11 Sep

Guerra colonial y crisis de 1898


1. INTRODUCCIÓN

A principios del Siglo XIX, España sólo contaba con las colonias de Cuba, Puerto Rico y con las Filipinas. La pérdida de las últimas colonias del Imperio español en 1898 inició una etapa de crisis y de progresiva denigración del sistema de Cánovas.

2. LA CRISIS DE ULTRAMAR (Cuba Y FLIPINAS)

El Imperio colonial español


Cuba era la principal posesión española y concentraba numerosos intereses y negocios españoles y un gran flujo de emigración procedente de la metrópoli. La vida económica de la isla se basaba en una agricultura de plantación, lo que constituía una importante fuente de ingresos para el Estado.

La política arancelaria que impónían los gobiernos españoles hacía que estuvieran obligas a comprar a elevados precios los productos españoles. Además, se le dificultaba la exportación hacia Europa o EEUU.

En Filipinas fue distinto porque la población española era escasa y los intereses económicos españoles se basaban en la producción del tabaco y en el acceso a intercambios con el continente asíático. Asimismo, poseían una gran presencia de órdenes religiosas.

Estos territorios recibían un trato colonial y no tenían derecho a enviar representantes a las Cortes españolas ni a tener instituciones de gobierno o a intervenir en la elaboración de las leyes que afectaban a las islas.

El problema cubano


En la Paz de Zanjón de 1878 se pactaron medidas como la abolición de la esclavitud y la presencia de diputados cubanos en el Parlamento español. En la isla, el sector más intransigente, opuesto a las reformas y formado por españoles y por grandes latifundistas azucareros, formó el Partido Uníón Constitucional, mientras que los grupos progresistas, principalmente criollos, crearon el Partido Liberal Cubano.

La mayoría  de los políticos españoles eran contrarios a conceder la autonomía a Cuba. Aunque los gobiernos liberales de Sagasta eran partidarios de introducir mejoras en las islas, solo aprobaron la abolición de la esclavitud. Además, en 1893, el Plan de Reformas Coloniales elaborado por Maura fue rechazado en las Cortes.

El malestar de la población cubana se incrementó cuando España introdujo un impuesto a la importación de productos no españoles, el llamado Arancel Cánovas. Esto incomodó a EEUU, que debía pagar fuertes aranceles por los productos que vendía Cuba.

El estallido de la guerra


El incumplimiento de los compromisos de la Paz de Zanjón, el nuevo arancel y el apoyo de EEUU hicieron que en 1895 se reiniciara el conflicto cubano. La insurrección se inició en Baire (Grito de Baire) y José Martí, fundador del Partido Revolucionario Cubano, fue su líder más conocido.

Los intentos de España por poner fin al conflicto combinaron el diálogo, en el caso del general Martínez Campos, con una fuerte represión, en el caso del general Weyler. Este obligó a los campesinos a concentrarse en determinadas aldeas. La población sufríó las duras consecuencias como el hambre y las epidemias.

Se enviaron muchos soldados a la isla, los cuales enfermaron o murieron a causa de las enfermedades tropicales y la falta de medios sanitarios. Las tropas no lograron derrotar militarmente a los insurgentes cubanos ya que estaban mucho más adaptados a la lucha en zonas tropicales (manigua) y a las guerrillas.

En España, el asesinato de Cánovas del Castillo en 1897, dio lugar a un imprevisto cambio de gobierno. Sagasta, el nuevo presidente, inició una estrategia de coalición: destituyó al general Weyler, decretó la autonomía de Cuba, el sufragio universal masculino, la igualdad de derechos entre insulares y peninsulares y la autonomía arancelaria. Sin embargo, las medidas llegaron demasiado tarde para convencer a los que querían la independencia.

La insurrección filipina


El malestar provénía del descontento de la población con los métodos de la administración española y el excesivo poder de las órdenes religiosas. La Liga Filipina exigía la expulsión de los españoles y la confiscación de sus latifundios.

La insurrección se inició en 1896 y se extendíó. Se llevó a cabo una política represiva. El nuevo gobierno liberal de 1897 nombró capitán general a Primo de Rivera, quien promovíó una negociación indirecta con los principales jefes de la insurrección, la cual dio como resultado una pacificación temporal del archipiélago.

La guerra contra Estados Unidos

La política española había intentado evitar un enfrentamiento con EEUU. Por su parte, la mayoría de estadounidenses eran favorables a la intervención militar en Cuba. En 1897, el nuevo presidente McKinley, se decidíó a intervenir directamente.

EEUU utilizó como pretexto la explosión y hundimiento de su buque de guerra Maine, anclado en La Habana. La negativa de España a renunciar a la isla y a acatar el ultimátum estadounidense inició el enfrentamiento entre ambos. Ese mismo año se reanudó la insurrección en Filipinas.

En España se subestimó el potencial militar de EEUU, que destruyó fácilmente la flota española en los combates navales de Santiago de Cuba y Cavite. Este desastre no dejó al gobierno español otra alternativa que pedir la paz.

El Tratado de París


Los españoles pidieron un alto al fuego y negociar las conversaciones de paz fueron en Madrid. El 12 de Agosto de 1898 se firmó un Protocolo, que sería el documento base para la discusión. Las conversaciones empezaron el 1 de Octubre presididas por parte española, por Monte Ríos, y por parte americana, Mr. Day. Se mantuvieron hasta el 10 de Diciembre pero al final los españoles se vieron obligados a firmar el Tratado de París. Este fue un dictado de exigencias norteamericanas que España tuvo que acatar sin posibilidad de réplica. Del mismo modo, fueron excluidos cubanos, puertorriqueños y filipinos. El único argumento esgrimido por los americanos fue la fuerza.

El Tratado constaba de 17 artículos. Los 3 primeros consagraban el cese de la soberanía española en Cuba, el abandono de Puerto Rico y más islas Occidentales, la isla de Guan y las Islas Filipinas.

El cuarto fijaba un trato de favor por 10 años para los barcos y mercancías españolas destinadas en Filipinas. Los restantes artículos aludían a problemas de derecho privado, propiedades de los españoles, sociedades… También se recogían los procedimientos judiciales en curso, etc. Los últimos artículos se referían a la temporalidad de la ocupación americana de Cuba y de la ratificación del Tratado.

En conclusión, cuando las potencias europeas se lanzaban a la carrera colonial y se repartían el mundo, España no sólo quedaba marginada del reparto sino que perdía sus territorios. El 1 de Enero de 1899 el general Jiménez Castellanos hace entrega oficial del territorio de Cuba al gobierno de EEUU. Similar procedimiento ocurríó en Filipinas.

3. CONSECUENCIAS DEL DESASTRE DEL 98

La derrota y la consiguiente pérdida de las colonias, se conoce en España como el “desastre del 98”. Este se convirtió en el símbolo de la primera gran crisis del sistema político de la Restauración.

Una crisis política y moral


A pesar de su importancia, la crisis del 98 tuvo unas repercusiones inmediatas menores de lo esperado. En el plano económico, la guerra supuso importantes pérdidas materiales para la colonia, pero en la metrópolis la incidencia fue menor. La desaparición delos mercados coloniales perjudicó las exportaciones textiles catalanas, las harinas castellanas y la pequeña maquinaria. Se encarecieron los productos importados de las antiguas colonias.

Como aspecto positivo, la repatriación de capitales estipuló la creación de bancos y nuevas empresas. En el aspecto político, los gobiernos intentaron aplicar políticas regeneracionistas, aunque se mantuvo el sistema político de la Restauración.

La crisis política favorecíó el crecimiento de los nacionalismos, especialmente en el País Vasco y Cataluña.

De este modo, la crisis del 98 fue fundamentalmente una crisis moral e ideológica. La sociedad y la clase política española estaba desencantada y frustrada. Había caído el mito del Imperio español.

España queda relegada a potencia secundaria internacional en un momento en el que los países europeos se expandían por Asía y África.

Por último, señalar el resentimiento de los militares hacia los políticos, tanto por la derrota, como por la percepción de haber sido utilizados.

El regeneracionismo


En 1876, un grupo de intelectuales crearon la Institución Libre de Enseñanza, que consideraban que el fracaso de la Revolución del 68 fue una oportunidad perdida para modernizar España. Estos intelectuales, junto con otros que no formaban parte de la Institución, pretendían la reforma de la educación, consideraban que la Iglesia influía en exceso en la sociedad y en la política española. Esta corriente hablaba de regenerar España y acabó conocíéndose como Regeneracionismo. Su mayor exponente fue Joaquín Costa, inspirador de un partido político, la Uníón Nacional, de carácter popular y muy crítico con la Restaurción.

La crisis del 98 agudizó la crítica regeneracionista. Son célebres sus frases “Cerrar con siete llavel el sepulcro del Cid” y “Escuela y despensa”. Estos defendían la mejora del campo español, elevar el nivel educativo y cultural y enterrar las glorias pasadas.

Asimismo, surge la Generación del 98, un grupo de literatos y pensadores que analizaron la situación española con un sentido muy crítico y en tono pesimista.

El fin de una época


El desastre del 98 significó el fin del sistema de la Restauración tal y como lo había diseñado Cánovas y la aparición de una serie de políticos intelectuales, científicos… que empezaron a actuar en el reinado de Alfonso XIII. Sin embargo, la política reformista que llevaron a cabo los gobiernos fue mínima y el sistema siguió funcionando.

En este periodo se desarrolló un creciente antimilitarismo a lo que el ejército respondíó con un sentimiento corporativo y con el convencimiento de que los militares debían tener mayor presencia y protagonismo en la vida política.

Esta injerencia militar fue aumentando en las primeras décadas del Siglo XX y que culmina en el Golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923 y su posterior dictadura de siete años, y el Golpe de Estado protagonizado por el general Franco en 1936 que provocó una Guerra Civil y una dictadura militar de casi 40 años.

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