06 Ago
Se puede definir a la Generación del 27 como a un grupo de amigos poetas (“Generación de la amistad” es otro de sus nombres) con ideas similares acerca de lo que debe ser la poesía y con similares influencias, aunque no tengan una técnica poética compartida.
(El grupo como generación literaria) Todos ellos vivieron o frecuentaron la Residencia de Estudiantes y trabajaron como un grupo, publicando en las mismas revistas y participando en los mismos actos, como la conmemoración del centenario de la muerte de
Góngora celebrado en 1927, cita que se toma como referencia para el nombre de la generación. Esta vida como grupo abarca desde los años 20 hasta el estallido de la Guerra Civil en 1936. En estos años, España vive un singular esplendor cultural, pues conviven, además de los poetas de los que hablaremos, las Vanguardias, la Generación del 98, Juan Ramón Jiménez y otros autores del Novecentismo. A partir de 1936, la Generación como tal desaparece, ya que sus miembros se dispersan como consecuencia del resultado de la guerra.
Todos pertenecían al bando de los perdedores, al bando republicano, y, por tanto, muchos de ellos tuvieron que exiliarse al término de la
contienda. Uno de ellos, Federico García Lorca, fue asesinado al principio de la guerra. Los tres que permanecen en España son Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre y Gerardo Diego. Sufrieron lo que se conocíó como el “exilio interior”.
Etapas
Podemos establecer una división de la obra poética del grupo en tres etapas:
1. La primera etapa llega hasta 1927. En estos años, el Modernismo estaba definitivamente superado y era el momento de las Vanguardias. Es el período que Ortega y Gasset bautizó como deshumanización del arte, expresión que hace referencia a la falta de compromiso del arte con los problemas del hombre, a la huida de lo real, al rechazo del arte que no tuviera una finalidad puramente estética; es decir, al intento de crear un arte alejado de lo personal, lo sentimental o la realidad social. Es la etapa de la llamada poesía pura. Los autores toman numerosos elementos de las Vanguardias, como la libertad creativa, las metáforas irracionales o el uso de adjetivos sorprendentes. Los ismos más influyentes en esta primera etapa son el Creacionismo y el Ultraísmo, como se aprecia en los libros Imagen, de Gerardo Diego o
Presagios, de Pedro Salinas. Sin embargo, a diferencia de lo que sucedía con los movimientos de vanguardia, los poetas de la Generación del 27 no rechazan la tradición y buscan inspiración en el romancero, como se aprecia en Romancero gitano, de Lorca, en la poesía popular (Marinero en tierra, Rafael Alberti), en la poesía clásica española (Góngora, San Juan de la Cruz) y en autores como Bécquer y
Juan Ramón Jiménez. Nunca renunciarán a la herencia anterior, sino que en sus obras se aprecia una fusión de tradición y vanguardia. De aquí (de la mezcla de tradición y vanguardia) deriva una de las tendencias que apreciamos en la poesía de algunos miembros de la Generación en esta etapa: el neopopularismo, cultivado, sobre todo, por Lorca y Alberti.
2. La segunda etapa termina en 1936. Por las circunstancias políticas que se vivían en España y también por motivos personales, los poetas de la generación del 27 van deslizándose poco a poco hacia una poesía cada vez más humana, más apasionada y comprometida con los problemas del hombre y de la sociedad en que vivían. Se habla por eso de una rehumanización del arte o del tránsito de una poesía pura a una poesía comprometida. Esta tendencia se intensificará tras la guerra.
LA POESÍA DE LA GENERACIÓN DEL 27
La poesía de la Generación del 27
En esta segunda etapa se siente una influencia notable del Surrealismo. Los poetas en los que más se aprecia este influjo son Lorca, Alberti, Alexandre y Cernuda, en obras como Poeta en Nueva York (Lorca), Sobre los ángeles (Alberti), Espadas como labios (Aleixandre) o Los placeres prohibidos (Cernuda). Acuden a recursos del Surrealismo para hablar del amor, el odio, el sexo, los sueños o la muerte desde una
perspectiva no sentimental y, por ello, más auténtica, porque no pasa por el filtro de la razón.
3. La tercera etapa comienza en 1939, tras la Guerra Civil. Tras el desconcierto y el dolor iniciales, causados por el conflicto civil y el exilio, los poetas recuperarán su antigua voz o la modificarán en función de su nueva vida. Siguen escribiendo desde el exilio o desde dentro del país y se van a convertir en figuras clave de la poesía de posguerra, en referentes para las nuevas generaciones de escritores. En muchos de los autores exiliados, la nostalgia de la patria perdida estará presente en las obras.
Temas
Como puede verse, los temas que estos autores tratan son los grandes asuntos del ser humano —el amor, el universo, el destino, la muerte, la libertad—, aunque, como es lógico, cada autor se acerca a ellos desde una perspectiva diferente e individual.
Autores y obras
Éstos son los autores de la Generación del 27. Comentaremos algún rasgo destacado de su obra.
– Pedro Salinas, en su época de plenitud, es el poeta del amor, como se ve en su libros La voz a ti debida y Razón
de amor.
– Jorge Guillén busca una poesía pura, en la que el sentimiento se subordine a la inteligencia, como en Cántico.
– Uno de los temas centrales de la obra de Vicente Aleixandre (Premio Nobel en 1977) es el deseo de fusión del
hombre con la naturaleza, apreciable en Espadas como labios. En La destrucción o el amor la pasión amorosa
se muestra como una fuerza liberadora, como lo es también la muerte.
– La obra de Federico García Lorca aborda el tema de la frustración unido al destino trágico de los hombres en
Romancero gitano y el de la deshumanización del mundo moderno en Poeta en Nueva York.
– Como Lorca, Rafael Alberti muestra influencias de la poesía popular en Marinero en tierra y del Surrealismo en
Sobre los ángeles.
– Dámaso Alonso será un autor fundamental para la poesía de la posguerra por su libro Hijos de la ira.
– Gerardo Diego representa el ideal de la Generación del 27 de alternar tradición y vanguardia, como se ve en
Imagen y en Versos humanos.
– El tema central de la poesía de Luis Cernuda es el conflicto entre los deseos y la realidad. Agrupó su obra bajo
el título de La realidad y el deseo.
(El grupo como generación literaria) Todos ellos vivieron o frecuentaron la Residencia de Estudiantes y trabajaron como un grupo, publicando en las mismas revistas y participando en los mismos actos, como la conmemoración del centenario de la muerte de
Góngora celebrado en 1927, cita que se toma como referencia para el nombre de la generación. Esta vida como grupo abarca desde los años 20 hasta el estallido de la Guerra Civil en 1936. En estos años, España vive un singular esplendor cultural, pues conviven, además de los poetas de los que hablaremos, las Vanguardias, la Generación del 98, Juan Ramón Jiménez y otros autores del Novecentismo. A partir de 1936, la Generación como tal desaparece, ya que sus miembros se dispersan como consecuencia del resultado de la guerra.
Todos pertenecían al bando de los perdedores, al bando republicano, y, por tanto, muchos de ellos tuvieron que exiliarse al término de la
contienda. Uno de ellos, Federico García Lorca, fue asesinado al principio de la guerra. Los tres que permanecen en España son Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre y Gerardo Diego. Sufrieron lo que se conocíó como el “exilio interior”.
Etapas
Podemos establecer una división de la obra poética del grupo en tres etapas:
1. La primera etapa llega hasta 1927. En estos años, el Modernismo estaba definitivamente superado y era el momento de las Vanguardias. Es el período que Ortega y Gasset bautizó como deshumanización del arte, expresión que hace referencia a la falta de compromiso del arte con los problemas del hombre, a la huida de lo real, al rechazo del arte que no tuviera una finalidad puramente estética; es decir, al intento de crear un arte alejado de lo personal, lo sentimental o la realidad social. Es la etapa de la llamada poesía pura. Los autores toman numerosos elementos de las Vanguardias, como la libertad creativa, las metáforas irracionales o el uso de adjetivos sorprendentes. Los ismos más influyentes en esta primera etapa son el Creacionismo y el Ultraísmo, como se aprecia en los libros Imagen, de Gerardo Diego o
Presagios, de Pedro Salinas. Sin embargo, a diferencia de lo que sucedía con los movimientos de vanguardia, los poetas de la Generación del 27 no rechazan la tradición y buscan inspiración en el romancero, como se aprecia en Romancero gitano, de Lorca, en la poesía popular (Marinero en tierra, Rafael Alberti), en la poesía clásica española (Góngora, San Juan de la Cruz) y en autores como Bécquer y
Juan Ramón Jiménez. Nunca renunciarán a la herencia anterior, sino que en sus obras se aprecia una fusión de tradición y vanguardia. De aquí (de la mezcla de tradición y vanguardia) deriva una de las tendencias que apreciamos en la poesía de algunos miembros de la Generación en esta etapa: el neopopularismo, cultivado, sobre todo, por Lorca y Alberti.
2. La segunda etapa termina en 1936. Por las circunstancias políticas que se vivían en España y también por motivos personales, los poetas de la generación del 27 van deslizándose poco a poco hacia una poesía cada vez más humana, más apasionada y comprometida con los problemas del hombre y de la sociedad en que vivían. Se habla por eso de una rehumanización del arte o del tránsito de una poesía pura a una poesía comprometida. Esta tendencia se intensificará tras la guerra.
LA POESÍA DE LA GENERACIÓN DEL 27
La poesía de la Generación del 27
En esta segunda etapa se siente una influencia notable del Surrealismo. Los poetas en los que más se aprecia este influjo son Lorca, Alberti, Alexandre y Cernuda, en obras como Poeta en Nueva York (Lorca), Sobre los ángeles (Alberti), Espadas como labios (Aleixandre) o Los placeres prohibidos (Cernuda). Acuden a recursos del Surrealismo para hablar del amor, el odio, el sexo, los sueños o la muerte desde una
perspectiva no sentimental y, por ello, más auténtica, porque no pasa por el filtro de la razón.
3. La tercera etapa comienza en 1939, tras la Guerra Civil. Tras el desconcierto y el dolor iniciales, causados por el conflicto civil y el exilio, los poetas recuperarán su antigua voz o la modificarán en función de su nueva vida. Siguen escribiendo desde el exilio o desde dentro del país y se van a convertir en figuras clave de la poesía de posguerra, en referentes para las nuevas generaciones de escritores. En muchos de los autores exiliados, la nostalgia de la patria perdida estará presente en las obras.
Temas
Como puede verse, los temas que estos autores tratan son los grandes asuntos del ser humano —el amor, el universo, el destino, la muerte, la libertad—, aunque, como es lógico, cada autor se acerca a ellos desde una perspectiva diferente e individual.
Autores y obras
Éstos son los autores de la Generación del 27. Comentaremos algún rasgo destacado de su obra.
– Pedro Salinas, en su época de plenitud, es el poeta del amor, como se ve en su libros La voz a ti debida y Razón
de amor.
– Jorge Guillén busca una poesía pura, en la que el sentimiento se subordine a la inteligencia, como en Cántico.
– Uno de los temas centrales de la obra de Vicente Aleixandre (Premio Nobel en 1977) es el deseo de fusión del
hombre con la naturaleza, apreciable en Espadas como labios. En La destrucción o el amor la pasión amorosa
se muestra como una fuerza liberadora, como lo es también la muerte.
– La obra de Federico García Lorca aborda el tema de la frustración unido al destino trágico de los hombres en
Romancero gitano y el de la deshumanización del mundo moderno en Poeta en Nueva York.
– Como Lorca, Rafael Alberti muestra influencias de la poesía popular en Marinero en tierra y del Surrealismo en
Sobre los ángeles.
– Dámaso Alonso será un autor fundamental para la poesía de la posguerra por su libro Hijos de la ira.
– Gerardo Diego representa el ideal de la Generación del 27 de alternar tradición y vanguardia, como se ve en
Imagen y en Versos humanos.
– El tema central de la poesía de Luis Cernuda es el conflicto entre los deseos y la realidad. Agrupó su obra bajo
el título de La realidad y el deseo.
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