21 Feb
Las Primeras Aventuras de Don Quijote
La Primera Salida de Don Quijote (Capítulos I, II, III)
Don Quijote, impulsado por su ideal caballeresco, decide emprender su primera aventura sin el conocimiento de nadie. Se viste con su armadura, toma sus armas y monta a Rocinante. Sin embargo, pronto se da cuenta de que no ha sido nombrado caballero y, por lo tanto, no puede luchar como tal. A pesar de esto, se aventura por los campos de Montiel, invocando a su amada Dulcinea y pronunciando discursos grandilocuentes.
Tras un día caluroso y agotador, Don Quijote divisa una venta y la confunde con un castillo. En la puerta, ve a dos rameras a las que imagina como doncellas. Al llegar, espera ser recibido con los honores propios de un caballero, pero se encuentra con la cruda realidad de la venta. Un porquero anuncia su llegada tocando un cuerno, lo que Don Quijote interpreta como una señal de bienvenida. Las mujeres se asustan al verlo, pero él se descubre el rostro, provocando su risa. El ventero le ofrece comida, aunque no lecho. Don Quijote pide que cuiden de Rocinante y las doncellas le ayudan a desarmarse, aunque no logran quitarle la celada. Le sirven bacalao mal remojado, pero le es imposible comer cómodamente debido a la celada.
El Primer Encuentro en la Venta con Maritornes (Capítulo VII)
Don Quijote, magullado y maltrecho, es curado por Maritornes, una moza asturiana. Al irse a acostar, se encuentra con que un arriero también duerme en el mismo pajar. Maritornes, quien había prometido acudir a la cama del arriero, entra de noche. Don Quijote, creyendo que es la hija del dueño del castillo que viene a visitarlo, le declara su fidelidad a Dulcinea. El arriero, al oír esto, se enfurece y se enzarzan en una pelea que termina rompiendo la cama. El ventero, sospechando de Maritornes, se une a la confusión. Ella, para evitar ser descubierta, se mete en la cama de Sancho, lo que provoca una pelea generalizada.
El Episodio de Marcela y Crisóstomo (Capítulo IV)
En otra de sus aventuras, Don Quijote se encuentra con unos cabreros que lo invitan a pasar la noche y cenar. Durante la cena, otro pastor anuncia la muerte de Crisóstomo, quien falleció por el amor no correspondido de Marcela. Todos se dirigen al entierro. Al día siguiente, Don Quijote se encuentra con dos caballeros, uno de ellos llamado Vivaldo, quien le pregunta sobre su armadura. Don Quijote responde que es su profesión, lo que lleva a Vivaldo a tomarlo por loco.
Vivaldo, para poner a prueba su locura, le pregunta qué clase de caballero es. Don Quijote responde que es de los que ayudan a los débiles y necesitados. Vivaldo comenta que su profesión es dura, a lo que Don Quijote responde que sí, pues siempre andan piojosos, sedientos y hambrientos. Vivaldo le sugiere que se encomiende a su dama en lugar de a Dios, a lo que Don Quijote responde que todo caballero debe tener una dama. Al preguntarle por el nombre de su amada, Don Quijote declara que es Dulcinea, cuya hermosura es sobrehumana. Al oír esto, todos confirman la locura de Don Quijote.
En el entierro de Crisóstomo, un pastor declara el amor que este sentía por Marcela. De repente, aparece Marcela, dejando a todos admirados. El amigo de Crisóstomo la increpa por su crueldad, pero Marcela se defiende, argumentando que ella no es culpable de su hermosura y que nació libre para vivir en soledad. Afirma que nunca dio esperanzas a nadie y que la insistencia de Crisóstomo fue la causa de su muerte. Marcela declara su deseo de vivir en soledad.
Don Quijote, admirado por la discreción de Marcela, declara que nadie debe seguirla. Luego, se despide de Vivaldo y los cabreros, y decide buscar a Marcela para ponerse a su servicio.
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