04 Abr
TEMA 13.-LA CRISIS DE 1917, LOS GOBIERNOS DE CONCENTRACIÓN Y LA GUERRA DE Marruecos
Con el comienzo de la I Guerra Mundial (1914) se inició una nueva etapa en el reinado de Alfonso XIII, que alcanzó su punto más crítico con la triple crisis de 1917. A partir de entonces, el sistema liberal de la Restauración, que ya había iniciado su decadencia con el “Desastre del 98” y los graves problemas de comienzos de siglo, experimentó un declive progresivo que derivó, en 1923, en la dictadura militar de Miguel Primo de Rivera.
-Ante el estallido de la Gran Guerra en 1914, los gobiernos españoles adoptaron una posición oficial de neutralidad.
Aun así, la opinión pública se dividíó entre aliadófilos (sectores liberales y progresistas) y Germánófilos (sectores conservadores), síntoma de la dualidad de intereses de la sociedad española. La neutralidad favorecíó un notable auge económico ya que España se convirtió en suministrador de alimentos y productos industriales de los países contendientes. El crecimiento de la demanda exterior permitíó una notable acumulación de capital y el enriquecimiento de ciertos sectores (empresarios industriales, grandes comerciantes, terratenientes). Pero también provocó la escasez y la subida de precios en el mercado interior, que perjudicaron básicamente a las clases populares. La caída del poder adquisitivo de los trabajadores generó una fuerte conflictividad social.
Mientras, la crisis del turnismo se agravaba. Todas estas circunstancias desembocaron en el verano de 1917 en una triple crisis:
a.-
Crisis militar: las Juntas Militares de Defensa
:
Tras la derrota de 1898, ya era evidente el malestar en el seno del Ejército:
Excesivo número de oficiales, bajos salarios, reducidas posibilidades de promoción. Paralelamente, en los medios militares se fue extendiendo el cuestionamiento del sistema político y la idea de que el Ejército era la columna vertebral del Estado amenazado por la revolución social y los separatismos (sucesos del ¡Cu-cut!, Ley de Jurisdicciones, 1906). El interminable conflicto de Marruecos agravó este descontento: las posibilidades de ascenso por méritos de guerra de los oficiales africanistas contrastaban con los problemas de promoción de los peninsulares. Mientras, la subida de los precios reducía el poder adquisitivo de los sueldos. Así, los oficiales peninsulares se organizaron en las Juntas Militares de Defensa que se extendieron por toda España
asociaciones de carácter corporativo formadas por oficiales de media y baja graduación para defender sus intereses profesionales y salariales. Reclamaban mejoras presupuestarias, la implantación exclusiva de los ascensos por rigurosa antigüedad y demandas poco concretas de cambio político. La presión militar forzó al gobierno del conservador Dato a legalizar las Juntas y a aceptar sus demandas sobre los ascensos. Se ponía de manifiesto una vez más la debilidad del poder civil ante el militar.
B.-
La crisis política: la Asamblea de Parlamentarios:
Por iniciativa de los diputados catalanistas, encabezados por Cambó, se reunieron en Barcelona los parlamentarios no dinásticos (catalanistas, republicanos y socialistas). La Asamblea reivindicó la formación de un Gobierno Provisional y la convocatoria de Cortes constituyentes para establecer una auténtica democracia y la autonomía para Cataluña. Al no conseguir los apoyos esperados y con profundas divisiones internas, la reuníón, considerada ilegal y separatista, fue disuelta sin grandes problemas por orden del Gobierno.
c.-
La crisis social: la huelga general:
Mientras, los conflictos sociales aumentaban. Las consecuencias económicas de la I Guerra Mundial afectaron duramente a las clases populares. La UGT y la CNT convocaron una huelga general para el 13-VIII-1917, en la que a las peticiones laborales y salariales se unen reivindicaciones políticas (elecciones libres, nuevo parlamento y nueva constitución). La huelga tuvo un notable éxito en las principales ciudades y centros industriales del país. Para hacerle frente, el gobierno utilizó al Ejército. La represión provocó más de 100 muertos y los miembros del comité de huelga (Largo Caballero, Besteiro…) fueron condenados a cadena perpetua, aunque posteriormente recuperaron la libertad.
El FIN DEL RÉGIMEN CONSTITUCIONAL:
Aparentemente, el sistema de la Restauración sobrevivíó a la crisis de 1917, pero la situación política, social y militar continuó degradándose hasta 1923. El contexto internacional era también extremadamente problemático: revoluciones socialistas en Rusia, Alemania y Hungría, descomposición de los viejos imperios europeos, aparición de nuevos Estados…
a.-
El agravamiento de la inestabilidad gubernamental (13 cambios de gobierno en 1917-23): Desde 1917 formar gobiernos fue una tarea difícil debido a la ruptura del sistema de turnos, a la fragmentación de los partidos dinásticos y al enfrentamiento personal entre los líderes de los mismos.
El fin del turnismo dará paso a los gobiernos de concentración.
El rey recurre a la formación de estos gobiernos, presididos por el líder del partido del sistema pero con ministros de otras tendencias políticas, excepto republicanos y socialistas. El más relevante fue el llamado Gobierno Nacional, impulsado por Maura en 1918, con la participación de los líderes dinásticos y de la Lliga Regionalista catalana. Las diferencias internas provocaron que fuesen gobiernos débiles, incapaces de hacer frente a los problemas y con escasa duración. La inestabilidad política crece generando una clase política cada vez más desprestigiada. Fueron el último intento de regeneración del régimen político de la Restauración.
b.-
El incremento de la conflictividad social
El remate de la Gran Guerra trajo la crisis económica.
El fin de las exportaciones a los beligerantes provocó el cierre de numerosas empresas, reducciones salariales y un considerable aumento del paro, con el consiguiente descontento social:
El trienio bolchevique en Andalucía (1918-20) o la lucha antiforista en Galicia son buena muestra de ello. No obstante, en 1919-23, sería Barcelona el principal foco de violencia social. El enfrentamiento entre la CNT y la patronal catalana se tradujo en huelgas obreras, lock out patronales, brutal represión gubernamental contra los sindicalistas, pistolerismo patronal y cenetista. Como resultado, entre 1919 y 1922, tuvieron lugar en Barcelona más de 800 atentados con unos 250 muertos. Sectores de la patronal catalana comenzaban a demandar una solución de fuerza que devolviese la tranquilidad social.
c.-
El problema de Marruecos
La tradicional presencia española en el N. De África (Ceuta, Melilla) se reforzó desde comienzos del s. XX. Para el Ejército, el Rey y algunos sectores políticos, la expansión colonial en Marruecos parecía una solución de recambio tras la derrota de 1898.
Las pretensiones españolas fueron parcialmente reconocidas en la Conferencia de Algeciras (1906), que limitaba el área de influencia española a una franja al N. De Marruecos, quedando el resto de este territorio bajo protectorado francés. También los intereses económicos (explotación minera, construcción ferroviaria) alentaron el interés español. La ocupación efectiva del territorio tuvo una fuerte resistencia en las tribus del Rif.
Por eso, los costes económicos y humanos de la acción militar en Marruecos provocaron la oposición de amplios sectores de la izquierda y de las clases populares (Semana Trágica de Barcelona).
-En 1921, el intento español de ampliar la ocupación militar en el entorno de Melilla acabó con una grave derrota ante las fuerzas indígenas de Abd El Krim, el desastre de Annual (enormes pérdidas de material, unos 12.000 soldados muertos). El desastre militar tuvo graves consecuencias políticas: en el Parlamento se debatíó duramente sobre la política africana y la oposición, sobre todo los socialistas, exigieron responsabilidades políticas que incluían al mismo Rey. El Gobierno encargó al general Picasso una investigación sobre el asunto. El informe resultante (el expediente Picasso)
Acusaba a los mandos militares de una total incompetencia. Una comisión parlamentaria investigó sobre las responsabilidades políticas, pero no llegaría a terminar su informe porque en Septiembre de 1923 tenía lugar el Golpe de Estado del general Primo de Rivera. Comenzaba, de esta manera, la primera dictadura militar del s. XX en España, bajo el amparo de Alfonso XIII.
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