05 Nov

Introducción

Los temas de la poesía suelen estar escondidos tras la ambigüedad y capacidad de sugerencia que busca el lenguaje poético, el más literario de todos. Se trata de significados ocultos tras significantes llenos de imágenes, motivos y símbolos. No podemos hablar de los temas sin hacerlo de los símbolos poéticos, pues están muy unidos, pero se deben distinguir por tratarse de cosas diferentes.

Unidad Temática

Son muchos los temas que un poeta toca a lo largo de sus obras, pero en el conjunto de su obra suele descubrirse una unidad temática, algo así como un tema base. Según Carlos Bousoño, el tema fundamental y general de la obra poética de Antonio Machado es «la temporalidad del mundo y del hombre». El propio poeta se llama a sí mismo «poeta del tiempo», también es «poeta de su tiempo» y, como tal, le preocupan asuntos relacionados con la limitación temporal del hombre: la angustia ante el devenir del tiempo que conduce a la muerte, la muerte misma, el sentido de la vida humana o el tema de Dios y de su existencia.

España

Como poeta implicado y comprometido con su tiempo, el principal tema será el de España, emblemático de su generación, que recorre toda su obra hasta desembocar en las poesías de guerra.

Amor

En cuanto al tema del amor, también Carlos Bousoño distingue una doble vertiente: el amor como sentimiento vinculado a la temporalidad del hombre, del que habla de manera imprecisa o abstracta, y su amor orientado a una mujer concreta: Leonor y Guiomar.

Símbolos del Tiempo

El devenir del tiempo se expresa poéticamente mediante símbolos diversos y recurrentes. Uno de ellos es el fluir del agua y otro más recurrente, el camino, también imagen metafórica del transcurrir de la vida, que se concibe ahora como algo que no está hecho previamente, sino que se va haciendo a la vez que se recorre («Caminante no hay camino, se hace camino al andar») por una sola vez. La tristeza, la melancolía y la angustia que produce el devenir temporal imparable encuentran adecuada expresión en la tarde. Su valor simbólico se ve incrementado gracias a las caracterizaciones («La tarde caía triste y polvorienta»). También se utiliza el reloj como metonimia del tiempo que no para.

Símbolos de la Muerte

El agua, cuando está en el mar, representa la muerte. A la manera de Jorge Manrique («Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar»), la inmensidad del mar, donde acaban todos los ríos, es la imagen de la muerte, donde terminan todas las vidas. «Donde acaba el pobre río, la inmensa mar nos espera». También son imágenes de la muerte el ocaso, el otoño o la luna. Otras veces, aparece como tragedia concreta con protagonista: Leonor, Federico García Lorca o el niño herido.

Dios

Dios, en la obra de Machado, ocupa un lugar significativo, pues se trata de un Dios en el que cuesta creer aunque se quiera; es un Dios añorado, soñado, buscado, pero no encontrado. Más cercana le resulta la imagen de Jesucristo, pero rechaza al Jesucristo popular crucificado y se queda con el que venció a la muerte («No puedo cantar, ni quiero, a ese Jesús del madero, sino al que anduvo en la mar»).

España

La visión decadente de España y de sus gentes, que atribuye al noventayochismo, es, en Machado, demoledora. Poemas como «A orillas del Duero», «Por tierras de España» o «Un mañana efímero», de «Campos de Castilla», son ejemplos reveladores donde se reconoce una España que fue y ya no es («Castilla miserable, ayer dominadora»), poblada por gentes que fueron y no son, caracterizadas por la degradación moral. Unas veces el mensaje es bastante explícito; otras, se apoya en símbolos poéticos, muchos de ellos tomados del paisaje. En algún momento, la visión es más esperanzadora («Ya hay un español que quiere vivir y a vivir empieza»). Sin embargo, esta visión de las dos Españas se convierte en preludio y presagio de la guerra civil, el último tema del poeta sevillano: «El crimen fue en Granada», dedicada a Lorca.

Amor

El amor, como algo vinculado a la condición humana, está presente de manera constante, pero imprecisa y poco definida. En algunos poemas, como «Yo voy soñando caminos», aparece con nitidez en relación con una mujer abstracta. Se trata más de un sentimiento genuinamente humano que de un amor pasional o erótico. La mujer abstracta tiene dos nombres: Leonor Izquierdo y Pilar Valderrama. En los poemas dedicados a Guiomar, nombre poético de Pilar, puede adivinarse un erotismo comedido.

El Tema Autobiográfico

Para terminar, hablamos del tema autobiográfico. En su «Retrato», con el que abre «Campos de Castilla», se descubre cabalmente al poeta sevillano. Aparece un hombre moderado, ni revolucionario ni conservador, que ha superado la estética clásica, pero no se deja deslumbrar por la modernidad y, sobre todo, alguien preocupado por la verdad, lo esencial, una preocupación filosófica que se reflejará en toda su obra.

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