08 Mar
7.1. LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA (1874-1902): CÁNOVAS DEL CASTILLO Y EL TURNO DE PARTIDOS. LA CONSTITUCIÓN DE 1876
1. El Sistema Canovista y la Constitución de 1876. El pronunciamiento del general Martínez Campos en Diciembre de 1874 dio lugar a la restauración de la monarquía borbónica, en la persona de Alfonso XII. Con la restauración borbónica, se produjo la vuelta al poder político del liberalismo moderado. La figura política más destacada en este nuevo periodo fue Antonio Cánovas del Castillo, líder de los alfonsinos durante el Sexenio, y jefe de gobierno a partir de 1875. Cánovas fue el creador del Sistema Político de la Restauración o «Sistema Canovista», vigente desde 1875 a 1923, cuyas principales bases fueron las siguientes: 1) La Constitución de 1876, conservadora y la más duradera de la historia de España. De su contenido destaca: – El reforzamiento del poder del monarca a través de la soberanía compartida entre el Rey y las Cortes. El Rey podía convocar y disolver las Cortes, vetar las leyes, elegir libremente al Jefe de Gobierno y desempeñaba la Jefatura del Ejército. – Cortes Bicamerales: Congreso elegido por sufragio restringido y Senado no elegido por sufragio (dos tipos de senadores: por designación real y nombrados por las corporaciones y mayores contribuyentes). – Confesionalidad católica del Estado, pero se permitía el culto privado de las demás religiones. -Centralismo: diputaciones y ayuntamientos bajo control del Gobierno.
– Amplia declaración de derechos individuales que, como en la constitución de 1845, se concretarían en leyes posteriores que tendieron a restringirlos. 2) El Bipartidismo. Cánovas era partidario de dos grandes partidos políticos que debían turnarse pacíficamente en el poder, renunciando a los pronunciamientos militares, lo que supondría el alejamiento del ejército de la vida pública. Los dos grandes partidos que debían alternarse en el gobierno fueron: -Partido Conservador, fundado por Cánovas del Castillo, que contaba con el apoyo de la clase alta. -Partido Liberal-Fusionista, fundado por el antiguo progresista Sagasta, que contaba con el apoyo de la burguésía industrial y de la clase media urbana. Ambos partidos coincidían en lo esencial: defensa de la monarquía borbónica, defensa de la Constitución de 1876, propiedad privada y modelo de Estado unitario y centralista. Fuera del bipartidismo y del turno de partidos quedaban los carlistas y republicanos, contrarios a Alfonso XII. 3) El fraude electoral. El turno de partidos o alternancia en el gobierno no dependía de la voluntad de los electores, sino del fraude electoral y el caciquismo. El procedimiento era el siguiente: cuando el gobierno entraba en crisis, intervénía el Rey, que llamaba al jefe del principal partido de la oposición para que formase un nuevo gobierno. Este nuevo gobierno provisional era el que convocaba elecciones, completamente fraudulentas, para así obtener una amplia mayoría en las Cortes.
El gobierno provisional elaboraba el encasillado o lista de los candidatos que debían salir elegidos en cada distrito electoral. El encasillado se cumplía con la ayuda de los caciques, individuos con poder económico e influencia social en las zonas rurales. Los caciques conseguían votos a cambio de favores o amenazas, también empleaban el pucherazo o falsificación del censo de votantes. Cuando el nuevo gobierno, con su mayoría parlamentaria, entrase en crisis, se repetía el procedimiento, ahora a favor del partido que había estado en la oposición. Así, el sistema político de la Restauración era un sistema oligárquico. 2. Los gobiernos del turno en el reinado de Alfonso XII (1875-1885) y en la regencia de María Cristina (1885-1902). De 1875 a 1881 gobernó el Partido Conservador de Cánovas del castillo. Cánovas logró estabilizar el nuevo régimen poniendo fin a los conflictos armados pendientes: la tercera guerra carlista y la guerra de Cuba o de los Diez Años. En 1876 los carlistas eran definitivamente derrotados y el gobierno de Cánovas decidía suprimir los fueros vasco-navarros. La guerra de Cuba, que concluyó en 1878 con La Paz de Zanjón, en la que el gobierno español se comprometía a abolir la esclavitud y a otorgar una amplia autonomía a Cuba. En 1885 fallecía el rey
Alfonso XII, con tan solo 28 años de edad, quedando como regente su segunda esposa María Cristina de Habsburgo, que estaba embarazada. Esta situación comprometida obligó a los líderes de los dos partidos dinásticos, Cánovas y Sagasta, a reunirse y acordar el llamado Pacto de El
Pardo de 1885, en el que comprometían a apoyar la regencia de María Cristina, a respetar el turno de partidos, y a conservar las leyes aprobadas por los respectivos gobiernos.
Cánovas y Sagasta cumplieron todos los términos del pacto, y durante la larga regencia de María Cristina de Habsburgo, desde 1885 hasta 1902, conservadores y liberales se turnaron en el gobierno. El llamado gobierno largo de Sagasta, entre 1885-1890, se caracterizó por su política reformista: leyes de libertad de prensa, de asociaciones y sufragio universal masculino pero, al mantenerse el caciquismo y la manipulación electoral, siguió predominando la abstención. Entre 1890 y 1892 gobernaron los conservadores (La Ley de Aranceles: proteccionismo económico). Sagasta y los liberales volvieron a gobernar desde 1892 a 1895. Lo más destacado fue el proyecto de reforma de la administración de Cuba que fracasó. En 1895 volvíó a gobernar Cánovas, que fue asesinado por un anarquista. Tal hecho aceleró el turno y fue Sagasta quien tuvo que afrontar el Desastre del 98. En 1902, al llegar a la mayoría de edad, Alfonso XIII, hijo póstumo de Alfonso XII, fue proclamado rey de España, dando fin a la regencia de María Cristina de Habsburgo.
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