22 Dic

La Vaca Sagrada en la India: Más que un Símbolo Religioso

Algunos informes consideran la veneración de la vaca en la India como uno de los factores principales de la pobreza y el hambre en la zona, argumentando que merma la eficiencia agrícola. Sin embargo, al observar los datos sobre el ganado vacuno, se aprecia que existen muy pocos bueyes, animales que, junto con el búfalo de agua, constituyen la principal fuente de tracción para arar los campos. La falta de tracción animal representa un grave peligro para las familias campesinas, que pueden perder sus propiedades. Las vacas cebú paren bueyes y, aunque no están especializadas en la producción de leche como las occidentales, la que producen ayuda al sustento de sus dueños. Además, el sistema industrial hindú consume mucha menos energía en comparación con las modernas agriculturas occidentales.

Por otro lado, se consigue un mayor aporte calórico cuando se consumen directamente las plantas que a través del consumo de animales. La carne de las vacas no se desperdicia, pues existen castas inferiores que la consumen una vez que el animal ha muerto de forma natural. No existe competencia con el hombre por el alimento, puesto que las vacas consumen mayoritariamente desperdicios, convirtiendo artículos de poco valor en productos de utilidad inmediata, como la leche.

El amor a las vacas ayuda a sobrevivir a los humanos en un ecosistema de bajo consumo de energía, donde no existe margen para el despilfarro. Así, se demuestra que la India utiliza su ganado vacuno de forma más eficaz que EE.UU., no porque los animales sean más productivos, sino porque aprovechan todos sus productos.

Porcofilia y Porcofobia: Actitudes Opuestas hacia el Cerdo

Este tema plantea el problema de por qué algunos pueblos aborrecen el mismo animal que otros aman. El cerdo es una abominación para judíos y musulmanes, mientras que el centro del amor a los cerdos se encuentra en Nueva Guinea y las islas melanesias.

Los tabúes, además de tener explicaciones ecológicas, también cumplen la función social de dotar a una comunidad de signos distintivos. Actualmente, esta es su función principal, no suponiendo ningún perjuicio grave para la comunidad y permitiéndole distinguirse del resto de la humanidad.

La Guerra en Sociedades Primitivas

Los pueblos primitivos emprenden la lucha cuando carecen de alternativas mejores a problemas concretos. Los maring, por ejemplo, la atribuyen a la venganza de actos violentos, como ocurre en muchos otros pueblos.

La guerra estalla en el momento en que la producción y el consumo se hallan en auge. Lo importante no es el efecto de regulación de la guerra sobre un grupo en concreto, sino sobre el total de la población de la región. Y no se produce por las bajas habidas en combate, ya que los beligerantes son los hombres y sus muertes apenas afectan al potencial reproductivo. Los maring, como muchos grupos primitivos, practican la poliginia: muchos hombres tienen varias esposas, y las mujeres desarrollan la mayoría de tareas hortícolas. En realidad, la guerra conserva el sistema maring a través de dos consecuencias más indirectas: los huertos son abandonados antes de alcanzar el techo de su productividad y se incrementa la mortalidad infantil femenina. El abandono temporal de los huertos permite mantener la capacidad de sustentación de la región, pues zonas cultivadas intensivamente quedan en barbecho mientras que se ponen en cultivo nuevas áreas. En el sistema de tala y quema, la explotación continuada de una zona supone una amenaza a la capacidad de recuperación del bosque.

La guerra es el precio pagado por las sociedades primitivas por criar hijos cuando no se pueden permitir criar hijas. A lo largo de la historia, la guerra ha sido una estrategia de adaptación vinculada a condiciones tecnológicas, demográficas y ecológicas específicas, y no el resultado del carácter agresivo del ser humano como se ha venido postulando.

El Macho Salvaje: Supremacía y Control

El infanticidio femenino, practicado por la mayoría de sociedades primitivas, es una demostración de la supremacía del varón. La principal forma de adaptación humana es la cultural, no la biológica, por lo cual, en la especie humana, las diferencias físicas no son significativas.

Cuanto más feroces son los varones, más guerras se producen, y más se necesitan varones feroces. A la vez, aumenta la agresividad sexual, la explotación de las mujeres y la poliginia. La poliginia provoca un déficit de mujeres, aumenta el nivel de frustración de los hombres jóvenes y potencia los motivos para ir a la guerra. Llevado al clímax, las mujeres son despreciadas y matadas en la infancia, y se emprenden guerras para capturar mujeres y poder criar hombres agresivos.

El Potlatch: Redistribución y Prestigio

Como consecuencia de su anhelo de prestigio, hay más gente que trabaja y aumenta la producción en la zona, mientras que la donación cumple la función de impedir que la fuerza de trabajo retroceda a niveles de productividad que no ofrecen margen de seguridad ante la crisis. Sirve, además, para crear una extensa red de expectativas económicas. Actúa como compensador de las fluctuaciones productivas anuales entre las diferentes zonas.

Esta forma de intercambio, producida por los grandes hombres y por el potlatch, consiste en reunir los esfuerzos productivos de mucha gente para luego redistribuirlos de forma diferente. Pero, mientras los grandes hombres se quedaban las migas, no ocurría lo mismo con los jefes de los potlatchs; estos dejaban el trabajo duro para sus seguidores. Para Harris, el siguiente paso en la evolución social serían los reyes hereditarios, que no realizaban ningún trabajo básico y que guardaban para sí lo mejor.

La donación de festines aparece cuando es posible aumentar el esfuerzo productivo sin infligir daños a la capacidad de sustentación del hábitat. Esto se alcanzó cuando los animales y plantas se domesticaron, pues un mayor esfuerzo supone un aumento de la producción. El único problema es que la gente sólo trabaja lo justo, y por ello surgió la redistribución. Prácticamente todos los cazadores y recolectores con sistemas sociales basados en la reciprocidad fueron destruidos o desplazados a zonas apartadas por sociedades más poderosas y populosas, que aumentaban la producción y se organizaban jerárquicamente.

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