07 Sep
Brunelleschi. Cúpula de Santa Maria de las Flores.
Plantea un reto técnico pues había que cubrir un espacio de más de 40 m de diámetro. El sistema ideado por Brunelleschi fue construir un armazón de ladrillo sobre el tambor octogonal que luego se recubre con un doble casco: uno inferior esférico y otro exterior ojival. Entre ambas estructuras queda una cámara de aire con lo que disminuye el peso y la altura podía crecer llegando hasta los 56m. La cúpula unifica y centraliza el espacio total del edificio, integrándose en el espacio urbano al que dota identidad propia. Su silueta, coronada por una linterna, se convirtió en el emblema del nuevo hacer arquitectónico.
Ghiberti. 3as puertas.
Muestran la asimilación de los planteamientos clásicos. Se decide por dividir las puertas en 10 espacios cuadrados que le permiten dar mayor amplitud a las escenas encomendadas. En las escenas adopta la perspectiva lineal de Ucello y los efectos de profundidad de Donatello. Para ello sitúa como fondo escenográfico arquitecturas clásicas en perspectiva, al tiempo que reduce la escala de las figuras y la profundidad de su relieve a medida que se alejan del punto de visión. Finalmente, en los marcos sitúa reproducciones de esculturas griegas y festones de flores, frutas y animales mostrando el respeto que el nuevo arte sentía por la Antigüedad y Naturaleza.
Fra Angelico. Anunciación.
Se encuentra en el Museo del Prado, aunque la perspectiva de la arquitectura parece oponérsele. La expulsión del Paraíso, que aparece como un hecho histórico por el que la Humanidad queda huérfana, conecta con la Anunciación que abre una nueva etapa que trae la salvación del hombre. Pintura. Búsqueda de un nuevo sistema de representación visual: la perspectiva y la proporción. A lo largo del siglo se avanza en el desarrollo de la anatomía, del movimiento y en el establecimiento de cánones proporcionales basados en el cuerpo humano.
Botticelli. La primavera y el nacimiento de Venus.
La obra es una exaltación de la belleza física y espiritual. La desnudez de la diosa es imagen de la pureza y simplicidad; la Naturaleza se manifiesta en sus tres elementos. También puede interpretarse como una alegoría moral y educativa, desde el punto de vista de los humanistas neoplatónicos: Venus encarnaría la Humanitas que nace de la Naturaleza, imagen de la unión entre materia y espíritu. Primavera, alegoría del amor, puede interpretarse también en este sentido neoplatónico. Venus, como Humanitas, se sitúa en el centro de un soleado jardín donde siempre es primavera. A su derecha danzan 3 gracias mientras el ciego Cupido lanza sus flechas y Mercurio aparta las nubes que pueden ensombrecer la escena. A su izquierda Céfiro, el viento de Marzo, persigue a la ninfa Cloris que huye y grita, pero de su boca solo surgen flores; a su lado aparece convertida en la exultante Flora, gracias a la Primavera.
Cúpula de la basílica de San Pedro.
Se concluyó entre 1558 y 1561 por Miguel Ángel Buonarroti, representando el plan central de Bramante. Es una inmensa cúpula hemisférica en el interior y ligeramente apuntada en el exterior. Las dimensiones colosales se realzan con los nervios ascendentes en el exterior de la cúpula, junto con los ventanales entre contrafuertes y columnas pareadas del tambor. Los elementos decorativos se limitan a los frontones curvos y triangulares de las ventanas y los paños con guirnaldas situados en el arranque de la cúpula.
Miguel Ángel
La Última Cena fue pintada en el refectorio del convento dominico de Santa Maria delle Grazie. Está realizada en óleo y temple sobre yeso, encontrándose actualmente muy deteriorada. Leonardo, siguiendo las leyes de la perspectiva lineal, agranda ópticamente el muro frontal del refectorio haciendo converger las líneas en las ventanas situadas detrás de Cristo. La posición de los apóstoles, detrás de la mesa y agrupados en tríos, es nueva. Leonardo no solo pinta a los hombres, sino que refleja las expresiones de dramatismo en el momento en el que Cristo anuncia la traición de uno de sus discípulos. La Gioconda. Sobre un fondo de brumas, vapores, rocas deshilachadas, juegos de luces y vibraciones de color, Leonardo sitúa la silueta difuminada de la mujer. La grandeza y serenidad de este personaje proceden, no de la riqueza y el lujo de sus vestiduras y adornos, sino de la profundidad anímica y psicológica que el pintor ha sabido reflejar en el rostro.
Rafael Sanzio. La escuela de Atenas.
La escena se desarrolla en la Academia de Platón donde se reúnen los mayores filósofos y sabios de la Antigüedad, con Platón y Aristóteles en el centro, pero son retratados con rostros de personajes reales del tiempo de Rafael: Platón aparece con el rostro de Leonardo, Euclides es Bramante, Heráclito es Miguel Ángel, y el propio Rafael aparece retratado con birrete donde se sitúa Tolomeo con el globo. Pero además, el marco arquitectónico de esta Academia es el proyecto de Bramante para la Basílica, convertida en verdadero templo de la sabiduría. Todo ello contribuye a dar idea de la fusión y concordia entre el pasado clásico y el presente renacentista.
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