21 Ene
T.6.1Los factores impulsores del imperialismo
En el último tercio del siglo XIX, la Segunda Revolución Industrial transformó la economía de las principales potencias europeas (Gran Bretaña, Francia, Bélgica, Alemania, etc.). Aprovechando su superioridad económica, técnica, financiera y militar, Europa se lanzó a la conquista de nuevos territorios en otros continentes y a la formación de grandes imperios coloniales.1.1. Causas económicas y demográficas; El imperialismo tuvo fundamentalmente motivaciones económicas. Los países industrializados de Europa necesitaban buscar nuevos mercados, donde vender el excedente de su producción industrial. También aspiraban a comprar materias primas (carbón, hierro, algodón, caucho…) y productos coloniales (azúcar, chocolate, té…) al mejor precio posible. Finalmente, querían invertir sus excedentes de capital en lugares, fuera de Europa, donde la mano de obra, más barata, les permitiera obtener mayores beneficios.Los cambios económicos a lo largo del siglo XIX dieron como resultado un gran aumento de la población europea, que alcanzó los 450 millones de habitantes en 1900. Esta expansión demográfica generó un volumen de población excedente, sobre todo en la agricultura, que estimuló la emigración hacia otros continentes.Como consecuencia, 40 millones de personas abandonaron en el siglo XIX el viejo continente para establecerse en países extraeuropeos. Hasta 1875, los emigrantes fueron principalmente británicos, irlandeses y alemanes, pero a partir de esa fecha empezaron a ser más numerosos los emigrantes procedentes del Imperio austrohúngaro y Rusia y los de origen mediterráneo (italianos y españoles).1.2. Intereses políticos y estratégicosLas fronteras de Europa se habían estabilizado a finales del siglo XIX, después de las revoluciones liberales y de las unificaciones de Italia y Alemania. De este modo, las escasas posibilidades de ampliar sus territorios dentro de Europa llevaron a los Estados a preparar su expansión por otros continentes.Todos los gobiernos ambicionaban construir imperios coloniales para aumentar su prestigio y poder internacional. Las colonias contribuían al desarrollo del comercio y la industria, y a la formación de ejércitos nacionales poderosos. Además, al unir a toda la nación en la empresa de conquista y dominio colonial, los problemas políticos internos quedaban relegados a un segundo plano.Las grandes potencias compitieron entre ellas para controlar áreas geográficas de interés económico o estratégico (puertos, estrechos, etc.). En más de una ocasión, la rivalidad política y militar entre países provocó conflictos locales y crisis internacionales, que acabarían desembocando en el estallido de la Primera Guerra Mundial.1.3. Motivaciones ideológicasEl nacionalismo conservador europeo y gran parte de la opinión pública defendían la superioridad de algunas naciones y el derecho de éstas a imponerse sobre otros pueblos. Se hablaba así de la misión civilizadora de los europeos, que se creían superiores cultural y tecnológicamente y destinados a difundir por el mundo la educación, la cultura, la sanidad y la paz social.Estas posiciones desembocaban, en numerosas ocasiones, en el racismo, al considerar al hombre blanco superior a otras etnias y al defender que su inteligencia y su capacidad le legitimaban para imponer su civilización sobre el resto de la humanidad. Sólo algunos intelectuales, sindicalistas y líderes políticos, sobre todo socialistas, se mostraron contrarios al colonialismo, denunciaron la brutal e inhumana explotación de las colonias y defendieron el derecho de los pueblos a decidir sobre sus destinos.
6.2 Conquista, organización y explotación colonial
2.1. Exploración y conquista A mediados del siglo XIX, gran parte del interior de África, de Asia y de los océanos era prácticamente desconocida. La búsqueda de nuevos territorios en los que expandirse propició una serie de viajes científicos y de exploraciones geográficas. Las primeras expediciones europeas fueron realizadas principalmente por británicos y franceses. Entre los exploradores más prestigiosos destacaron los ingleses Livingstone y Stanley y el francés Brazza, que recorrieron y cartografiaron África central. Tras la exploración del territorio, la conquista se llevó a cabo de forma relativamente rápida y fácil. Para ello, los europeos aprovecharon las rivalidades internas entre las tribus y etnias indígenas, con la finalidad de enfrentarlas entre sí y reclutar tropas a su servicio. 2.2. La organización colonial Cuando la colonia ya estaba controlada militarmente, se procedía a organizar su administración política y económica. Según las características, podemos distinguir tres clases de colonias:
Colonias de explotación
Eran los territorios destinados fundamentalmente a la explotación económica. Los colonizadores se apropiaban de las tierras para crear grandes plantaciones (café, azúcar, cacao, té, caucho) o con el fin de explotar yacimientos de cobre, oro y diamantes. Sus propietarios eran europeos que empleaban mano de obra indígena con salarios muy bajos. Además, la metrópoli poseía un monopolio sobre la explotación y el comercio de la colonia. La metrópoli ejercía una verdadera política de ocupación. El gobernador, los mandos militares y los funcionarios de élite eran europeos y se encargaban de la administración y de mantener el orden. Los pequeños funcionarios y soldados solían ser indígenas.
Colonias de poblamiento
Eran colonias que, por sus buenas condiciones climáticas, el escaso número de indígenas o sus especiales riquezas, recibían numerosa población europea que había emigrado y se establecía en ellas de forma permanente (colonos). Estas colonias gozaban de una relación especial con la metrópoli, que les reconocía cierta autonomía en el gobierno interior. En el Imperio británico, las colonias de poblamiento recibieron el nombre de dominios. Canadá alcanzó el rango de dominio en 1867, y más tarde Australia, Nueva Zelanda y la Unión Sudafricana. En el caso de Francia, el ejemplo más relevante fue Argelia, a la que se llegó a considerar territorio nacional, es decir, como una provincia francesa de ultramar.
Protectorados
Eran territorios en los que existían Estados estructurados con reconocimiento internacional. Tras la ocupación europea mantuvieron un gobierno indígena y una organización estatal y administrativa propia. No obstante, la metrópoli creó e impuso un gobierno paralelo que, en la práctica, dominaba el gobierno local y se reservaba las funciones de defensa y política exterior. En África, Marruecos fue el ejemplo más claro: era un reino repartido entre Francia y España. Gran Bretaña, por su parte, estableció a principios del siglo XX un protectorado en Egipto, donde había participado en la construcción del Canal de Suez (1869), un paso estratégico entre el Mediterráneo y el mar Rojo, que permitía el acceso a la India sin necesidad de rodear África.
6.4Las consecuencias de la colonización
Los territorios colonizados sufrieron un profundo impacto con la llegada de los europeos, que introdujeron algunos de sus avances, pero trastocaron por completo las sociedades indígenas y generaron graves problemas cuyas repercusiones llegan hasta nuestros días
. 4.1. el impacto de la civilización europea
Los europeos crearon nuevos países y trazaron sus fronteras, talaron bosques y pusieron en cultivo inmensas áreas vírgenes. Asimismo, construyeron infraestructuras necesarias para explotar y comunicar los territorios conquistados (puertos, carreteras, ferrocarriles, líneas telefónicas…) y levantaron nuevas ciudades. Todo ello conllevó una profunda modificación del paisaje que no tuvo en cuenta las diferencias tribales, lingüísticas y religiosas de las poblaciones. También hubo un fuerte impacto demográfico. La introducción de medidas higiénicas, la presencia de médicos, la construcción de nuevos hospitales y, sobre todo, las campañas de vacunación de los nativos, permitieron reducir las epidemias. Como consecuencia, la mortalidad descendió notablemente y la población aumentó. Pero en muchas colonias, especialmente del continente africano, el aumento de habitantes rompió el equilibrio entre población y recursos y empezó a producirse una situación de subalimentación crónica. Los europeos levantaron escuelas, que comportaron un descenso del analfabetismo. Sin embargo, también pretendían la aculturación, es decir, la imposición de las formas de vida de los colonizadores prescindiendo de la cultura, las tradiciones y las creencias indígenas, ya que enseñaban, sobre todo, la lengua, la cultura y las costumbres de la metrópoli. Junto a los colonizadores también los misioneros se encargaban de la educación y de las tareas sanitarias (misiones médicas), y llevaban a cabo una obra de evangelización para convertir a los indígenas al cristianismo.
4.2. Las transformaciones económicas
En las colonias se impusieron los intereses económicos de los colonizadores, quienes contaban con la ayuda de los grupos aristocráticos y de la burguesía locales, que mantuvieron una situación de privilegio. Por el contrario, la mayoría de la población indígena quedó sometida y sus condiciones de vida empeoraron. Muchas tierras pasaron a manos de los colonizadores y se abandonaron determinados cultivos tradicionales, que aseguraban la subsistencia de las familias indígenas; en cambio, se potenciaron las grandes plantaciones de productos que beneficiaban a la metrópoli: cacao, café, algodón, frutas, caucho, etc. Los nativos debían trabajar en las plantaciones para subsistir, y además tenían que comprar los alimentos, porque se impuso una economía monetaria y de mercado, desconocida hasta entonces. Asimismo, la artesanía local se arruinó debido a la competencia de los productos industriales importados desde la metrópoli en grandes cantidades.
4.3. Los cambios sociales y culturales
La estructura social de los pueblos colonizados también sufrió profundos cambios. Los intensos ritmos de trabajo, la vida urbana y los nuevos valores aportados por la cultura y la religión de los colonizadores trastocaron las formas de vida tribal y las jerarquías sociales tradicionales (papel de los ancianos, estructura familiar, etc.). En las sociedades coloniales existía, además, una profunda segregación social e incluso racial en algunas zonas. Los funcionarios y los colonos de la metrópoli solían vivir en lujosas residencias y comían, vestían y se divertían como en sus países de origen. Sus vidas opulentas contrastaban con la miseria de los poblados indígenas. Además, raramente se relacionaban con los nativos, excepto con las élites locales o para impartir órdenes. Por último, el impacto de la cultura occidental provocó una pérdida de la identidad, sobre todo en aquellas culturas indígenas que carecían de una tradición escrita a nivel político, jurídico o cultural. Por ello, la aculturación fue mayor en África, donde predominaban las culturas de tradición oral, que en Asia, donde importantes culturas milenarias como la china o la india resistieron mejor la invasión cultural.
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