14 Feb

El clima en España es muy diverso, influenciado por su ubicación geográfica y relieve. A continuación, se describen los principales tipos de clima y sus paisajes vegetales asociados:

Clima Mediterráneo

El clima mediterráneo es el predominante en España, extendiéndose a lo largo del litoral mediterráneo, el interior de la Península y el archipiélago balear. Se caracteriza por ser un subtipo de clima templado con inviernos templados y lluviosos, veranos secos y calurosos o templados, y otoños y primaveras variables en temperaturas y precipitaciones. Se subdivide en:

Mediterráneo Típico

Abarca gran parte de la costa mediterránea, algunas zonas del interior, Ceuta, Melilla y Baleares. Los veranos son secos y calurosos, con temperaturas medias por encima de los 22°C. Los inviernos son húmedos y lluviosos, con temperaturas suaves. En España, las lluvias son más frecuentes en otoño y primavera que en invierno debido a la protección de la meseta castellana y la orientación hacia el este.

Mediterráneo Continentalizado

Presenta características del clima continental y es típico de lugares alejados del mar, como la Meseta Central, la depresión del Ebro, el interior de Cataluña y el noreste de Andalucía. Los inviernos son largos y fríos, los veranos cortos y calurosos, con una importante variación térmica entre el día y la noche. Mantiene el régimen de precipitaciones del clima mediterráneo, pero con temperaturas más extremas. Es más seco que el mediterráneo típico.

Mediterráneo Seco

Es un clima de transición entre el mediterráneo y el desértico. Las temperaturas son más altas, con inviernos más cálidos y veranos con medias superiores a 25°C, alcanzando máximas muy altas en las zonas interiores, incluso por encima de los 45°C. Las lluvias son escasas y concentradas en otoño y primavera. Es una variante del clima subtropical seco y del semi-árido cálido.

Clima de Montaña

Se encuentra en los grandes sistemas montañosos: Pirineos, Sistema Central, Sistema Ibérico, cordillera Penibética y cordillera Cantábrica. Se caracteriza por inviernos muy fríos y veranos frescos. Ocurre en áreas por encima de los 1000 m sobre el nivel del mar. La temperatura ronda los 0 °C en invierno y no supera los 20 °C en verano. Las precipitaciones son muy abundantes, generalmente en forma de nieve a medida que aumenta la altitud.

Clima Oceánico

Se caracteriza por lluvias abundantes, distribuidas regularmente a lo largo del año. En España, se extiende hacia el norte y noroeste, desde los Pirineos hasta Galicia. La precipitación anual suele superar los 1000 mm, lo que resulta en un paisaje muy verde. La temperatura en invierno ronda los 12 °C-15 °C, y en verano ronda los 20 °C-25 °C. Ejemplos de ciudades con este tipo de clima son San Sebastián, Vigo, Oviedo y Santander. Especialmente en el sur de Galicia, la humedad de las ciudades costeras exacerba las temperaturas mínimas y máximas.

Clima Subtropical

Predomina en las regiones templadas cercanas a los trópicos terrestres, y solo se da en las Islas Canarias en España. Debido a su proximidad al Trópico de Cáncer y la árida costa africana, Canarias tiene un clima especial. La temperatura es cálida durante todo el año, con un promedio de entre 22 °C y 28 °C. Las precipitaciones se concentran en invierno, pero varían de una región a otra y pueden ser mayores o menores. En el clima subtropical de Canarias se pueden distinguir algunos subclimas.

Paisaje Vegetal del Clima Oceánico

Corresponde a la zona de predominio del clima oceánico: Galicia, norte de la Cordillera Cantábrica, Pirineo Occidental y algunas otras áreas de montaña (Sistemas Ibérico y Central). El bosque típico es el caducifolio, cuyas hojas caen en otoño. Predominan los árboles altos, de tronco recto y liso y hojas anchas y delgadas. Debido a la abundancia y buena distribución de las lluvias, no padecen estrés hídrico. Forman grandes masas forestales con relativamente pocas especies. El sotobosque es muy sombrío. El bosque caducifolio originario ha sufrido un gran retroceso debido a la intensiva explotación maderera, las talas, los incendios y las repoblaciones con especies no autóctonas.

El haya requiere mucha humedad y soporta mejor el frío que el calor. Por ello, se sitúa en las zonas más altas que el roble, hasta llegar a la transición con la vegetación de montaña. Prefiere suelos calizos, aunque tolera los silíceos. Alcanzan una altura considerable y sus copas son abovedadas. Es un árbol de crecimiento lento y madera muy dura y de buena calidad. El roble es un árbol alto, de tronco recto y de crecimiento lento, con poca tolerancia al excesivo frío y exige menos humedad que el haya.

Cuando el bosque se degrada, aparece la landa, que es una vegetación de matorral, bastante densa y que puede llegar a los 4 m de altura. A veces es una formación supraforestal, entre 1600 y 2000 m. Sus especies pueden ser bajas o alcanzar una altura considerable, hasta unos cuatro metros. Sus especies más comunes son el brezo, el tojo y la retama. Los prados son una vegetación herbácea destinada a ser zona de pastos o de producción de hierba.

Paisaje Vegetal del Clima Mediterráneo

Corresponde a la región floral mediterránea. Tiene como formaciones vegetales características el bosque perennifolio y el matorral (la maquia, la garriga y la estepa). Estas formaciones se han adaptado a la sequía estival mediante diversos sistemas: desarrollo de raíces muy extendidas en superficie o profundidad para captar el agua, y hojas perennes y esclerófilas (duras y coriáceas), con variados sistemas para disminuir la transpiración (pequeño tamaño, pilosidades, revestimientos protectores de resina, cera o goma, formación de espinas, etc.).

Bosque Perennifolio

Está formado por árboles de mediana altura, con troncos no rectilíneos, de corteza gruesa y rugosa, cuyas ramas crean copas globulares y amplias, que proyectan sombra sobre el suelo para mitigar la insolación y la evaporación. Las especies más características son la encina y el alcornoque. Posee un rico sotobosque de piorno serrano (ginesta, bàlec en català) y retama, ya que sus árboles se sitúan algo apartados unos de otros y la luz penetra de este modo con facilidad.

La encina es el árbol más característico y extendido del clima mediterráneo. Es resistente a la sequía y se adapta a todo tipo de suelos. Su madera, muy dura y resistente, se empleaba tradicionalmente para la elaboración de ruedas, carpintería exterior, utensilios y carbón, y su fruto, la bellota, para alimentar al ganado. Los bosques de encinas mejor conservados se encuentran en Sierra Morena, Extremadura y la sierra de Guadarrama.

El alcornoque necesita inviernos suaves, cierta humedad (superior a 500 mm al año) y suelos silíceos, por lo que se concentra en el suroeste peninsular, aunque también hay sectores en el sur de Andalucía (de Cádiz a Málaga), al NE de Cataluña y en Castellón (Serra d’Espadà). Su madera, muy dura, se aprovecha para la realización de toneles y barcos, y su corteza, para la obtención de corcho.

El pino es una formación vegetal secundaria que se adapta a condiciones extremas de frío, calor, humedad y aridez, así como a suelos diversos. Se ha extendido por amplias zonas como resultado de la intervención humana, por su mayor rapidez de crecimiento y por el aprovechamiento económico de su resina y de su madera (en la construcción, elaboración de muebles, aglomerado y pasta de papel).

El bosque perennifolio también se ha visto mermado en su extensión, debido a diversos motivos.

Actualmente se trata de conservado mediante el sistema de la dehesa. Consiste en aclarar el bosque de encina y alcornoque y combinar el aprovechamiento de su fruto, de su leña y de su madera, así como la protección que ejercen los árboles sobre el suelo, con la agricultura y el pastoreo, que rotan cada cierto número de años.

El Matorral

El matorral mediterráneo no es una formación clímax, sino el resultado de la degradación del bosque por la acción del ser humano. Presenta tres tipos característicos: la maquia, la garriga y la estepa.

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