11 Mar

El Palacio Islámico: Símbolo de Poder y Refinamiento

El palacio islámico, residencia de califas y príncipes musulmanes, fue un tipo arquitectónico que buscaba expresar al máximo el poder que representaba, a través de la ostentación y el lujo. Estos edificios, que en sus orígenes árabes eran pabellones de caza de gran calidad, se transformaron en estructuras con funciones no solo lúdicas sino también agrícolas, gracias a grandes obras de ingeniería hidráulica (canalizaciones, embalses, pozos, etc.). Posteriormente, asumieron funciones políticas, sirviendo como escenario para recepciones oficiales y rituales áulicos.

Se caracterizaron por exteriores sencillos, generalmente fortificados (muralla y torreones), e interiores majestuosamente decorados con yesos tallados y pintados, cerámica vidriada y estucos. La presencia constante de agua y vegetación evocaba el jardín del paraíso, en contraste con el desierto circundante.

Se pueden distinguir dos tipos principales:

  • Palacios estructurados en torno a un patio porticado: Las principales salas se abren a este patio, y el conjunto está protegido por fuertes murallas. Ejemplos de este modelo son los palacios sirios de los Omeyas (siglo VIII) y la Aljafería de Zaragoza (siglo XI).
  • Palacios estructurados en torno a distintos ejes: Se abren a patios y jardines, formando auténticas ciudades áulicas bien protegidas por sistemas defensivos. Un ejemplo característico es Medina Azahara, en Córdoba (siglo X).

Además, existían dos sectores claramente diferenciados:

  • Sector público: Predomina lo representativo. El rey se muestra a sus súbditos con todo su esplendor. Consta de:
    • Acceso: Con un importante programa decorativo, utilizado como sala de espera.
    • Diwan o salón del trono: Para las audiencias, frecuentemente cubierto por una cúpula.
    • Mexuar: Sala del consejo de los visires.
    • Mezquita oficial palatina.
  • Sector privado: De gran lujo, con habitaciones comunicadas entre sí. Las principales son:
    • Harén: Habitaciones del señor, sus esposas y concubinas.
    • Hammam: Salas de baños (heredadas de los romanos), con salas de agua templada, caliente y de vapor.
    • Mezquita u oratorio privado.
    • Dependencias del príncipe heredero.

La Mezquita: Centro de la Vida Religiosa Islámica

La mezquita es un edificio de función religiosa que acoge a los fieles para la oración, dirigida por el Imán. La oración más importante es la del viernes al mediodía. Existen mezquitas pequeñas, de barrio o privadas (ej. Cristo de la Luz, Toledo), y mezquitas Aljamas, más grandes y destinadas a reunir a todos los fieles, especialmente los viernes.

Las mezquitas están orientadas hacia La Meca y suelen ser arquitrabadas. Se componen de varias partes:

  • Sahn: Patio porticado con la pila de las abluciones rituales (sabil) y el alminar, torre desde la que el muecín llama a los fieles a la oración. El alminar puede ser cuadrado (Giralda de Sevilla), cilíndrico (Ispahan) o en espiral (Samarra).
  • Haram: Sala de oración. Suele estar compuesta por columnas organizadas en naves perpendiculares al muro de la quibla, que indica la dirección de La Meca.
  • Mihrab: Nicho en el centro de la quibla, muy decorado y habitualmente cubierto por una cúpula. Es una referencia sagrada a Alá.
  • Mimbar: Púlpito desde donde el imán preside la oración o predica. Frecuentemente es de madera y transportable.
  • Maxura: Zona reservada a los dignatarios, constituida por la nave transversal paralela a la Quibla.

El Cristo Crucificado Románico: Iconografía y Simbolismo

La imagen del Cristo crucificado románico, generalmente exenta y realizada en madera o marfil, presenta una iconografía característica:

  • Cristo vivo y triunfante: Representa la victoria sobre la muerte mediante la resurrección. Es mayestático y simbólico, con tendencia a la abstracción.
  • Cruz simbólica: No se representa como dos maderos, sino que está muy decorada (policromía o relieves).
  • Vestimenta real: Cristo aparece vestido como rey, a veces con un paño de pureza hasta las rodillas.
  • Policromía no realista: Colores vivos, pero no naturalistas.
  • Composición frontal y simétrica: Cabeza erguida, brazos rectos y horizontales, manos abiertas, cuerpo, piernas y rodillas rectas (sin flexión, a diferencia del Gótico, donde el cuerpo cae por el dolor formando una «Y»). Pies apoyados sobre madera.
  • Cuerpo esquemático: Estudio anatómico simplificado, resaltando pectorales y costillas, pero sin un realismo detallado.
  • Cuatro clavos: Uno en cada mano y uno en cada pie.
  • Cabello y barba: Cabello largo que cae detrás de las orejas y mechones sobre los hombros, y barba. Generalmente sin corona de espinas, aunque a veces lleva corona.
  • Rostro hierático y sereno: Ojos abiertos.
  • Rasgos expresivos: Algunos rasgos, como los ojos y la cabeza, pueden estar deformados para aumentar la expresividad.
  • Inscripciones en la cruz: Son frecuentes.

Ejemplo: Majestad de Batlló (S. XII).

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