12 Dic

Reinado de Alfonso XI (1312-1350)

El siglo XIV en Castilla comienza con el reinado de Alfonso XI (1312-1350), quien, tras un periodo de regencia hasta 1325, marcó una época de importantes cambios. Inicialmente, su abuela María de Molina y luego Don Juan Manuel, autor de obras literarias como El Conde Lucanor y El Libro de los Estados, actuaron como regentes. La nobleza intentó controlar al monarca, enfrentándose a los regentes, pero los concejos de realengo apoyaron al joven rey a través de la Hermandad General.

Una vez en el trono, Alfonso XI impulsó el comercio y fortaleció las Cortes castellanas. Convirtió las ciudades en su principal instrumento de gobierno, introduciendo el cambio de concejo abierto a cerrado, con la figura de los regidores para controlar los concejos. Además, potenció la fiscalidad mediante las alcabalas. El Ordenamiento de Alcalá (1348), elaborado con la ayuda de juristas de las universidades castellanas que reestudiaron las Partidas, sentó las bases de su gobierno. Finalmente, sometió a los linajes rebeldes de Haro y Lara, señores de Vizcaya, y se casó con Constanza, hija de Don Juan Manuel.

En el ámbito externo, Alfonso XI heredó el problema del Estrecho y los Benimerines. Granada intentó una tregua, pero el rey no la aceptó. Durante diez años, se sucedieron batallas en torno al Estrecho, destacando la Batalla del Salado (1340), ganada con ayuda portuguesa. Esta fue la última gran batalla de la Reconquista. Su objetivo era tomar Algeciras, pero su muerte en 1350 lo impidió. No obstante, la victoria eliminó el poder de los Benimerines y abrió la puerta a futuros ataques a los Nazaríes.

Reinado de Pedro I «el Cruel» o «el Justiciero» (1350-1369)

Pedro I (1350-1369), conocido como «el Cruel» o «el Justiciero», modernizó el reino con el apoyo de las ciudades y los letrados. Heredó una concepción autoritaria y legitimista de la monarquía. Sin embargo, se enfrentó a los ocho hijos bastardos de Alfonso XI, liderados por Enrique de Trastámara y apoyados por la aristocracia. Estos bastardos se casaron con mujeres nobles, destacando el matrimonio de Enrique con Juana Manuel, emparentándolo con el linaje real. La situación de guerra fratricida provocó la ausencia de Cortes.

Enrique lanzó una campaña propagandística contra Pedro I, acusándolo de crueldad y de abusar del pueblo. Los antipetristas también lo acusaron de proteger a los judíos, ya que su médico y algunos recaudadores lo eran. La guerra estalló, internacionalizándose el conflicto.

Internacionalización del Conflicto

El levantamiento de Enrique se complicó con la intervención de Pedro IV el Ceremonioso de Aragón en la «Guerra de los dos Pedros». Pedro IV apoyó a Enrique a cambio de Murcia, mientras que Pedro I buscaba recuperar Alicante. El conflicto se convirtió en una lucha por la hegemonía peninsular.

  • Enrique de Trastámara se alió con las Compañías Blancas de Beltrán Duguesclin, aprovechando el rechazo de Pedro I a Blanca de Borbón en 1353 (que provocó su excomunión por Inocencio IV). También contó con el apoyo de los aragoneses, la alta nobleza y el clero.
  • Pedro I se alió en 1362 con Inglaterra, recibiendo el apoyo de las Compañías Negras de Eduardo de Gales (el Príncipe Negro), a cambio del señorío de Vizcaya y dinero. También contó con el apoyo de los concejos.

La fase más activa de la guerra fue entre 1366 y 1369. Enrique volvió desde Francia y se produjo la Batalla de Nájera en 1367, donde venció el bando petrista gracias a los arqueros ingleses. Sin embargo, el pacto no se cumplió y los ingleses se retiraron en 1368. En 1369, Pedro I fue asesinado por su hermanastro en Montiel.

Reinado de Enrique II (1369-1379) y la Dinastía Trastámara

Enrique II (1369-1379) inauguró la dinastía Trastámara. Su reinado detuvo la Reconquista para centrarse en legitimar su posición con la ayuda de Francia, sus familiares (epígonos como Alfonso Enríquez) y la «nobleza nueva». Concedió mercedes a esta nobleza, cediendo tierras de realengo y engrandeciendo sus señoríos, que ahora pasaban indivisos por el mayorazgo. Esta nobleza de servicio, compuesta por juristas y consejeros, contrastaba con la antigua nobleza de guerra. Entre ellos destacan los Velasco, Manrique, Tovar, Ponce de León y los Estúñiga.

La inflación y la peste negra afectaron a los sectores populares, que no vieron con buenos ojos su paso a la jurisdicción señorial. Las Cortes siguieron activas, y en las Cortes de Toro de 1371 se creó la Audiencia para reordenar la administración de justicia. Las clases bajas usaron las Cortes para reclamar su situación, pero al no ser atendidas, se organizaron en ligas o hermandades.

En política exterior, se mantuvo la rivalidad con Inglaterra, ex aliada de Pedro I. Castilla aumentó su exportación de lana y hierro vasco, compitiendo con la lana inglesa. Los castellanos se expandieron por el Canal de la Mancha, y Enrique II, aliado con Francia, luchó contra Inglaterra en la Batalla de La Rochela (1372). El Duque de Lancaster, casado con una hija de Pedro I, reclamó el trono castellano. Enrique II firmó el Tratado de Almazán (1375) con Pedro IV, cediendo Orihuela y Alicante, pero no Murcia. Casó a su hijo Juan I con Leonor de Aragón y a Leonor de Castilla con el heredero navarro. Presionó a Portugal para que se aliara con Francia contra Inglaterra.

Cisma de Occidente (1378-1417)

La división europea se reflejó en el pontificado cuando en 1378 el colegio cardenalicio se dividió entre Clemente VII en Aviñón y el Papa en Roma. Este fenómeno coincidió con la división entre una idea más pactista del papado (similar al modelo aragonés) y una más autoritaria, en paralelo al desarrollo de las monarquías europeas. Enrique II se decantó por Clemente VII. Comenzó a surgir una corriente reformadora, el conciliarismo, y aparecieron teóricos precursores de la Reforma, como Marsilio de Padua. La crisis evidenció la poca preparación del clero y la ruptura espiritual.

Reinado de Juan I (1379-1390)

Juan I (1379-1390) continuó la política centralizadora creando el Consejo Real. Intentó reclamar los derechos de Portugal ante la vacancia del trono.

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