26 Nov
El Conocimiento según Aristóteles
Aristóteles distingue varios grados de conocimiento:
- Conocimiento sensible: Propio de los animales inferiores, es un conocimiento fugaz e inmediato que desaparece con la sensación que lo ha generado. Algunas sensaciones pueden ser guardadas en la memoria y luego recreadas gracias a la imaginación. Gracias a estas dos, algunos animales pueden llegar a tener experiencias (pueden llegar a saber que ciertas cosas se repiten con regularidad, pudiendo adaptarse mejor).
- Entendimiento: El nivel más elevado de conocimiento, que nos permite conocer el porqué y las causas de las cosas (no solo sabemos que algo se produce con regularidad, sino que sabemos la causa).
Conocer supone para Aristóteles estar en condiciones de dar cuenta de la esencia del objeto conocido. De ahí que el conocimiento lo sea propiamente de lo universal, la forma. Para Aristóteles, la forma se encuentra en la sustancia, no en ningún mundo de las Ideas. Mediante los sentidos, captamos la realidad de una sustancia, de la que, mediante la imaginación, elaboramos una imagen sensible, es decir, una imagen que contiene la forma de lo que hemos sentido. El entendimiento realiza entonces una abstracción, es decir, separa la forma y la materia, quedándose sólo con el elemento formal. Esta forma de las cosas se expresa entonces a través de un concepto en el que se manifiestan, por lo tanto, las características esenciales del objeto.
Pero para que esta abstracción capte lo verdaderamente formal de lo que pretende conocer, es necesario que se observen muchos seres parecidos para así poder extraer lo que es propio de la forma y no lo que depende de la materia de ese ser en concreto. Por ejemplo, si observamos sólo una vaca e intentamos extraer de ella la forma “vaca”, puede ser que acabemos diciendo que una característica formal de las vacas es el ser blancas. Pero cuando observemos otras vacas y veamos que también las hay negras o marrones, veremos que eso de ser blanca era propio de la materia de esa vaca que observamos en primer lugar, pero no de la forma común de todas las vacas. Por eso Aristóteles piensa que la abstracción tiene que ser inductiva, es decir, que tiene que partir de la observación de muchos seres singulares del mismo tipo para poder abstraer la forma común a todos ellos.
La Ética de Aristóteles
Aristóteles dedicó tres obras a reflexionar sobre cómo se comportan y cómo deben comportarse los seres humanos, estableciendo qué es lo que podemos llamar conducta virtuosa. La más importante es la Ética a Nicómaco. Todas las acciones se hacen teniendo en cuenta alguna finalidad. Pero muchas de ellas las hacemos porque pensamos que son el instrumento necesario para conseguir otra finalidad.
Aristóteles sostiene que todos los seres humanos buscamos la felicidad como un fin en sí mismo, no como un medio para alcanzar otra cosa. No tendría sentido preguntar «¿para qué quieres ser feliz?», pues la felicidad es el objetivo último. Sin embargo, aunque cada persona puede entender la felicidad de forma diferente (como bailar, beber o trabajar), Aristóteles cree que la felicidad verdadera consiste en el florecimiento del ser humano, es decir, en desarrollar al máximo nuestras capacidades naturales.
Dado que la naturaleza humana es doble, con una parte apetitiva (relacionada con el alma vegetativa y sensitiva) y una intelectual, Aristóteles distingue dos tipos de virtudes:
- Virtudes éticas: Regulan nuestros deseos y emociones.
- Virtudes dianoéticas: Perfeccionan nuestra razón.
Las virtudes éticas, según Aristóteles, son aquellas que regulan nuestras pasiones, como el miedo o el amor. Una persona virtuosa toma decisiones adecuadas ante estas emociones y, al repetirlas, desarrolla el hábito de actuar correctamente. Estas virtudes son un término medio entre dos extremos: la valentía es el punto medio entre la cobardía y la temeridad, y la generosidad entre la avaricia y el derroche. Este punto medio varía según la personalidad de cada individuo.
Por otro lado, las virtudes dianoéticas están relacionadas con la parte racional del ser humano. Se desarrollan mediante la sabiduría en el ámbito teórico y la prudencia en el práctico. Aristóteles considera que la vida más elevada es la vida contemplativa, dedicada al estudio teórico del cosmos por el placer de aprender. Según él, esta vida autárquica, que no depende de nada externo, es la mayor fuente de felicidad.
La Cosmología de Aristóteles
Aristóteles pensaba que el cosmos era finito espacialmente pero infinito temporalmente (que existe desde siempre y siempre seguirá existiendo, pero tiene unos límites en el espacio). Era esférico y eterno, y estaba dividido en el mundo sublunar y el mundo supralunar.
Nosotros habitamos en el mundo sublunar, que está constituido por todo lo que está debajo de la luna. Está formado por el fuego, el aire, el agua y la tierra, y cada uno de ellos tiene un lugar natural: la tierra tiende a estar debajo del agua, el agua debajo del aire y el aire debajo del fuego. En el mundo sublunar todo nace y muere, todo es corruptible y nada es perfecto.
En el mundo supralunar todo está hecho de una materia especial, incorruptible y eterna: el éter. Todo se mueve circularmente, el movimiento perfecto. Los astros están fijados en esferas concéntricas que giran alrededor de la Tierra, siendo la más lejana la esfera de las estrellas fijas. Esta última es movida por el «motor inmóvil», una causa que impulsa el movimiento sin moverse en sí misma, actuando como causa final del movimiento y generando atracción como un objeto de deseo. El movimiento de esta esfera se transmite a las demás, como en un mecanismo de reloj, hasta llegar a la más cercana a la Tierra.
El Alma según Aristóteles
Para Aristóteles el alma es simplemente la forma del cuerpo, mientras que la materia de los humanos es su cuerpo. No solo los seres humanos tienen alma, ya que todos los seres vivos tienen también una materia y una forma. El alma de todo ser vivo es su principio vital, aquella forma de estar organizado su cuerpo que le permite ciertas posibilidades de cambio. De este modo, el alma es para el filósofo algo mucho más sencillo y menos trascendente que el concepto de “alma” que tiene, por ejemplo, el cristianismo. Cuando un ser humano muere, su cuerpo se descompone, pierde su forma de ser vivo y adquiere la de cadáver, por lo que para Aristóteles no tiene ningún sentido decir que el alma es inmortal.
En los humanos pueden distinguirse tres tipos de alma:
- Alma vegetativa: La que tenemos en común todos los seres vivos. Aquella forma del ser vivo que le permite el procesamiento de los alimentos y la reproducción.
- Alma sensitiva: La que tenemos en común con el resto de los animales. Aquello en su forma que le permite captar sensaciones con los sentidos y desplazarse de un sitio para otro.
- Alma racional: Alma específicamente humana. Aquello en la forma de los humanos que le permite razonar teóricamente y elegir prácticamente qué acciones realizar.
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