14 Feb
- Por profesor
- En Lengua y literatura
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El Renacimiento es un movimiento cultural que se dio en Europa durante el Siglo XVI; nace en Italia desde donde se extendíó al resto de países europeos. Preparado por una serie de hechos, entre los que destacan el advenimiento de la clase burguesa con su visión realista de la vida, el «Humanismo» iniciado por Petrarca, la invención de la imprenta con la que se difunde la cultura clásica, etc. El Renacimiento aporta a la civilización humana una entusiasta valoración del mundo y del hombre, presidido por el conocimiento y admiración de la Antigüedad clásica grecolatina.
Al terminar la Edad Media, la antigua visión teocéntrica deja paso a un orgulloso antropocentrismo que exalta el poder de la naturaleza humana. El hombre renacentista se considera independiente y dueño de su propio destino. El afán de conocimiento científico se une al interés por la cultura clásica.
Implica una valoración de la Naturaleza en la vida y en el arte. Se afirma la importancia de la vida terrena frente a la sobrenatural que cristaliza en el tópico del «Carpe diem». Se interesa por el conocimiento científico de la Naturaleza y se valora el tópico bucólico del «Beatus ille», considerándose el ambiente pastoril como arquetipo supremo de existencia sencilla, natural y, por tanto, perfecta. Los rasgos más importantes del Renacimiento son, por tanto, la exaltación de lo humano. El desarrollo de las facultades tanto físicas como espirituales, buscando satisfacer todas las posibilidades del ser humano (antropocentrismo)
. Ello conlleva una valoración de lo terreno por encima de lo sobrenatural. El mundo deja de ser «un valle de lágrimas» para ser un lugar de goce.
El teatro isabelino:
En la segunda mitad del Siglo XVI, Inglaterra experimenta bajo Isabel I un momento de auge. Esta prosperidad en lo económico se refleja en el campo de las letras, especialmente el teatro, que fue el género popular por excelencia.
En este período surgíó el genio de la escena inglesa, William Shakespeare, que aprovechó el desarrollo de la dramaturgia isabelina y supo llevarla a su más alta cima. Varias son las causas que propiciaron el florecimiento del teatro en esta época: El fuerte potencial económico del país. La corriente artística isabelina fue el resultado de una coyuntura socio-política de gran trascendencia. , Inaugura la supremacía marítima inglesa en un clima de exaltación y optimismo expansionista. Inglaterra pudo iniciar su despegue económico y permitirse el lujo de los teatros donde triunfaron las obras de Shakespeare. Fue un teatro popular que gozó del gran favor del público. – La profesionalización de las compañías teatrales que fue posible gracias a la protección que les proporciónó la corte y la nobleza, a pesar de que la moral establecida consideraba a los actores vagabundos y gente de mal vivir. La construcción de locales destinados específicamente para la representación, los primeros teatros fijos.
Los más importantes se edificaron en las proximidades de Londres, ya que dentro de la ciudad el teatro estaba por entonces prohibido. The Swan (El Cisne) The Globe (El Globo). Para leer el teatro isabelino es preciso imaginarse la representación teatral sin decorado, ni maquinaria, ni luminotecnia, en una plataforma que avanzaba entre los espectadores de pie en el patio. – El teatro de la época isabelina se escribía en verso, el llamado verso blanco, una serie de versos largos sin rima final, casi prosa. Aunque en una misma obra pueden alternarse el verso y la prosa.
Se apartaba de las reglas clásicas:
no respeta las tres unidades y mezcla lo trágico con lo cómico.
Se mezclan los personajes nobles con los plebeyos.
El teatro histórico apelaba al sentir patriótico de una Inglaterra ascendente; la comedia de enredo solía ser de asunto amoroso complicado con malentendidos que se resolvían felizmente; y la tragedia, el género de mayor prestigio en el teatro isabelino, imitaba el modelo de Séneca y su «tragedia de horror. En las representaciones no había actrices, pues no se les permitía a las mujeres actuar, ya que los actores eran considerados vagabundos que formaban parte de la servidumbre de los nobles. Por eso, cuando había una mujer en el reparto el papel lo representaba un jovencito. El público era una gran muestra representativa de toda la sociedad inglesa. Por eso, los autores que triunfaban tenían que atraer a la gente más educada del público pero también a quien no había recibido educación formal. Más aún, debían saber cómo hacer uso tanto del humor grotesco como de las refinadas alusiones clásicas, razón por la cual en las obras de teatro se hacía todo lo posible para que los espectadores las comprendieran.
Las alusiones son un recurso literario para impresionar nombrando a una persona importante. Entre aquellos autores destacan:
Thomas Kid:
Se le considera el padre de la “tragedia de venganza” por su obra La tragedia española.
Kyd creó en esta historia sobre la venganza de Jerónimo, condestable de Castilla, una pieza de horror y desesperación, de muerte y venganza que tuvo una enorme repercusión en el teatro posterior.
Benjamín Jonson
Fue amigo de Shakespeare y actor como él. Representa los avances de un teatro que, por su tratamiento realista e intención moral, se sitúa como precursor del teatro burgués y clasicista del Siglo XVIII. Jonson escribíó principalmente comedias en las que satirizaba a un determinado tipo social: a los representantes de la nueva burguésía cuyo mercantilismo denuncia como sinónimo de corrupción e inmoralidad. Destaca su obra Volpone, el retrato cómico de un avaro, a la vez que una denuncia de la codicia de una sociedad regida por el dinero.
Christopher Marlowe:
La llegada de Christopher Marlowe a la escena inglesa supuso el principio de una nueva era en el teatro. Nunca se había representado tanta pasión en un escenario. El elemento más interesante de la obra de Marlowe es la creación del héroe marlowiano: un hombre que, a pesar de las limitaciones sociales o físicas, salta todas las barreras para alcanzar su objetivo final: el saber o el poder.
Sin embargo, su ascensión hasta las cumbres de la sabiduría, del poder o la riqueza finalizará con su caída trágica, porque en su ambicioso vuelo ha transgredido las leyes de Dios y de los hombres. Los héroes de estas tragedias son el símbolo de una época que ha visto transformarse su visión del mundo, pues encarnan el debate entre la tradición medieval de acatamiento a las doctrinas religiosas y el hombre renacentista que confía en su capacidad ilimitada para explorar el universo. Así, el héroe de Tamerlán el Grande (1587) presume de estar en control de su destino («Mantengo a los Hados inmóviles con cadenas de hierro / y con mi mano hago girar la rueda de la Fortuna»), pero al final tiene que aceptar con amargura su condición humana.
La trágica historia del doctor Fausto
: es la más famosa de sus obras y la que mejor refleja el debate del personaje entre un mundo antiguo y uno nuevo. El impacto que el mito de Fausto ha tenido en la cultura occidental es sólo comparable con el de otros arquetipos propiciados por las letras inglesas como el amor en Romeo y Julieta o los celos en Otelo.
William Shakespeare
Empezó a publicar sus poemas Venus y Adonis y La violación de Lucrecia, y a escribir sus Sonetos
. En 1611 abandona volunariamente la escena y se retira a su pueblo natal. Shakespeare publicó en vida tan sólo dieciséis de las obras que se le atribuyen; algunas de ellas posiblemente se hubieran perdido de no publicarse pocos años después de la muerte del poeta. El First Folio, que reagrupa la mayor parte de su producción literaria, fue publicado por dos actores de su compañía. Gracias a esta obra se conservó la mitad de la obra dramática del autor, que no había sido impresa, pues Shakespeare no se preocupó en pasar a la historia como autor dramático. Sus obras tempranas incluyen: La comedia de las equivocaciones, Tito Andrónico, Los dos caballeros de Verona, Romeo y Julieta y Trabajos de amor perdidos. Entre sus dramas históricos figuran:
Ricardo II, La tragedia del rey Ricardo III, Enrique IV, Julio César, Antonio y Cleopatray Pericles
. Entre sus comedias, famosas por su fantasía, transformaciones y juegos de ingenio y ambigüedad, destacan:
El mercader de Venecia, Mucho ruido y pocas nueces, Como gustéis, Las alegres casadas de Windsor y Sueño de una noche de verano
. Sus tragedias principales son:
Hamlet, Otelo, Macbeth, El rey Lear y Timón de Atenas, y de su repertorio tardío sobresalen La tempestad, Cymbeline y Cuento de invierno
. Además de estos monumentos del teatro mundial, Shakespeare escribíó una exquisita colección de sonetos, poemas líricos en ocasiones desencantados y crípticos, caracterizados por su profundo análisis de los sentimientos amorosos. Uno de los rasgos más sobresalientes de Shakespeare es el valor poético de su escritura.
Otra carácterística es la introducción de teatro en el teatro, de forma que los personajes también contemplan una representación teatral, como ocurre en Hamlet
. Del estilo teatral de Shakespeare destacan dos carácterísticas fundamentales: su extraordinaria variedad de temas, ambientes y situaciones, y la cantidad de tipos humanos perfectamente definidos en sus complicadas psicologías, así
como la descripción de sus procesos vitales movidos por grandes pasiones irrefrenables que los precipitan en terribles tragedias personales.
El gran conocimiento de la condición humana y su capacidad para imaginar personajes que reflejan maravillosamente las cualidades y miserias de los hombres, algunos de los cuales se han convertido con el tiempo en símbolos de caracteres humanos.
Macbeth representa la ambición criminal, Otelo los celos, Hamlet la duda. Shakespearese interesa vivamente por la sinrazón humana y los locos de su teatro son obsesos de una pasión terrestre que los encadena. En el escenario shakesperiano vemos situaciones de terrible dramatismo junto a otras de gran comicidad, ambientes irreales y fantásticos junto a rasgos de enérgico Realismo, momentos de elevadísima poesía junto a penetrantes observaciones filosóficas, morales o psicológicas. La música también está presente en las obras de Shakespeare. W. Shakespeare experimentó con los sonidos, significados y ritmos de su lengua natal. Recibíó la influencia de:
Plauto, Ovidio, Séneca, Marlowe, la Biblia y de diversas tradiciones escénicas, y basó casi todos sus argumentos en piezas ajenas, por ejemplo originadas en Boccaccio, Montemayor, Plutarco, cronistas de la antigüedad e historiadores británicos, enriqueciendo la literatura universal con su amplísimo vocabulario, su talento incomparable para el planteamiento dramático y su genio inagotable para la creación de personajes arquetípicos. Su representación de los conflictos del ser humano fue tan sublime en su forma y su visión poética como en su alcance intelectual e intuitivo. Shakespeare llevó a la escena las principales preguntas del Renacimiento e hizo que el idioma inglés cobrara vida en todo su esplendor. Sus inmortales parlamentos y personajes se han mantenido a través los tiempos y las culturas, inspirando irresistiblemente a otros escritores, de su país y foráneos.Destacamos entre sus obras una tragedia y una comedia (El mercader de Venecia
).
Hamlet esta obra de gran éxito en su día es uno de los clásicos del canon occidental y quizá la pieza más afamada de las letras inglesas y del teatro universal. Su protagonista se ha convertido en uno de los mayores mitos literarios y en un enigma para la psicología. El Barroco supuso una diversidad tal de las creaciones artísticas y una nacionalización tan extrema, que es imposible definir las carácterísticas “barrocas” comunes a todos los países donde se produce. Además, la tradicional división de la historia literaria de los siglos XVI y XVII en Renacimiento y Barroco hace confundir como diferencias lo que en realidad son continuaciones; el Barroco no es sino una ampliación o continuación del Renacimiento exagerando sus carácterísticas estilísticas y llevando a sus límites las ideas estéticas y culturales renacentistas. Además, los escritores y artistas de la época no tuvieron conciencia de que hubiese una ruptura entre ambos periodos; por tanto, el estudio de la literatura de los siglos XVI y XVII debería de hacerse conjuntamente -puesto que se centra en su clasicismo-, aunque señalando la evolución interna que se produce a lo largo de los dos siglos. El Barroco se caracteriza por su diversificación en literaturas nacionales que se desarrollan en distintas direcciones.La literatura barroca es una continuación de la renacentista a la que amplía exagerando sus carácterísticas formales y repitiendo sus contenidos. El pesimismo del Barroco es una de las carácterísticas más comunes de las literaturas de esta época. La finalidad es excitar fuertemente la sensibilidad e inteligencia del lector. Pretende provocar la sorpresa admirativa para lo que recurre a lo maravilloso, lo pintoresco, lo colosal, lo grotesco y lo maravilloso. Se busca una estilística personal sin dejar de tener como modelo a los clásicos. Tiene la literatura barroca una fuerte tendencia a la exageración y todo adquiere en ella un carácter desorbitado e hiperbólico. El Barroco es esencialmente dinámico.
El estilo Barroco da el sentido de movilidad y retorcimiento dislocando las oraciones con forzados hipérbatons o acelerando su ritmo con atrevidas elipsis, adquiriendo una mayor rapidez e intensidad.
La denominación como Barrocode un determinado momento de la cultura europea se debe a críticos del Siglo XVIII que descalificaron así la mayoría de las producciones artísticas y literarias del siglo XVII, considerándolas desmesuradas y extravagantes, por lo que el término Barroco tenía un matiz peyorativo. El Barroco supuso una diversidad tal de las creaciones artísticas y una nacionalización tan extrema, que es imposible definir las carácterísticas “barrocas” comunes a todos los países donde se produce. Además, la tradicional división de la historia literaria de los siglos XVI y XVII en Renacimiento y Barroco hace confundir como diferencias lo que en realidad son continuaciones; es decir, el Barroco no es sino una ampliación o continuación del Renacimiento exagerando sus carácterísticas estilísticas y llevando a sus límites las ideas estéticas y culturales renacentistas. Además, los escritores y artistas de la época no tuvieron conciencia de que hubiese una ruptura entre ambos periodos; por tanto, el estudio de la literatura de los siglos XVI y XVII debería de hacerse conjuntamente -puesto que se centra en su clasicismo-, aunque señalando la evolución interna que se produce a lo largo de los dos siglos. El Barroco se caracteriza por su diversificación en literaturas nacionales que se desarrollan en distintas direcciones. La literatura barroca es una continuación de la renacentista a la que amplía exagerando sus carácterísticas formales y repitiendo sus contenidos. El pesimismo del Barroco es una de las carácterísticas más comunes de las literaturas de esta época. La finalidad de la literatura barroca es excitar fuertemente la sensibilidad e inteligencia del lector. Pretende provocar la sorpresa admirativa para lo que recurre a lo maravilloso, lo pintoresco, lo colosal, lo grotesco y lo maravilloso. Se busca una estilística personal sin dejar de tener como modelo a los clásicos. Tiene la literatura barroca una fuerte tendencia a la exageración y todo adquiere en ella un carácter desorbitado e hiperbólico. El Barroco es esencialmente dinámico.
El estilo Barroco da el sentido de movilidad y retorcimiento dislocando las oraciones con forzados hipérbatons o acelerando su ritmo con atrevidas elipsis, adquiriendo una mayor rapidez e intensidad expresiva. Hay un pródigo empleo de los contrastes en el afán de mostrar todos los aspectos de la vida ofreciendo en un mismo plano lo minúsculo y lo grandioso, lo refinado y lo grosero, lo feo y lo bello, la luz y la sombra y, en una palabra, el haz y el envés de la realidad. – La literatura barroca sustituye la naturalidad clásica por la artificiosidad. Se desprecia la forma fácil, clara y sencilla por la difícil, oscura y complicada. – El escritor Barroco se dirige a una minoría culta despreciando la audiencia del vulgo.
Los preceptistas de la Academia, con Richelieu a la cabeza, impusieron lo que ellos pensaban que era la claridad y el orden en el teatro. Para ello había que volver a observar las normas aristotélicas.
Estas normas se basaban en el respeto a la regla de las tres unidades, que para ellos representaba lo razonable. Así, la obra debía atenerse a la unidad de acción (sólo podía haber una intriga), unidad de tiempo (la acción debía pretender que sucedía en el transcurso de un día) y unidad de lugar (la historia debía ocurrir en un lugar). Tampoco estaba permitido mezclar lo cómico con lo trágico y las obras debían constar de cinco actos y no de tres como en el drama español. Estas normas provocaron gran controversia entre los dramaturgos.
Molíère y Corneille se las arreglaron para no seguirlas y tuvieron gran éxito.
Racine en cambio compuso sus tragedias ajustándose a los preceptos y escribíó obras maestras también. Pierre Corneille: A Corneille se le conoce como el creador de la tragedia clásica francesa.
Desarrolló y consagró un nuevo esquema trágico que se centra en el conflicto interior de los personajes y no en las acciones. Como consecuencia, sus obras generalmente presentan a un personaje que se debate entre la pasión -el amor o el deseo de venganza- y el deber. El desenlace de sus tragedias presenta el triunfo de la razón porque sus héroes se inclinan hacia el deber. Entre las mejores tragedias de Corneille destaca la ya mencionada El Cid, inspirada en una obra del dramaturgo español Guillén de Castro–
Las mocedades del Cid (1618)-. Pero quizá la más perfecta de las tragedias de Corneille sea Cinna (1641), la tragedia del emperador Augusto, escindido entre el deseo de venganza y el bien del Estado. El aspecto más interesante es la altura heroica del personaje de Augusto, quien finalmente sabe controlar sus pasiones y perdonar a los conjurados en aras del bien del Estado. Jean Racine creó su obra en la Francia del Rey Sol, Luis XIV, cuya corte conquistó con la fuerza y la perfección de los versos de sus tragedias. Racine llevó a su cima la tragedia clásica francesa iniciada por Corneille. El teatro francés: El Siglo XVII vio las obras de las mayores glorias del teatro francés:
Corneille, Racine y Molíère.
Entre los tres destaca la labor de Molíère por su trascendencia en el teatro posterior, tanto en el sentido de obra literaria como de espectáculo.
La dramaturgia francesa del Siglo XVII presenta la originalidad de desarrollar en pleno Barroco la teoría clasicista, porque era obligado someterse a los preceptos clásicos dictados por la Academia Francesa, creada por el cardenal Richelieu, el primer ministro de Luis XIII. Éstos son algunos de los rasgos que distinguen las tragedias de Racine: los protagonistas son generalmente mujeres personajes débiles que se dejan arrastrar por la fatalidad de un destino contra el que no pueden luchar. El desenlace de las tragedias suele ser desdichado, porque sus argumentos encierran una visión pesimista del mundo. La concepción teatral de Racine se ajustaba fácilmente a las reglas aristotélicas por varias razones: porque sus temas procedían principalmente de las tragedias griegas y porque concentraba la acción en la descripción de su protagonista en un momento de crisis, por lo que no convénía que hubiese más de una acción ni que ésta se prolongase más allá de un día. Entre sus obras sobresalen Andrómaca que lo consagró como autor de fama y Fedra.
Andrómaca es la tragedia del amor no correspondido.
Moliere:
cuando Molíère empezó a escribir comedias, era este un género de mera diversión, sin calidad literaria, pero él consiguió elevarlo a la
misma altura que ya había alcanzado la tragedia con Corneille y Racine. A él se debe la creación de la comedia nacional francesa, con la que ofrecía a la literatura universal un modelo para la comedia moderna y de costumbres. Desde el punto de vista de las ideas, la comedia del autor parisino refleja una moral burguesa, racionalista y vitalista que todavía está vigente. Para llevar a cabo la renovación de la comedia, Molíère partíó de las tradiciones que mejor conocía. Así, supo aprovechar la herencia clasicista especialmente al autor Plauto, la tradición cómica francesa de la popular farsa, la improvisación cómica de la commedia dell’arte italiana y, en menor medida, la comedia de intrigas y equívocos como el teatro del Siglo de Oro español. Éstas son las tradiciones de las que dispónía Molíère, pero su acierto consistíó en saber combinar la comicidad con la crítica social. Poquelin escribía e interpretaba sus personajes buscando provocar la risa abierta y, a la vez, denunciar ciertos comportamientos de sus contemporáneos. Molíère echó mano de los recursos de la farsa francesa y de la commedia dell’ arte, mezclándolos con su capacidad de observación y su impulso crítico, y así creó un espectáculo nuevo que refleja como en un espejo la Francia de Luis XIV. La técnica para la creación de sus caracteres consiste en la exageración de un rasgo del personaje en cuestión (la avaricia, la misantropía), al que añade otros rasgos vejatorios; La primera versión de Tartufo se estrenó en 1664, aunque Molíère tuvo que enmendarla y reescribirla hasta tres veces antes de verla en escena de nuevo, cinco años después, la convierte en la mejor de sus obras. Los historiadores se inclinan a identificarlos con los miembros de una asociación religiosa de la época, la Compañía del Santo Sacramento, también llamado partido devoto. Tras la prohibición del Tartufo,Molíère tiene que escribir otra obra a toda prisa. Necesita un éxito seguro y elige el tema de Don Juan aprovechando la gran popularidad del personaje que antes había creado el dramaturgo español Tirso de Molina.
Molíère retorna la figura de don Juan, pero le añade caracteres más modernos, incorporando el asunto de la hipocresía: don Juan es un hipócrita redomado en el seno de una sociedad falsa. Fue autor de más de treinta obras; algunas de sus piezas más conocidas son:
La escuela de las mujeres en la que se critica la mala educación femenina;
El misántropo es una crítica al mundo superficial y frívoló de la “buena sociedad”;
El médico a la fuerza es una sátira contra la profesión médica;
El avaro está inspirado en La olla de Plauto y refleja la avaricia encarnada en el personaje llamado Harpagón o El burgués gentilhombreen la que se ridiculiza a un rico comerciante.
El mito de don Juan y sus repercusiones posteriores: El burlador de Sevilla y convidado de piedra, tragicomedia de Tirso de Molina, inaugura el ciclo literario de tema donjuanesco. El título de la obra refleja las dos partes en que se estructura la acción dramática: por un lado, las aventuras y burlas de don Juan; y, por otro, su enfrentamiento final con el convidado de piedra, que desemboca en la muerte y condena del burlador. El protagonista, don Juan Tenorio, actúa para cumplir el propósito de ser reconocido como el mayor burlador de España. Cincuenta años después de la obra de Tirso de Molina, Molíère retoma el personaje y lo adapta al ambiente cortesano francés, dotándolo de mayor cinismo. La versión de Molíère fue, a su vez, fuente de numerosas versiones posteriores. Fue durante el Romanticismo cuando el mito alcanzó mayor difusión.
Lord Byron, en un poema inconcluso, lo convierte en un ser entregado a los deleites de la vida. De este periodo son también las versiones que de este tema hicieron
Alejandro Dumas, Gautier y Merimée, así como la versión más popular en España, la de José Zorrilla, Don Juan Tenorio drama estrenado en 1844. También el poeta José de Espronceda ofrecíó una interesante versión del mito en su poema El estudiante de Salamanca, donde la figura del burlador es encarnada por el joven Félix de Montemar. En la larga serie de los donjuanes españoles debe incluirse también a don Álvaro Mesía, el seductor de Ana Ozores en La Regenta de Leopoldo Alas Clarín.
Ya en el Siglo XX, el personaje del seductor continuó provocando el interés de destacados autores como Ramón Mª del Valle-Inclán, quien en las Sonatas recuperó el personaje por medio del Marqués de Bradomín. Otros autores conocidos que recuperaron el mito fueron:
Azorín,
Don Juan, los hermanos Machado con su Don Juan de Mañara, Miguel de Unamuno en El hermano Juan o el mundo es teatro o el Don Juan de Gonzalo Torrente Ballester.
Etiquetas: Características del teatro en verso, Características del teatro isabelino en hamlet, Diferencias entre teatro griego y teatro isabelino, Relación Barroco clasicismo
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