30 Sep

La Piedad

Descripción formal

Las dos figuras dibujan una composición piramidal. El cuerpo desnudo de Cristo descansa en el regazo de María, con el brazo derecho y ambas piernas colgando, ingrávidos. Su rostro es sereno, sin ninguna expresión de dolor, como el de María, que con la cabeza inclinada no dirige la mirada al espectador. Ambos personajes muestran una belleza platónica (ideal) con la que el autor quiere comunicar el concepto de perfección.

El trabajo de modelado del material es extraordinario, porque consigue una gran sensación de dinamismo y flexibilidad en los vestidos de la Virgen. También son excelentes la precisión y la nitidez con que trata todos los detalles anatómicos —incluso los más nimios— del cuerpo de Cristo: la musculatura, las venas del brazo… y los estigmas de la Pasión —la herida del clavo en la mano y el lado derecho del pecho—.

Este resultado parece mucho más extraordinario si se conoce la forma de trabajar del artista, a partir de un bloque de mármol único del cual iba extrayendo paso a paso las figuras a base de ir eliminando el material sobrante. Miguel Ángel pensaba que la imagen que quería estaba en el interior del bloque de piedra y el trabajo escultórico consistía en eliminar el envoltorio en que estaba encerrada la figura.

La escultura se instaló en la Iglesia de Santa Petronella porque en ella estaba enterrado el cardenal que la encargó. Más tarde fue trasladada al interior de la Basílica de San Pedro.

Temática

El 27 de agosto de 1498, el cardenal Jean Bilhères de Lagraulas encargó la realización de la Piedad a Miguel Ángel. El contrato especificaba claramente que debía representar «a una Virgen María cubierta con un ropaje y el cuerpo de Cristo envuelto en sus brazos». La Piedad es la interpretación iconográfica de la Virgen con el cuerpo muerto de Jesús en el regazo, basada en una idea propia de la literatura mística del siglo XV, donde se suponía que María había acogido en sus brazos el cuerpo de su hijo después del descendimiento. Se muestra a María muy joven para simbolizar así la belleza ideal. Es la única estatua firmada por Miguel Ángel.

Modelos e influencias

Miguel Ángel perfeccionó al máximo la representación de la anatomía humana. Preludia el Manierismo y su influencia superó el ámbito de la escultura. A modo de ejemplo, podemos mencionar el brazo ingrávido de la figura de Jesús en el grupo escultórico de la Piedad, que fue el modelo para el Entierro de Cristo de Caravaggio y para La muerte de Marat del pintor neoclásico francés David.

David

Descripción formal

David lleva en la mano izquierda la honda, que cae sobre el hombro y la espalda, mientras que el brazo derecho pende verticalmente. La cabeza se mueve también hacia la derecha, sesgadamente, ofreciendo el perfil al espectador que mira frontalmente. Una pierna ligeramente doblada avanza hacia delante, mientras la otra, tensa, obliga a una ligera comprensión del torso, a la manera de algunos kouroi griegos.

La obra está hecha para ser vista de frente y tiende a marcar lo desmesurado de las proporciones: la mirada se desliza por las piernas y el tronco hasta alcanzar el gesto contenido del rostro, consciente del eje sobre el que gira, del que es ligeramente excéntrico. La figura está en tensión: la pierna derecha, sobre la que se apoya, el pie izquierdo que se aleja, la mano con la honda, el codo doblado, el cuello girado… ningún miembro está estático o relajado; sin embargo, se rompe cualquier sensación simétrica con una mayor tensión del brazo y pierna izquierdos. El movimiento es contenido, centrípeto, con líneas de fuerza que retornan al bloque de piedra.

La cabeza nos permite percibir la pasión del rostro, con su intensa sensación de vida interior, de figura que respira, casi jadeante, a la expectativa de un acontecimiento culminante, premonición de la terribilità miguelangelesca. Esta manera de concebir las formas corporales supone un alejamiento del Clasicismo en favor de la expresividad del Manierismo.

Temática

Miguel Ángel integró en el David las figuras del Hércules pagano y del David cristiano. En él, el escultor no representa al pastor bíblico, sino que encarna al guerrero que expresa las virtudes más aplaudidas por los florentinos: la fortaleza y la ira. La fortaleza, exaltada como virtud cívica por excelencia; la ira, condenada como vicio en los siglos bajomedievales, es elevada a la categoría de virtud, puesto que ella dota de fuerza moral al hombre valeroso.

Miguel Ángel rompe con la tradición iconográfica florentina de representar a David como un adolescente desnudo (tradición de Ghiberti, Donatello o Verrocchio) con la cabeza de Goliat a sus pies, convirtiendo al héroe bíblico en héroe renacentista como símbolo de la fuerza republicana de Florencia.

El éxito del David fue tan clamoroso que una comisión, entre cuyos miembros se contaban Leonardo y Botticelli, decidió colocarlo en la célebre plaza de la Signoria en vez de en la Catedral; allí se convirtió en símbolo político de la ciudad de Florencia.

Modelos e influencias

Como icono del arte occidental, el David de Miguel Ángel ha sido a lo largo de los siglos modelo y fuente de inspiración para miles de obras de arte de todo tipo. De todos modos, dentro del mismo tema iconográfico, un siglo más tarde, Gian Lorenzo Bernini convirtió la herencia miguelangelesca en una escultura de gran dinamismo y expresión, característica del Barroco.

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