Primera República en España. Esta república, en principio unitaria, tuvo el propósito de convocar a las Cortes Constituyentes para redactar una nueva Constitución. Sin embargo, en enero de 1874, la república fue abruptamente interrumpida por un golpe de Estado liderado por los generales Pavía y Serrano. Poco después, en diciembre de 1874, el pronunciamiento del general Martínez Campos, apoyado por Antonio Cánovas del Castillo, restableció la monarquía en favor de Alfonso XII, hijo de Isabel II, dando inicio a la época de la Restauración moderada (1875-1902). Este periodo, marcado por un modelo de estabilidad política y social, buscaba restaurar la monarquía y reestablecer el orden en el país después de varios años de convulsión política.

La Restauración se caracterizó por contar con el apoyo de sectores influyentes como la Iglesia, que había sido hostigada durante el periodo revolucionario, y el ejército, que valoraba la vuelta al orden. Aunque la monarquía restaurada gozaba de cierta popularidad entre el pueblo debido a su promesa de estabilidad, la Restauración enfrentó también el rechazo de diversos grupos y partidos políticos. Entre los partidos tradicionales, destacaban los carlistas, que aceptaban la monarquía, pero no reconocían a Alfonso XII como rey legítimo, y los republicanos, que aunque divididos y con escasa representación, mantuvieron su postura contraria al régimen monárquico. En cuanto a las nuevas corrientes políticas, surgieron partidos obreros, que representaban el creciente movimiento obrero, como los anarquistas y socialistas, además de movimientos nacionalistas, como el catalanismo liderado por Prat de la Riba, el nacionalismo vasco de Sabino Arana, el galleguismo y el regionalismo andaluz de Blas Infante. Aunque la oposición política a la Restauración fue inicialmente limitada, estas corrientes cobrarían mayor relevancia con el tiempo.

El sistema político de la Restauración se sustentó en tres pilares fundamentales:

  1. La Constitución de 1876

    Para legitimar la Restauración, se convocaron Cortes mediante sufragio universal, y, bajo la dirección de Cánovas del Castillo, se redactó una nueva Constitución. Promulgada el 30 de junio de 1876, la Constitución de 1876 establecía una monarquía constitucional con una clara división de poderes y un parlamento bicameral, conformado por el Congreso de los Diputados y el Senado. Este texto constitucional fue monárquico, moderado y ecléctico, ya que integraba elementos de las anteriores constituciones liberales en un intento de conciliar las diversas corrientes políticas de la época. La Constitución también reafirmaba el carácter confesional del Estado, garantizando el apoyo de la Iglesia, y reconocía ciertas libertades individuales y políticas, aunque limitadas.

  2. El Bipartidismo

    Durante la Restauración, se consolidó un sistema bipartidista, en el que dos partidos principales, el Partido Liberal-Conservador y el Partido Liberal-Fusionista, se alternaban en el poder. Este sistema estaba inspirado en el modelo británico de alternancia y fue promovido principalmente por Antonio Cánovas del Castillo, líder del Partido Liberal-Conservador. Este partido estaba compuesto principalmente por la burguesía terrateniente, altos funcionarios civiles y militares, y la nobleza, quienes representaban a las clases dominantes. Por otro lado, el Partido Liberal-Fusionista, liderado por Mateo Sagasta, incluía a progresistas y demócratas que habían apoyado previamente la Constitución de 1869 y al rey Amadeo I. Este modelo bipartidista garantizaba un equilibrio político al evitar que el poder se concentrara en un solo partido, mitigando así los conflictos internos.

  3. El Turnismo

    Para implementar el bipartidismo de manera efectiva, se estableció el «turno pacífico» o turnismo, un sistema que permitía la alternancia planificada en el poder entre los dos partidos principales. A través del turnismo, cada partido gobernaba de manera alternada, con el respaldo de la monarquía, que facilitaba el cambio en el poder sin recurrir a métodos violentos. El turnismo, sin embargo, dependía de la figura del «caciquismo,» un mecanismo basado en el control de las elecciones mediante la manipulación de votos y prácticas de corrupción, como la compra de votos y el amaño electoral. Los caciques, líderes locales con gran influencia en sus comunidades, se encargaban de asegurar la victoria del partido que debía asumir el poder en cada elección, contribuyendo así a la estabilidad del sistema, aunque a costa de la transparencia democrática.

4. Conclusiones

La Constitución de 1876, pieza clave de la Restauración en España, estableció las bases políticas y sociales de este periodo, siendo monárquica, moderada y ecléctica. Reguló aspectos como el sistema bicameral, la separación de poderes y la autoridad de la monarquía constitucional, además de abordar la cuestión religiosa y los derechos personales. Durante su vigencia, que abarcó una regencia y dos reinados, consolidó el bipartidismo y el turnismo, favoreció el capitalismo y la industrialización, eliminó los fueros vascos y aprobó los conciertos económicos. Aunque brindó estabilidad, enfrentó oposición del movimiento obrero, el nacionalismo, fuerzas democráticas y desafíos coloniales.

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