20 Jul
Las transformaciones económicas
La Gran Guerra fue la primera guerra total, pues afectó a toda la nacíón y no solo a los soldados. Cambió la forma de concebir el papel del Estado en la economía.
La guerra supuso la bancarrota de todos los beligerantes. Los vencedores habían contraído una enorme deuda , que esperaban pagar con las reparaciones exigidas a los vencidos.
La consecuencia fue la hiperinflación, que durante 1922-1923 destruyó el tejido socioeconómico de Alemania y de sus antiguos aliados. Como consecuencia, los ahorradores quedaron en la ruina, mientras que los deudores salieron beneficiados.
Si antes de la guerra Europa importaba más de lo que exportaba, en la posguerra fue preciso aumentar las exportaciones y disminuir el consumo. Pero exportar era más difícil: además de Estados Unidos, que era la primera potencia económica, otros países, como Argentina, Australia o Japón, habían aprovechado la contienda para hacerse un hueco en el mercado mundial.
La crisis demográfica: la pandemia de gripe
Las bajas de la guerra se habían estimado en diez millones, pero durante 1918 y 1919 una pandemia de gripe causó entre cincuenta y cien millones de víctimas más en todo el mundo. Se trata sin duda de uno de los mayores desastres demográficos de la historia de la humanidad.
Se cree que el origen fue una mutación del virus de la gripe aviar en Asía. Los primeros casos se detectaron en un cuartel de Estados Unidos donde había tropas que luego fueron destinadas a Francia.
Los Gobiernos de los países en guerra ejercieron la censura sobre los medios de comunicación para evitar el pánico, de modo que solo se hablaba, tímidamente, de “fiebres”.
Desde Francia la gripe pasó a España, donde, por tratarse de un país neutral y con relativa libertad de prensa, empezó a llamársele “la gripe española”.
La república de Weimar
La más representativa de las democracias de posguerra fue Alemania durante la República de Weimar, que toma el nombre de la ciudad donde se reuníó su Asamblea constituyente. Esta extrema derecha propagó la leyenda de la “puñalada por la espalda”, aduciendo que la derrota no se debía a los errores militares alemanes, sino a la traición de socialistas y judíos.
En 1923, un agitador austríaco, Adolf Hitler, fracasó al intentar dar un Golpe de Estado. En prisión escribíó Mein Kampf (‘Mi lucha’), un libro lleno de odio hacia el Tratado de Versalles, la democracia, el comunismo y los judíos.
Una vez superada la hiperinflación, la situación mejoró gracias al plan Dawes, que suavizó el pago de reparaciones. De 1924 a 1929, Alemania vivíó los mejores años, con crecimiento económico y estabilidad política. Pero la crisis del 29 disparó el paro y el electorado se polarizó en los extremos.
Estados Unidos en los años veinte
Tras la guerra, en Estados Unidos triunfó el aislacionismo. Alejado de asuntos europeos, el país reafirmó su hegemonía sobre lo que consideraba su esfera de influencia: América Latina y el Pacífico.
Fueron también los años de auge del Ku Klux Klan, una organización violentamente racista, xenófoba y anticatólica, que representó el reverso tenebroso de los felices años veinte
El fascismo italiano
El primer régimen fascista se instauró en Italia en 1922. El fascismo empuñó la bandera de la frustración colonial y del irredentismo, es decir, la reclamación de territorios fronterizos que consideraba suyos, como Trieste. Los fascistas se sirvieron de la inquietud que despertaban las huelgas y ocupaciones de tierras, y se aprovecharon del temor de las clases acomodadas a la Revolución rusa. Para atacar al movimiento obrero, Benito Mussolini creó una organización paramilitar que se transformaría en el Partido Fascista. En 1922, tras una violenta campaña de agitación, y a pesar de su fracaso electoral, Mussolini organizó una demostración de fuerza.
España bajo la dictadura de Primo de Rivera
De 1923 a 1930, el general Miguel Primo de Rivera establecíó en España una dictadura militar.
La dictadura pasó por diversas fases:
Primeros años: La dictadura contó con cierta popularidad, incluso entre parte del movimiento obrero. Fue cuando obtuvo su mayor logro.
Perpetuación en el poder. El dictador aprovechó la coyuntura económica favorable para mantener su poder, lo cual despertó una creciente hostilidad de la mayoría de las fuerzas políticas y sociales.
Crisis de 1929. Sin embargo, el espejismo de la prosperidad económica se quebró con la llegada de esta crisis. A comienzos del año 1930, el dictador presentó su dimisión al rey y se exilió.
Alfonso XIII intentó volver a la normalidad constitucional. Pero el desprestigio de la dictadura arrastró consigo a la monarquía. En el pacto de San Sebastián, celebrado en el año 1930, republicanos y socialistas se pusieron de acuerdo para derribarla.
Una economía frágil
A pesar de su aparente esplendor, la prosperidad de los años veinte se sustentaba en una base frágil. La riqueza estaba repartida de manera muy desigual. Las clases medias se sentían atraídas por el nivel de vida de las altas, un nivel que el cine les permitía imaginar y que la publicidad los animaba a conseguir. Sin embargo, estaban lejos de poder permitírselo a no ser que se embarcaran en créditos.
La burbuja especuladora
El desencadenante de la crisis fue una burbuja de especulación en la bolsa de Nueva York, la mayor del mundo. Las ganancias eran tan provechosas que se generó un ambiente de euforia. Muchos pequeños ahorradores que nunca antes habían invertido en acciones se lanzaron al mercado bursátil. Esto hizo subir las cotizaciones, y esa subida animó aún a más gente a comprar acciones de empresas que ni siquiera conocían.
El fascismo, una ideología nueva
A diferencia de las corrientes conservadoras tradicionales, que rechazaban el nacionalismo y el liberalismo, el fascismo era antiliberal, pero defendía un nacionalismo exacerbado y xenófobo. A diferencia de las corrientes conservadoras tradicionales, que rechazaban el nacionalismo y el liberalismo, el fascismo era antiliberal, pero defendía un nacionalismo exacerbado y xenófobo.
Sus principales rasgos son:
Supremacía del partido y el líder. El Estado se identifica con el partido, y este con el líder. El partido es un movimiento de masas que pretende representar la voluntad popular mejor que la democracia. Las demás opciones políticas son perseguidas.
Primacía del Estado. Rechaza los derechos del individuo frente al Estado. Desaparece la noción de ciudadano y de Estado de derecho.
Racismo. La nacíón se define según criterios raciales: los grupos que no los cumplen son excluidos e, incluso, exterminados.
Autarquía. Acepta el capitalismo, pero propugna un proteccionismo extremo que tiende a la autarquía (autosuficiencia económica).
Política exterior agresiva. Reclama su espacio vital y propugna la expansión de su área de dominio a costa de otros pueblos, a los que somete y, a veces, aniquila.
Corporativismo. Niega las diferencias de clase y defiende la intervención del Estado en la vida laboral mediante la creación de corporaciones que agrupen a empresarios y trabajadores en una misma organización.
El crac de 1929
Nada justificaba esa subida espectacular de la bolsa: las empresas no habían visto aumentados sus beneficios ni tenían previsiones de crecimiento. Cuando algunos inversores se dieron cuenta de la fragilidad de la burbuja, comenzaron a vender para recuperar cuanto antes su capital. Las ventas hicieron bajar las acciones. Como muchos especuladores solo querían ganancias rápidas y fáciles, los descensos los impulsaron a vender.
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