06 Ene

COMUNICARSE EN LENGUA ESPAÑOLA

El término competencia procede de «competente», término incluido en los primeros trabajos de N. Chomsky. La teoría explica la competencia (competente), intuición consciente o no, del hablante nativo (su conocimiento de la lengua como hablante-oyente ideal). La competencia es la realidad mental que respalda la ejecución (performance), el uso que el hablante hace de su lengua. El término competencia se ha extendido desde entonces, a varias disciplinas humanas con un sentido amplio de conocimiento, saber, capacidad, sin embargo, nos habla de una distinción que abarca el aspecto práctico, de la expresión, de la actividad comunicativa concreta en los actos de habla.

3.1 Competencia comunicativa

La competencia comunicativa es la capacidad de una persona para comportarse de manera eficaz y adecuada en una determinada comunidad de habla; ello implica respetar un conjunto de reglas que incluye tanto las de la gramática y los otros niveles de la descripción lingüística (léxico, fonética, semántica) como las reglas de uso la lengua, relacionadas con el contexto sociohistórico y cultural en el que tiene lugar la comunicación.

En palabras de D. Hymes, la competencia comunicativa se relaciona con saber «cuándo hablar, cuándo no, y de qué hablar, con quién, cuándo, dónde, en qué forma»; es decir, se trata de la capacidad de formar enunciados que no solo sean gramaticalmente correctos sino también socialmente apropiados. Es este autor quien formula la primera definición del concepto.

Hymes cuestiona el concepto de competencia lingüística desarrollado por la gramática generativa, por cuanto en él se hace abstracción de los rasgos socioculturales de la situación de uso. Con el propósito de desarrollar una teoría adecuada del uso de la lengua, y de integrar la teoría lingüística y una teoría de la comunicación y la cultura, propone cuatro criterios para describir las formas de comunicación, cuya aplicación a una determinada expresión ha de permitir establecer si esta:

  • Es formalmente posible (y en qué medida lo es); es decir, si se ha emitido siguiendo unas determinadas reglas, relacionadas tanto con la gramática de la lengua como con la cultura de la comunidad de habla
  • Es factible (y en qué medida lo es) en virtud de los medios de actuación disponibles; es decir, si las condiciones normales de una persona (en cuanto a memoria, percepción, etc.) permiten emitirla, recibirla y procesarla satisfactoriamente;
  • Es apropiada (y en qué medida lo es) en relación con la situación en la que se utiliza; es decir, si se adecua a las variables que pueden darse en las distintas situaciones de comunicación;
  • Se da en la realidad (y en qué medida se da); es decir, si una expresión que resulta posible formalmente, factible y apropiada, es efectivamente usada por los miembros de la comunidad de habla; en efecto, según Hymes, «puede que algo resulte posible, factible, apropiado y que no llegue a ocurrir».

3.2 Competencia Gramatical

La competencia gramatical (también llamada competencia lingüística) es la capacidad de una persona para producir enunciados gramaticales en una lengua, es decir, enunciados que respeten las reglas de la gramática de dicha lengua en todos sus niveles.

El concepto de competencia gramatical fue propuesto por Chomsky. Constituye un concepto fundamental en la tradición de la llamada Gramática generativa.

M. Canale fue uno de los primeros autores en relacionar el concepto de competencia comunicativa definido por D. Hymes con la enseñanza de segundas lenguas y en analizar los componentes que integran dicho concepto, a saber: la competencia gramatical, la competencia discursiva, la competencia sociolingüística y la competencia estratégica. Describe la competencia gramatical como aquella que se centra directamente en el conocimiento y la habilidad requeridos para emprender y expresar adecuadamente el sentido literal de las expresiones. Para L. Bachman, en cambio, la competencia gramatical junto con la competencia textual conforman la competencia organizativa, que a su vez esta conforma junto con la competencia pragmática la competencia lingüística.

Michael Canale y Merril Swain dicen en su libro que la competencia comunicativa se compone al menos de competencia gramatical, competencia sociolingüística y estrategias de comunicación, o lo que en adelante denominaremos competencia estratégica. No existen razones teóricas o empíricas para pensar que la competencia gramatical resulte ni más ni menos crucial para lograr el éxito en la comunicación que las competencias sociolingüísticas y estratégica. El primer objetivo de un enfoque comunicativo deberá ser el facilitar la integración de estos tres tipos de conocimiento y su adquisición por el aprendiz; tal resultado no parece que pueda obtenerse mediante la priorización de una forma de competencia frente a las demás a lo largo del programa de enseñanza.

Un enfoque comunicativo debe partir de las necesidades de comunicación del aprendiz y dar respuesta a las mismas. Dichas necesidades deberán especificarse en términos de competencia gramatical, competencia sociolingüística y competencia estratégica.

La competencia gramatical: Se entiende que este tipo de competencia comprende el léxico y las reglas de la morfología, la sintaxis, la semántica de la oración gramatical y la fonología. No tenemos claro de momento que quepa seleccionar una teoría específica de la gramática en detrimento de otras a la hora de caracterizar la competencia gramatical, ni tampoco de qué modo una teoría gramatical pueda incidir directamente en la pedagogía de las lenguas (sobre este punto, véase Chomsky, 1973), aunque la conexión entre ambos campos ha sido abordada con ocasión de estudios recientes sobre las gramáticas pedagógicas (véase, por ejemplo, Allen y Widdowson, 1975). Con todo, la competencia gramatical siempre será una preocupación importante para todo enfoque comunicativo que incluya entre sus metas el enseñar a los alumnos a interpretar y expresar correctamente el significado literal de los enunciados.

La competencia sociolingüística: Este componente está integrado por dos conjuntos de reglas: las normas socioculturales que rigen el uso, y las reglas del discurso. El conocimiento de estas reglas será de capital importancia a la hora de interpretar el significado social de los enunciados, particularmente cuando se produzca un bajo nivel de transparencia entre el significado literal y la intención del hablante.

La competencia estratégica: Este componente consistirá en las estrategias de comunicación, tanto verbal como no verbal, que cabe poner en acción con vistas a compensar las rupturas en la comunicación debidas a factores relacionados con la actuación (performance) o con una competencia (competente) insuficiente. Dichas estrategias serán de dos tipos: aquéllas que se relacionan ante todo con la competencia gramatical y las que se emparentan más con la competencia sociolingüística

3.3 Competencia sociolingüística

La sociolingüística es el estudio de las lenguas tanto dinámica como sincrónicamente en su contexto social. Presta atención a los hablantes como miembros de comunidades de habla. Estudia el repertorio verbal de cada comunidad y las determinaciones socioeconómicas.

La relación lengua-sociedad ha sido estudiada en estos dos últimos siglos desde diferentes enfoques. Esta dicotomía es estudiada por Hymes en tres corrientes principales: la inglesa, la francesa y la estadounidense.

La primera ve las relaciones entre la lengua y otros aspectos de la cultura como una interdependencia entre factores constitutivos de acciones sociales. La lengua es considerada como una actividad social.

En la segunda tendencia se ve el lenguaje más como producto cultural o herencia colectiva que como un elemento de acción social. La lengua, por un lado, y los aspectos culturales y sociales, por otro, como dos sistemas paralelos. El lenguaje es considerado como un sistema heredado.

La corriente estadounidense

Francisco Moreno Fernández en su libro Sociolingüística, estadística e informática dice que el uso de procedimientos cuantitativos en la sociolingüística está íntimamente ligado a conflictos de naturaleza teórica que han ido poniendo de manifiesto conforme nuestra disciplina ha ido madurando.

La sociolingüística ha hecho aportaciones de gran valor, merced, entre otras cosas, al manejo de la cuantificación. Ha contribuido, por ejemplo, a ir más allá de los conceptos de variación libre y de polimorfismo. No nos atrevemos a negar que existan fenómenos con estas características, pero la sociolingüística ha demostrado que muchos de los que tradicionalmente han sido considerados como tales simplemente han sido mal o insuficientemente estudiados.

3.4 La competencia pragmática

La competencia pragmática es uno de los componentes que algunos autores han descrito en la competencia comunicativa. Trata de contextualizar el uso de la lengua como es utilizado.

Hablar como un hacer por lo que la pragmática se dirige al estudio de la capacidad de los usuarios, asociar oraciones a los contextos en que dichas oraciones son apropiadas.

Concepción del lenguaje compartido por Firth (1968) quien concebía que el lenguaje como un comportamiento social es el estudio de la lengua en su contexto de producción.

En pragmática se distingue entre enunciado (acto locutivo) y oración (forma gramatical que toma el acto locutivo). Diversos autores han tratado de caracterizar diversos aspectos del conocimiento pragmático del hablante para explicar cómo este hace deducciones e inferencias sobre la intencionalidad de las frases e interpreta adecuadamente los enunciados.

El punto de partida de Austin (Cómo hacer cosas con palabras) es la crítica a los filósofos que erróneamente supusieron que la única relevancia de un enunciado es describir algún estado de cosas o enunciar algún hecho. Esta suposición conlleva cometer lo que Austin denomina «falacia descriptiva», esto es, insistir en que sólo mantiene interés teórico los enunciados descriptivos.

Como él mismo señala: Durante mucho tiempo los filósofos han supuesto que el papel de un enunciado sólo puede ser describir un estado de cosas o enunciar algún hecho. Austin se dedica a explicar por qué hay que evitar la falacia descriptiva: no todos los enunciados verdaderos o falsos son descripciones; por esta razón prefiero usar la palabra constatativo).

Este tipo de enunciados sólo describen, o como su nombre dice, constatan algo. De ahí que la primera distinción que hizo Austin fue la de los enunciados constativos y los realizativos. Los primeros son enunciados que, como su nombre lo indica, meramente constatan, informan, mientras que los realizativos o ejecutivos llevan a cabo una acción, como la de prometer, sugerir, etc.

A la luz de la hipótesis «hablar es hacer» Austin llegó a una división tripartita de los actos de habla. Según él, un enunciado, en el momento de su enunciación, puede desempeñar tres funciones diferentes:

  • Puede ser un acto locucionario. Éste se refiere al acto de decir en sí, es decir, a la producción de un enunciado significativo.
  • Un enunciado puede ser al mismo tiempo un acto ilocucionario. Éste es un acto realizado al decir algo, por ejemplo, hacer una promesa, emitir una orden, etc.
  • Puede ser también un acto perlocucionario, en la medida en que produzca determinados efectos. Es el acto realizado por medio de decir algo: persuadir a alguien de que haga algo, mover a uno a la ira, etcétera.

3.5 La competencia retórica

La competencia retórica es la capacidad global para operar con los recursos o dispositivos que sirven, en definitiva, para hacer transparente la mente de quien enuncia el texto. Cabe hablar de una competencia retórica expresiva y otra receptiva.

Fernando Vilches en el Manual de retórica de la asamblea de Madrid dice que la retórica es una ciencia que surgió en la antigüedad para facilitar la comunicación entre los seres humanos en la sociedad, para conseguir persuadir y convencer a aquellas personas que oían los discursos y que tenían la capacidad de actuar en relación

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