06 Ene
Carlos I de España y V de Alemania: El Inicio de la Dinastía Habsburgo
Tras la muerte de Fernando el Católico en enero de 1516, el cardenal Cisneros se ocupó de la regencia del reino de Castilla, mientras que la de la Corona de Aragón fue ocupada por Alfonso, hijo natural del rey. Carlos de Gante, nieto de los Reyes Católicos, fue nombrado rey en Bruselas, a pesar de que la heredera de ambos reinos seguía siendo su madre, Juana.
En 1517, el rey Carlos I, hijo de Juana y Felipe de Habsburgo, llegó a España sin conocer las lenguas ni las costumbres que se practicaban. Venía con una corte extranjera de amigos flamencos y alemanes, entre los que destacaba el cardenal Adriano de Utrecht. Con él se instauraba una nueva dinastía: la casa de Austria o Habsburgo. El nuevo rey, nacido en Gante en 1500, heredaba un considerable número de territorios:
- Por parte de su madre, la Corona de Aragón con los territorios del sur de Italia; la Corona de Castilla con las plazas del norte de África y las posibilidades abiertas con el descubrimiento de América.
- Por parte de su padre, los territorios de los Habsburgo en Flandes, Alemania, Austria, el norte de Italia y la posibilidad de optar al título imperial.
En febrero de 1518 se celebraron las primeras Cortes de Castilla, donde Carlos hizo el juramento de respeto y fidelidad a las leyes de Castilla. En 1519 se desplazó al reino de Aragón y al principado de Cataluña para jurar sus fueros, y allí conoció la noticia de la muerte de su abuelo Maximiliano, por lo que preparó apresuradamente su marcha a Aquisgrán para tomar posesión del Sacro Imperio Romano Germánico.
Antes de partir, tenía que obtener de las cortes castellanas el dinero para pagar a los prestamistas flamencos que habían «pujado» para obtener el título de emperador. En 1519, el rey fue elegido emperador del Sacro Imperio Romano Germánico con el nombre de Carlos V. Desde una perspectiva eurocéntrica, el suyo era verdaderamente un imperio universal. Desde entonces, los problemas de España irán unidos a los problemas de Europa durante el reinado de los Austrias.
Su programa político fue el de un emperador germánico empeñado en la defensa de los intereses de la casa de Austria, que consideraba vinculados a los de la cristiandad. La ruptura de la unidad de ésta, provocada por la Reforma protestante, promovió la identificación de Carlos V con los destinos del catolicismo, que defendió con progresiva intransigencia en diversos escenarios europeos. Ello le obligó a mantener una corte itinerante. De los cuarenta años que duró su reinado, sólo pasó diecisiete en tierras españolas; de ellos, más de doce en la Corona de Castilla, a la que regresó para morir en el monasterio cacereño de Yuste en 1558.
Política Interior: Las Revueltas de las Comunidades y las Germanías
A la muerte de Fernando el Católico, quedaron como regentes de Castilla y Aragón (ante la incapacidad mental de Juana y la muerte de Felipe) el Cardenal Cisneros y Alfonso de Aragón. Joven, con desconocimiento del idioma y de las costumbres de los reinos a los que iba a gobernar, Carlos desembarcó en Castilla en septiembre de 1517, rodeado de una corte extranjera formada por sus amigos flamencos y alemanes.
En 1518 se celebraron las primeras cortes en Castilla, en Valladolid, para jurar respeto y fidelidad a las leyes. Posteriormente, se desplazaría a los reinos de la Corona de Aragón para realizar lo mismo.
Juró los fueros en Zaragoza y Barcelona, pero aquí recibió la noticia de la muerte de su abuelo paterno y la necesidad de marcharse a Alemania para optar a la corona imperial.
Para ser proclamado emperador, tenía que afrontar una serie de gastos que pidió que sufragaran las Cortes de Castilla (sin haber pasado por las Cortes de Valencia-Mallorca a jurar los fueros), y éstas aceptaron en un ambiente enrarecido y con amagos de revueltas, sobre todo porque dejó como máximas autoridades en España a sus acompañantes extranjeros. La marcha de Carlos fue seguida del estallido de las Germanías y las Comunidades.
Las Comunidades de Castilla
La elección como Emperador le había costado a Carlos I una suma importante de dinero. El rey convocó Cortes en Santiago y La Coruña, con la intención de salir hacia Alemania una vez obtenidas las rentas (que salían del oro que venía de América y los impuestos sobre los vasallos de Castilla). Antes de partir, Carlos dejó como gobernador de Castilla a Adriano de Utrecht, y los principales cargos y dignidades fueron ocupados por extranjeros de su séquito cuando estaban destinados a los castellanos.
Nada más partir Carlos I para Alemania, se iniciaba la revuelta de las Comunidades o ciudades castellanas, protagonizada por la pequeña y mediana burguesía en Ávila, Toro, Toledo, Segovia, con el apoyo de parte de la iglesia y la nobleza. Se constituyeron en gobierno del reino (la Junta) y ofrecieron la corona a la madre de Carlos I, la reina Juana. Este movimiento, cuyos principales dirigentes eran Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado, reclamaba:
- Protección de la «industria» nacional, especialmente la textil, muy perjudicada por la importación de lana.
- Prohibición de la salida de oro, plata y lana.
- Defensa frente a la competencia extranjera.
- Respeto a las leyes del reino.
- Defensa del patrimonio de la Corona frente a las pretensiones de la nobleza.
- Que el rey permaneciese en Castilla, se casara y educara al heredero en Castilla.
Los sublevados (baja y media nobleza, maestros de oficios y algunos clérigos) se encontraron pronto frente a la oposición de la monarquía, de los grandes exportadores de lana y de la gran nobleza terrateniente. Con su ayuda, el regente Adriano de Utrecht, en ausencia del rey Carlos, reunió un ejército que derrotó definitivamente a los comuneros en Villalar (1521).
El aplastamiento de los rebeldes, junto con la concesión de algunas de sus peticiones (abolición de privilegios, prohibición a los extranjeros de ostentar cargos públicos, permanencia del rey en España…) facilitó el restablecimiento del orden monárquico. La derrota comunera dejó las manos libres a la monarquía para actuar de modo autoritario.
Las Germanías de Valencia y Mallorca
Se trató de revueltas antiseñoriales que, en parte, prolongaron las que habían sido frecuentes en el siglo XV. Los brotes de descontento social surgieron con fuerza en Valencia y Mallorca. En ambas regiones, la sublevación contó con la participación activa de los artesanos de las ciudades, los campesinos más pobres y el bajo clero. El hecho de que el rey no acudiera en persona a estos reinos a jurar los fueros, la corrupción generalizada en la clase municipal dirigente, el hambre debido a la escasez de trigo, los efectos causados por una intensa peste y la existencia de una piratería corsaria en sus costas que provocaba inseguridad y descontento fueron algunos factores desencadenantes.
En Valencia, el rey apoyó este movimiento en sus inicios, y el pueblo se dotó de armas. La nobleza, mientras tanto, salía de la ciudad para evitar la peste. Ello provocó un vacío de poder que fue aprovechado por los agermanados, quienes establecieron un gobierno colegiado que se rebeló contra la nobleza y el patriciado urbano. Éstos huyeron de las ciudades y se pusieron bajo la protección de la nobleza y las tropas reales. Las ciudades se fueron rindiendo progresivamente, y Germana de Foix fue nombrada virreina de Valencia, iniciando una represión contra los agermanados hasta 1528, en que se declaró una paz general.
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