13 Oct
Análisis de la obra Don Quijote de la Mancha
El narrador y la estructura narrativa
En la primera parte de la historia, el valeroso vizcaíno y el famoso Don Quijote se enfrentan con las espadas en alto, a punto de descargar dos golpes furiosos. Cervantes utiliza una extraordinaria argucia narrativa, introduciéndose en su propia narración como editor del texto. Recurriendo a la tradicional figura del manuscrito encontrado (aunque parodiada, ya que lo encuentra en un ropavejero de Toledo), Cervantes se desdobla en narrador y editor, e introduce al supuesto historiador morisco Cide Hamete Benengeli como el autor original. Este desdoblamiento le permite atribuir a Benengeli las posibles desmesuras o licencias narrativas de la obra. Cervantes retoma la narración, primero en plural («dejamos») y luego en singular («causome»), diferenciándose de la voz del «primer autor» que había narrado la historia hasta entonces. Este cambio introduce una dimensión metanarrativa, convirtiendo a Cervantes en un personaje dentro de la ficción.
Continuación de la historia y descripción de los personajes
El autor busca la continuación de la historia y afirma haber encontrado el manuscrito de Cide Hamete Benengeli. Describe a Sancho y Rocinante, y retoma el combate entre Don Quijote y el vizcaíno. Don Quijote sale victorioso y deja marchar al vizcaíno con la condición de presentarse ante Dulcinea.
La locura de Don Quijote y el yelmo de Mambrino
Don Quijote descubre a un hombre a caballo con algo brillante en la cabeza. Este episodio ilustra la locura de Don Quijote, que proyecta sus lecturas en la realidad, interpretando el mundo a través de los libros. Confunde la bacía de un barbero con el yelmo de Mambrino (mencionado en la primera parte), al asno con un caballo y al barbero con un caballero. El yelmo de oro, que se supone hace invulnerable a su portador, es en realidad un cuenco vacío.
La lluvia y la bacía del barbero
Comienza a llover y un barbero usa su bacía para protegerse la cabeza. Don Quijote la confunde con el yelmo de Mambrino y ataca al barbero, quitándole la bacía. Sancho, a su vez, se apropia de los aparejos del asno. Continúan su camino y Don Quijote narra a Sancho una novela de caballería protagonizada por el Caballero del Sol. Al final de la historia, Don Quijote reflexiona sobre los dos tipos de linaje que existen en el mundo.
El episodio de Clavileño
Durante su estancia en el palacio de los Duques, Don Quijote y Sancho son objeto de burlas. Los Duques recrean el antiguo motivo del caballo volador (como el hipogrifo de Ariosto) y el viaje celestial. Sancho actúa con astucia e ingenuidad para ganarse el favor de los Duques, mientras que Don Quijote, a diferencia de la primera parte, duda de los encantamientos y de las visiones de Sancho. A pesar de ello, su determinación, fe ciega y conocimiento de la caballería y la astronomía le otorgan mérito. Don Quijote acepta el reto de Malambruno y cuatro sirvientes del duque, disfrazados de salvajes, traen el caballo volador Clavileño a los jardines del palacio. La condesa le ruega que no demore la empresa, y se produce un diálogo que muestra la contraposición entre Don Quijote, dispuesto a afrontar la aventura, y Sancho, que se niega por miedo, aunque alega que no puede abandonar su ínsula.
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