22 Jul
Obra leída: Bajarse al moro de José Luis Alonso de Santos
José Luis Alonso de Santos está considerado por críticos y estudiosos como uno de los grandes dramaturgos españoles del período histórico que se abre con la democracia. Es mérito suyo el que la comedia tome el relevo a la tragedia como género carácterístico para expresar el nuevo tiempo complejo y esperanzador de la libertad, pues introduce en ese género cambios radicales que afectan a su estructura y lenguaje, por un lado, y a sus contenidos intelectuales por otro. Bajarse almoro es modelo de todo ello.
Alonso de Santos ha escrito cerca de cincuenta obras teatrales, estrenadas con éxito de crítica y público -algunas llevadas al cine como: Bajarse al moro, La estanquera de Vallecas y Salvajes-, así como guiones de cine, series de televisión, narrativa infantil y novelas. Sus obras han sido editadas tanto en España como en el extranjero.
Este dramaturgo pertenece al movimiento del Teatro Independiente español, surgido desde el descontento de una serie de autores de la década de los setenta como alternativa vital, cultural, política y profesional.
En los primeros años 80 va teniendo lugar una cierta disolución del movimiento independiente, al empezar a integrarse sus nombres más importantes en otras formas de producción.Poco a poco se ve el fin de la independencia y el comienzo de la creación individual por parte de estos autores, en la cual debe inscribirse Bajarse al Moro.
Esta obra fue estrenada en 1985. La democracia parece consolidada y el clima político es más distendido, aunque la sociedad continua estando aún fuertemente polarizada.
En ese contexto, el contenido político que en los 60 y 70 que había impregnado toda la creación cultural en España deja de tener sentido. Es el momento de lo nuevo y de la modernidad, de recuperar el tiempo perdido, de la movida madrileña. La creación artística ya no es un modelo de acción política y sus obras deben adaptarse a la nueva realidad social. La crítica política se convierte en crítica social.
La crítica literaria que ha estudiado la obra de Alonso de Santos clasifica Bajarse al moro dentro de la “comedia de la experiencia cotidiana”. Aunque presenta ciertos rasgos de la comedia, principalmente en el uso del lenguaje y en el tratamiento de algunos personajes (Jaimito, madre de Alberto, vecino, etc.), lo cierto es que constituye en esencia un drama, con la intención de actuar sobre la conciencia del lector más allá del mero entretenimiento.
La obra es una crítica a la sociedad tradicional que todavía perdura en los 80, a la que el autor acusa de hipócrita y represiva con la libertad individual, si bien es cierto que lo hace con gran comicidad e ironía. La gran batalla de los años 80 se da dentro de la escalada social con dos grupos principales como referencia: los triunfadores y los fracasados (Alberto y Jaimito). Sin embargo, no podemos obviar que el tema principal gira en torno a los anhelos y preocupaciones de los jóvenes de todos los tiempos que buscan su sitio en la sociedad o fuera de ella.
Los personajes principales comparten como carácterística común la juventud. Alonso de Santos los libera de todas las limitaciones que le pone la familia o el trabajo, y les regala los atributos más preciados: la libertad, la generosidad y la alegría. Sin embargo, los jóvenes no saben cómo conseguir la felicidad. Todos los personajes secundarios son adultos y responden a arquetipos de la sociedad burguesa tradicional (por lo tanto negativos). Parecen ridículos cuando critican moralmente la forma de vida del apartamento, y descubrimos sus verdaderas personalidades.
Aunque siempre con un estilo coloquial y llano, el lenguaje es utilizado como signo distintivo de los personajes de acuerdo con su situación generacional y cultural.
Por lo que respecta al espacio, toda la obra transcurre en un pequeño apartamento de la zona vieja de Madrid, cumpliendo la regla de unidad del lugar en la obra dramática. El lugar es el principal instrumento del que se sirve el autor para definir el concepto de una forma de vida alternativa. En cuanto al uso del tiempo, podríamos dividir la obra en dos grandes espacios de tiempo dramático cada uno de un par de días, separados por una semana de tiempo aludido o elíptico.
La subjetividad del autor ante la crítica social se refleja en que en los personajes priman los arquetipos sociales por encima del análisis psicológico, sin ningún matiz, todos son positivos o negativos de acuerdo con su posición ideológica respecto del tema planteado, casi hasta el punto de poder clasificarlos como buenos y malos.
En todo caso la obra debe ser valorada en el contexto social de su tiempo. Para un espectador de mediados de los 80 el sistema represivo del franquismo aún seguía vigente en numerosos elementos del sistema. La radicalidad de los personajes no es más que un reflejo de la sociedad fuertemente polarizada de la joven democracia de 1985 (recordemos que tan solo cuatro años antes se había producido el Golpe de Estado). Aun así, la obra mantiene actualidad porque presenta al lector joven el viaje hacia su futuro vital y, sobre todo, lo invita a un viaje interior de aceptación de uno mismo.
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