05 May
la monarquía francesa fue reinstaurada, pero con nuevas limitaciones constitucionales. Si bien la organización política de Francia osciló entre república, imperio y monarquía durante 75 años después de que la Primera República cayera tras el golpe de Estado de Napoleón Bonaparte, lo cierto es que la revolución marcó el final definitivo del absolutismo y dio a luz a un nuevo régimen donde la burguesía, y en algunas ocasiones las masas populares, se convirtieron en la fuerza política dominante en el país. En 1830, una sublevación civil estableció la monarquía constitucional de julio, que duró hasta 1848. La Segunda República Francesa de breve duración terminó en 1852 en que Napoleón III proclamó el Segundo Imperio francés.
Durante este nuevo imperio se produce un considerable desarrollo de los medios de transportes, así como una bonanza económica. Se incrementa la red bancaria y se firma un tratado librecambista con Inglaterra en 1860 que fomenta el comercio internacional. Sin embargo la política exterior tuvo una serie de fracasos importantes como la Segunda Intervención Francesa en México y sobre todo la estrepitosa derrota en la Guerra Franco-prusiana de 1870 en la cual Napoleón III fue vencido por completo y su régimen fue sustituido por la tercera república francesa.
Siglo XX
Saint-Lô destruida durante la Batalla de Normandía en 1944
Francia tuvo posesiones coloniales en varias partes del mundo, desde principios del siglo XVII hasta los años 1960. En los siglos XIX y XX, su imperio colonial global era el segundo más grande del mundo después del Imperio británico. En su pico, entre 1919 y 1939, el segundo Imperio colonial francés se extendió sobre 12.347.000 kilómetros cuadrados (4.767.000 millas cuadradas) de tierra. Incluyendo Francia metropolitana, el área total de la tierra bajo la soberanía francesa alcanzó 12.898.000 kilómetros cuadrados (4.980.000 millas cuadradas) en los años 20 y los años 30, que es 8,6% del área de la tierra del mundo.
La Revolución Industrial es un periodo histórico comprendido entre la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX, en el que Inglaterra en primer lugar, y el resto de Europa continental después, sufren el mayor conjunto de transformaciones socioeconómicas, tecnológicas y culturales de la Historia de la humanidad, desde el Neolítico.
La economía basada en el trabajo manual fue reemplazada por otra dominada por la industria y la manufactura. La Revolución comenzó con la mecanización de las industrias textiles y el desarrollo de los procesos del hierro. La expansión del comercio fue favorecida por la mejora de las rutas de transportes y posteriormente por el nacimiento del ferrocarril. Las innovaciones tecnológicas más importantes fueron la máquina de vapor y la denominada Spinning Jenny, una potente máquina relacionada con la industria textil. Estas nuevas máquinas favorecieron enormes incrementos en la capacidad de producción. La producción y desarrollo de nuevos modelos de maquinaria en las dos primeras décadas del siglo XIX facilitó la manufactura en otras industrias e incrementó también su producción.
Así es que en la revolución industrial se aumenta la cantidad de productos y se disminuye el tiempo en el que estos se realizan, dando paso a la producción en serie, ya que se simplifican tareas complejas en varias operaciones simples que pueda realizar cualquier obrero sin necesidad de que sea mano de obra calificada, y de este modo bajar costos en producción y elevar la cantidad de unidades producidas bajo el mismo costo fijo.
Revolucion francesa
La Revolución francesa fue un conflicto social y político, con diversos periodos de violencia, que convulsionó Francia y, por extensión de sus implicaciones, a otras numerosas naciones de Europa que enfrentaban a partidarios y opositores del sistema denominado del Antiguo Régimen. Se inició con la autoproclamación del Tercer Estado como Asamblea Nacional en 1789 y finalizó con el golpe de estado de Napoleón Bonaparte en 1799.
Si bien la organización política de Francia osciló entre república, imperio y monarquía durante 71 años después de que la Primera República cayera tras el golpe de Estado de Napoleón Bonaparte, lo cierto es que la revolución marcó el final definitivo del absolutismo y dio a luz a un nuevo régimen donde la burguesía, y en algunas ocasiones las masas populares, se convirtieron en la fuerza política dominante en el país. La revolución socavó las bases del sistema monárquico como tal, más allá de sus estertores, en la medida que le derrocó con un discurso capaz de volverlo ilegítimo.
Las causas fueron varias, las ideas de la Ilustración (Montesquieu, Rousseau, Voltaire), la independencia de las colonias inglesas en norteamerica de la que participó Francia, la dilapidación de los dineros públicos por parte de la monarquía absolutista o Antiguo Regimen, especialmente bajo los reinados de Luis XV y Luis XVI, la fastuosidad en que vivían las clases privilegiadas como el alto clero y la nobleza y la miseria del pueblo común. La burguesía (el tercer estado) que debía mantener con altos impuestos a una minoría parasitaria.
Las consecuencias fueron la expansión de los ideales democráticos en el resto de Europa y en América también los republicanos, libertad e igualdad ante la ley con la Declaracón de los Derechos del hombre y el ciudadano, la división de poderes en poder ejecutivo, legislativo y judicial y el acceso de la burguesía como clase social dominante en reeemplazo de la nobleza. Además, la separacón de la Iglesia y el Estado.
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