10 Dic

El Arte y la Arquitectura del Antiguo Egipto

La civilización egipcia se extendió a lo largo de 3000 años, divididos en tres imperios (Antiguo, Medio y Nuevo) y clasificados en 30 dinastías. El poder residía en el faraón, considerado una divinidad, y en los sacerdotes. La arquitectura se centraba principalmente en monumentos funerarios, reflejando la creencia en la vida después de la muerte. Estos monumentos constituían la morada eterna del difunto, mientras que la escultura y la pintura aseguraban su continuidad física y lo rodeaban de los placeres terrenales.

La Mastaba: Precursora de las Pirámides

Aunque los rituales funerarios estaban inicialmente reservados a los faraones, los altos dignatarios también se preocuparon por su vida en el más allá. La mastaba, adoptada como casa eterna por la nobleza, se asemejaba a las viviendas de adobe egipcias, con planta rectangular, paredes inclinadas y cubiertas planas. Construidas con caliza o ladrillo, carecían de ornamentación exterior. En su interior, el sirdab albergaba la estatua del difunto y la puerta falsa, que comunicaba el mundo de los muertos con el de los vivos. Esta puerta falsa daba acceso a un pozo que conducía a la cámara sepulcral, sellado tras el sepelio.

Las Pirámides: Monumentos Funerarios de los Faraones

Las pirámides eran los monumentos funerarios de los faraones, gigantescos túmulos que contenían el sarcófago. El templo funerario se ubicaba en el lado oriental de la pirámide, y la gran avenida ceremonial servía como vía procesional para la comitiva fúnebre que llegaba desde el Nilo. En el templo para el culto popular, el faraón era divinizado tras su muerte. La construcción de las pirámides requería complejos cálculos matemáticos. El templo funerario albergaba la estatua del faraón y su configuración estaba determinada por los rituales que acogía. Contaba con una sala para el culto de los sacerdotes, una sala con columnas y estatuas del faraón, y otra reservada exclusivamente para sus sucesores.

La Necrópolis de Gizeh: Testimonio de la Grandeza Egipcia

La necrópolis de Gizeh, perteneciente al Imperio Antiguo (dinastía IV, hacia el 2500 a.C.), es un gigantesco cementerio presidido por las tumbas de los grandes faraones de la dinastía IV: las pirámides de Keops, Kefrén y Micerinos. Alrededor de ellas se encuentran pirámides menores y mastabas de nobles, ordenadas por calles y rangos, evidenciando la diferencia entre el faraón y sus discípulos. La pirámide de Keops, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, es la mayor de las tres. La cámara mortuoria fue reubicada tres veces hasta alcanzar una gran altura. La entrada da acceso a un corredor descendente que lleva a la primera cámara subterránea. Un corredor ascendente, habitualmente oculto, contrasta con la visión de la Gran Galería que precede a la cámara mortuoria, destinada a no ser vista tras ser sellada. La cámara del rey albergaba un enorme sarcófago, con paredes lisas, cubierta por nueve gigantescas losas y culminada por un techo a dos aguas. Dos estrechas aberturas comunican la cámara con el exterior. La hazaña arquitectónica plantea numerosas incógnitas. Cerca de la pirámide de Keops se encuentran la de Kefrén y la inacabada pirámide de Micerinos.

La Pintura Egipcia: Canon y Simbolismo

La pintura egipcia se caracteriza por la pureza de la línea, que define los contornos con máxima claridad, la armonía y el equilibrio de la composición, y el juego cromático. La característica más relevante es la representación convencional de la figura humana, siguiendo un canon ideal que se mantuvo durante 3000 años. Este canon buscaba captar la esencia del individuo, sintetizando la figura humana en rasgos esenciales. La visualización implicaba una perspectiva simultánea de frente y de perfil: la cabeza se representaba de perfil, los ojos de frente, los hombros y el torso también de frente, y los brazos y piernas de perfil.

Ejemplos Destacados de la Pintura Egipcia

  • Tumba de Ramsés I (Imperio Nuevo, dinastía XIX): Ramsés I es presentado ante varios dioses con sus atributos. Anubis ostenta una cabeza de chacal y Horus una de halcón.
  • Tumba de Nebamún (Imperio Nuevo, dinastía XVIII, alrededor del 1370 a.C.): En las tumbas privadas se representaba una gran escena con el difunto como protagonista. Nebamún caza aves con su boomerang en los pantanos, acompañado de su mujer e hijos. La escena destaca por su riqueza cromática y la representación del mundo animal y vegetal.

El Templo Tebano: Un Recorrido hacia la Divinidad

El templo tebano estaba rodeado por un muro de piedra. Su única fachada, precedida por dos obeliscos, era el pilono, compuesto por una puerta triunfal flanqueada por dos torres. El patio descubierto, rodeado por una doble fila de columnas, albergaba el altar y era el único espacio accesible a los profanos. Una antesala daba paso a la sala hipóstila, caracterizada por una doble hilera de columnas que sostenía una cubierta plana. El Sancta Sanctorum albergaba la imagen de la deidad, visitada únicamente por el faraón o el sumo sacerdote. El templo era una sucesión de recintos que establecían una progresión hacia una mayor intimidad, siguiendo la estructura de una vivienda. A medida que se avanzaba, el tamaño de las salas se reducía.

La Sala Hipóstila de Karnak: Un Bosque de Columnas

La sala hipóstila de Karnak es el espacio cerrado de mayores dimensiones de la arquitectura egipcia. Alberga 134 gigantescas columnas papiriformes distribuidas en hileras que configuran estrechos pasillos, creando un ilusorio bosque de papiro. Cada columna se compone de una basa cilíndrica, un fuste, un capitel y un ábaco. Originalmente, estaba pintada con colores vivos que se percibían a través de celosías en las ventanas integradas en el muro.

El Templo de Abu Simbel: Colosalismo y Poder Faraónico

Los templos excavados en la tierra son otro ejemplo del colosalismo y la magnificencia egipcios. Poseen los mismos elementos que los templos construidos, aunque el patio precede al pilono, tallado en la roca. El templo de Abu Simbel presenta cuatro colosales estatuas sedentes de Ramsés II formando un audaz altorrelieve. Estas estatuas están acompañadas por las de su madre, su esposa y sus hijos, todas de menor tamaño. Sobre la puerta se abre un pequeño nicho con la representación de Re-Horakhte. Este templo cumple excepcionalmente los objetivos del templo egipcio: su exterior es un verdadero retrato del poder faraónico, y su interior muestra la indisoluble unión entre el dios y el faraón.

La Escultura Egipcia: Esencia e Inmortalidad

Los artistas egipcios no buscaban la belleza ni el movimiento, sino captar la esencia de la persona representada, sin preocuparse por el naturalismo. Las representaciones seguían un lenguaje convencional que implicaba idealización, hieratismo, rigidez, formas cúbicas y frontalidad. Los rostros eran inexpresivos, con ojos almendrados y mirada lejana. Las articulaciones se mantenían rígidas y los brazos pegados al torso. Las figuras podían estar de pie, sentadas u organizadas en grupo. Eran policromas y solían tallarse a partir de un bloque de piedra rectangular, aunque a menudo solo se esculpía el frontal.

Obras Maestras de la Escultura Egipcia

  • Tríada de Micerinos (Imperio Antiguo, dinastía IV, alrededor del 2500 a.C.): El faraón Micerinos aparece junto a su esposa y Hathor, diosa del cielo y la fertilidad, representada como una mujer con cuernos de vaca y disco solar. Este conjunto se caracteriza por su unidad y equilibrio, y presenta las premisas básicas del lenguaje convencional egipcio: frontalidad, rigidez plástica y hieratismo.
  • Escriba Sentado (Imperio Antiguo, dinastía V, alrededor del 2463-2380 a.C.): Representa a un escriba sentado en el suelo con las piernas cruzadas, mostrando mayor naturalidad y humanidad. Está hecho de caliza blanca, pintada en colores ocres y pardos. Tiene los ojos incrustados con pupilas de cristal de roca y pestañas de cobre.
  • Busto de la Reina Nefertiti (Imperio Nuevo, dinastía XVIII, alrededor del 1360 a.C.): Ilustra la breve revolución religiosa y artística protagonizada por Amenofis IV, quien trasladó su corte a Tell-el-Amarna y se proclamó seguidor de un dios único (Atón). Este busto de su esposa muestra un cuello de cisne desproporcionado que la embellece. Las facciones son regulares, el cutis terso, los labios carnosos y los ojos arqueados y maquillados.
  • Tumba de Khaemwesset (Imperio Nuevo, dinastía XVIII): Las tumbas de los altos dignatarios preferían la pintura en relieve. Los frescos se articulan en frisos separados por líneas y pueden leerse como narraciones de escenas de la vida cotidiana del difunto. Las escenas se desarrollan en horizontal.

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