28 Jun

1. Relación del poema con el Romancero gitano

El Romancero gitano (1928) es la obra más destacada de la primera etapa de Federico García Lorca. Está formado por 18 romances, entre los que se encuentra “La casada infiel”. El hilo conductor de los poemas que forman esta obra es la cultura gitana. Así, desde el punto de vista temático, podemos encontrar la primera relación entre el poema y la obra a la que pertenece, ya que “La casada infiel” hace referencia a la condición de gitano del hombre protagonista (“Como un gitano legítimo” v.49) y la utiliza para justificar su reacción (abandonar a la mujer al descubrir que estaba casada: “y no quise enamorarme / porque teniendo marido / me dijo que era mozuela”, vv. 52-54). Desde el punto de vista de su estructura externa también podemos encontrar nexos con el Romancero gitano, ya que el poema es un romance y tiene las características propias de este tipo de poema: comienzo “in media res” (“Y que yo me la llevé al río”, v.1), versos octosílabos con rima asonante o el carácter narrativo del poema (cuenta una historia) son algunos ejemplos de estas características.

2. El neopopularismo en el poema

El neopopularismo es una corriente seguida por los autores de la Generación del 27, entre los que se encuentra Lorca, consistente en recuperar el espíritu de la poesía popular (el romancero, por ejemplo, como es el caso de este poema). En “La casada infiel” Lorca recupera el romance medieval para contar el encuentro entre un hombre y una mujer, aunque con alguna variación destacada. El romance medieval es un poema formado por una serie de versos octosílabos con rima asonante en los versos pares y sin rima en los versos impares (su esquema de rima sería -a-a-a-a-a…). “La casada infiel” está formado también por una serie de versos octosílabos (a excepción del primer verso, que es eneasílabo) con rima asonante, pero la distribución de la rima tradicional se ve modificada, ya que, en este caso, los versos que riman son los impares (su esquema de rima sería a-a-a-a-a-a-a-…).

Esta modificación en la rima se produce también en otros romances del Romancero gitano, que combina este tipo de romances con romances que siguen el esquema de rima tradicional. Por darle una explicación, puede ser que sea algo intencionado para remarcar el carácter fragmentario de los romances, ya que, en su origen, provenían de la fragmentación de los cantares de gesta (poemas mucho más extensos); es posible que con esta variación Lorca haya querido transmitir al lector la sensación de que el poema pertenece a un poema más extenso, cuyos versos anteriores y posteriores se han perdido.

3. Simbolismo en el poema

Los símbolos que utiliza Lorca en “La casada infiel” están íntimamente relacionados con el tema que trata el poema. Así, podemos encontrar símbolos relacionados con el deseo irrefrenable que invade a los amantes en la historia que nos está contando. Estos símbolos son por ejemplo, el río, que tradicionalmente se ha considerado como símbolo de vida y en Lorca también favorece en encuentro entre amantes; en este caso, el río es el lugar donde se produce en encuentro (“Y que yo me la llevé al río”, v.1; “yo me la llevé del río”, v.45). En el verso 33 compara los muslos de la mujer con “peces sorprendidos”, recalcando el deseo que siente hacia ella, ya que el pez es un símbolo empleado por Lorca para referirse al deseo o atracción sexual. Otro símbolo lorquiano que expresa el deseo es el caballo, que en este poema aparece representado con una potra (“montado en potra de nácar / sin bridas y sin estribos”, vv.38-39); este símbolo aparece en el poema cuando el protagonista cuenta cómo fue el encuentro con la mujer, recalcando así que se sintió movido irrefrenablemente a tener una relación con ella (sirviendo esto de justificación cuando luego vuelve a comentar que ella estaba casada).

En el poema también encontramos símbolos relacionados con la muerte, el dolor o el destino trágico, vaticinando el final de la historia, en el que el hombre abandona a la mujer al enterarse de que está casada. Estos símbolos son, por ejemplo, los cuchillos, que Lorca utiliza en el verso 15 (“rasgada por diez cuchillos”); en este verso está describiendo las enaguas de la mujer, comparando el sonido que hacen con el sonido de la seda rasgada “por diez cuchillos”, por lo que con este símbolo se anticipa que algo malo va a ocurrir tras la consumación de la relación. También aparece, justo en el verso siguiente, el término “plata” (“Sin luz de plata en sus copas”), que tiene connotaciones negativas, más aún en este verso en el que hace referencia a otro símbolo de Lorca: la luna, reforzando la sensación de mal augurio, y que vuelve a aparecer, unido esta vez a los cristales, en el verso 30 (“ni los cristales sin luna”). Para concluir con los símbolos relacionados con el destino trágico, destacamos los versos 46 y 47, “En el aire se batían / las espadas de los lirios”, ya que las espadas, como cualquier otro elemento metálico, simbolizan muerte para Lorca.

4. Figuras literarias en los versos 34 y 35

En los versos 34 y 35 de “La casada infiel” podemos reconocer, en primer lugar, el empleo de un paralelismo; esta figura consiste en la repetición de una misma estructura sintáctica a lo largo de dos o más versos. Esta figura se refuerza, en este caso, con la anáfora que se produce al comenzar los dos versos con las mismas palabras exactamente (“la mitad llenos de”). Por último, en estos versos encontramos una antítesis, al concluir el primero con el término “lumbre” y el segundo con el término “frío”; esta antítesis se ve reforzada por la estructura paralelística que tienen estos versos. Todo esto provoca que en estos versos se concentre la atención del lector destacando esta parte del poema: el momento de culminación de la relación entre el hombre y la mujer.

5. El comienzo»in media re»

Los romances viejos medievales tienen su origen en la fragmentación de los cantares de gesta, de ahí sus características representativas, entre las que destacan el empleo de versos octosílabos, la rima asonante en los versos pares o la sensación de fragmentación. Los romances que se escribieron posteriormente siguiendo los modelos de los primeros romances intentaron imitar estas características. De este modo, Lorca comienza su poema con “Y que…” para dar la sensación de comienzo “in media res”, de que lo que va a contar es la continuación de una parte anterior que se desconoce, surgiendo de la fragmentación de un poema más largo, como ocurría con los primeros romances medievales. Además, resulta interesante que este sea el único verso del poema que no cumple con la métrica típica de los romances: tiene nueve sílabas en lugar de las tradicionales ocho sílabas que tienen el resto de versos de este poema; esta irregularidad métrica se resolvería eliminando la “y” inicial, que no aporta nada más allá de transmitir la sensación de falsa fragmentación.

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