26 Mar
A. Teoría Neoclásica
Esta teoría surge a finales del siglo xix y principios del xx. Los economistas neoclásicos (Jevons, Walras, Menger) consideran que la empresa es un mecanismo que se sitúa entre el mercado de bienes iniciales y el mercado de bienes finales, y su actuación consiste en combinar los factores de producción para transformarlos en productos. Los precios de los factores productivos y de los productos los fija el mercado (mediante el mecanismo que Adam Smith llamó mano invisible).
Esta teoría considera a la empresa como la unidad económica de producción. El empresario combina los mismos elementos con el objetivo de maximizar el beneficio. La empresa es considerada simplemente como una «función matemática de producción».
B. Teoría de los costes de transacción (Williamson y Coase)
Williamson intenta explicar el funcionamiento de la empresa entrando en su interior. Describe que en la empresa se generan una serie de fases en el proceso de producción que hacen que se produzcan relaciones entre distintos agentes o transacciones (pueden ser internas o externas).
Las transacciones provocan unos costes, además del precio, como por ejemplo localizar al proveedor, conocer la calidad de su producto, comparar precios, etc. Estos son los denominados costes de transacción.
La empresa debe gestionar las transacciones con el objetivo de reducir los costes de transacción. Se justifica de este modo la existencia de grandes empresas que controlan todo el proceso productivo.
C. Teoría social
La responsabilidad de la empresa no se limita al cumplimiento del objetivo estrictamente económico, sino que incluye, además, objetivos de carácter social: puede contribuir a una mayor calidad de vida de su plantilla, a mejorar el entorno, a preservar el medio ambiente, etc. Estos objetivos están establecidos en el balance social de la empresa.
D. Teoría de la agencia o contractual
Esta teoría concibe la empresa como un conjunto de relaciones de agencia. La relación de agencia es un contrato en el cual una o más personas recurren al servicio de otra u otras para que cumplan una tarea en su nombre, lo que implica delegar alguna autoridad. Es un método de desarrollo empresarial mediante un sistema de subcontratación o externalización de diversas tareas. En virtud de este acuerdo, cualquier actuación que realice la organización en la que se delega tendrá la misma validez legal que si la hubiera hecho la propia empresa.
E. La empresa como sistema
Entendemos un sistema como un conjunto de elementos relacionados, es decir, un conjunto de elementos ordenados en una estructura organizativa que desempeña funciones específicas para lograr determinados objetivos y, a la vez, relacionados con el sistema económico global.
■ Siglo XVIII: empresario capitalista como propietario de los medios de producción (Adam Smith, 1723-1790)
En la época de la Revolución Industrial (finales del s. Xviii y principios del s. Xix) el empresario es individual. Según los economistas de la escuela clásica (Smith, Ricardo, etc.), el empresario coincide con el propietario del capital y realiza la función de controlar los medios de producción. El empresario se define, en esta época, como el sujeto que compromete su capacidad al funcionamiento de la empresa y, en consecuencia, afronta el riesgo patrimonial de la actividad.
■ Siglo XVIII-xix: empresario como hombre de negocios (R. Cantillon, 1680-1734, y J. B. Say, 1767-1832)
Cantillon es la primera persona que entiende la figura del empresario como hombre de negocios, por el hecho de ser un agente que compra los medios para producir y, posteriormente, revender a un precio incierto. Podemos decir que es una persona que asume negocios y riesgos, y que no sabe a qué precio recuperará su inversión.Say, en cambio, considera que el valor de la producción ha de ser capaz de pagar los costes de todos los factores de producción y conseguir ganancias.
■ Siglo XIX: empresario como organizador (A. Marshall, 1842-1924)Poco a poco, gracias a los avances tecnológicos, a las mejores retribuciones y al hecho de que los mercados se van ampliando, se necesitan más capitales y, ante la opción de que un solo patrimonio tenga que hacer frente a los gastos, aparecen las grandes sociedades, en las que diversos propietarios financian conjuntamente la empresa. Nace una nueva figura de empresario, al mismo tiempo que se empiezan a diferenciar los objetivos del empresario y del capitalista. En el Siglo XIX, la Concepción de la figura del empresario cambia a consecuencia de la adaptación de la empresa a la transformación social. El capital obtenido se confía a un empresario profesional, que puede ser o no partícipe del capital, sobre la base de sus conocimientos. Por esta vía se llega a una etapa del capitalismo, en la cual el capital se fracciona entre un número amplio de accionistas y se elige al empresario en función de su capacidad. Por tanto, el empresario afronta, ahora, un riesgo profesional más que patrimonial, es decir, arriesga la continuidad de su puesto de trabajo. Entonces los objetivos empresariales se pueden diferenciar; por un lado están los accionistas, que persiguen la obtención de unos frutos (presentes o futuros) por su inversión y, por otro, el empresario profesional, que busca una continuidad y que, para incrementar su poder, depende tanto de los accionistas como del crecimiento de la empresa.
Por tanto, para Marshall se debe distinguir entre la recompensa a la capacidad de organización del empresario (beneficio empresarial) y la recompensa a las aportaciones del capital (dividendo).
■ Siglo XX: empresario como persona innovadora (J. A. Schumpeter, 1883-1950)
Para Schumpeter no es el riesgo el factor explicativo de las ganancias del empresario sino la innovación y el progreso técnico. En el sistema capitalista el proceso de cambio tecnológico genera, en principio, innovación en el mercado y hace que las empresas que innoven sean más competitivas hasta que la entrada de competidores haga disminuir estos beneficios extraordinarios. Por tanto, el empresario ha de inventar e innovar hasta que aparezca la imitación, momento en que sus beneficios extraordinarios se verán reducidos. Podríamos decir que las fases del cambio tecnológico son la invención, la innovación y la imitación.
■ Siglo XX: empresario como persona que asume el riesgo (F. H. Knight, 1885-1972)
Según Knight, el empresario es la persona que asume el riesgo derivado de la actividad económica, adelanta el dinero y, por tanto, ha de ser recompensado con un beneficio. Tiene dos tipos de riesgos evidentemente relacionados, uno más técnico, por si la producción no funciona o no se producen las cantidades esperadas, y otro más económico, por si los ingresos no son los esperados. Por tanto, justifica su beneficio con el riesgo, ya que el dinero que pone es cierto y real y, sin embargo, no sabe si lo recuperará.
A pesar de ello, sigue diferenciando los dos tipos de actividades que la dirección hace en la empresa:
La del director o empresario profesional: persona que da órdenes de gestión de la empresa y desarrolla la función de organización.
La del empresario patrimonial: persona que asume el riesgo y que elige a quien dirige y da órdenes de gestión en la empresa, es decir, el empresario profesional, pero el riesgo sigue asumiéndolo esta persona.
■ Siglo XX: empresario tecnócrata (J. K. Galbraith, 1908-2006)
Según Galbraith, el poder económico ha ido pasando de las personas y de la propiedad a las organizaciones. Aparece el llamado derecho del poder restringido, o lo que él denomina tecnoestructura. Este poder lo ostentan los directivos, que son especialistas y, puesto que tienen el poder ejecutivo, toman las decisiones referentes a la empresa, y tienen y coordinan toda la información. Además, Galbraith hace un estudio crítico de la relación que existe en el mercado sobre la economía dominada por las grandes empresas (pocas industrias pero con un gran poder) que conviven con otra estructura de pequeñas empresas, que son muchas pero que influyen poco en él y que se han de adaptar a las condiciones de las otras. Podemos decir que esta dirección compartida por personal técnico (profesionales de la abogacía, economía, ingeniería, etc.) se cumple en las grandes empresas, donde los accionistas son únicamente inversores que tienen como función exclusiva obtener un rendimiento por el capital invertido y, en el caso de que este no sea el esperado, sacar su capital de la empresa e invertirlo en otro lugar. Sin embargo, en las empresas individuales o familiares, pequeñas y medianas empresas, queda el primitivo poder del capitalista o propietario.
■ Siglo XX-xxi: empresario líder (W. G. Bennis, 1925)
Actualmente el empresario ha de tener un carácter innovador, además de ser un buen líder y un buen estratega para escoger los caminos adecuados para conseguir los objetivos. Cuando se habla de innovación se refiere a todas sus vertientes, es decir: innovación técnica (productos, procesos, etc.), innovación de gestión (técnicas de dirección de empresa) y, si hablamos de liderazgo (se hablará de ello más adelante), un líder ha de tener unas cualidades personales específicas para poder ejercer como tal.
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