07 Oct

Causas de la Crisis

A principios de la década de 1960, los factores que impulsaron el crecimiento en Europa y Japón tras la posguerra comenzaron a agotarse. La convergencia tecnológica con Estados Unidos y la migración rural a la industria se completaron, al igual que los beneficios de la integración comercial. Esto anticipaba una reducción en las tasas de crecimiento, acercándolas a las del país líder, Estados Unidos. Sin embargo, no explica por qué Estados Unidos también experimentó una desaceleración, mostrando síntomas de estancamiento.

La razón de este menor crecimiento fue la disminución del ritmo de aumento de la productividad, lo que tensionó los beneficios empresariales y los salarios. A partir de 1960, la productividad por hora trabajada se desaceleró y, al mantenerse los salarios, se redujeron las tasas de beneficio de las empresas.

El rendimiento del capital cayó drásticamente desde 1970. A medio plazo, esto generó la caída de las tasas de inversión y la ralentización del crecimiento económico. Marcaba el final de un período donde el aumento de la productividad y la moderación salarial habían permitido una mejora en la remuneración de los factores (trabajo y capital) compatible con un crecimiento sostenido. Algunos autores sugieren un pacto implícito: los trabajadores aceptaban aumentos salariales inferiores al incremento de la productividad a cambio de reinversión empresarial y servicios estatales gratuitos o cuasi gratuitos, un sobresueldo social.

Si esto fuera cierto, dos motivos explicarían la ralentización de la productividad:

  1. Un proceso inevitable: las innovaciones de la Segunda Revolución Industrial se agotaban. Según Schumpeter, a principios del siglo XX la economía mundial entraba en una etapa de destrucción creativa, con más estímulos para la innovación. Cuanto más rápida la renovación, antes se recuperarían las altas tasas de productividad y mejorarían salarios y beneficios.
  2. Durante las décadas doradas, el declive de los valores tradicionales del esfuerzo y el trabajo, junto con el riesgo, exigían una reforma del Estado. Las prestaciones sociales y la regulación económica introdujeron rigidez en un sistema que necesitaba flexibilidad. A corto plazo, la nueva política reduciría los costes salariales, ya sea directamente o mediante la reducción de prestaciones sociales. Para los analistas conservadores, esta era la única forma de recuperar el beneficio empresarial y la inversión.

El Dólar y la Inestabilidad Monetaria

Las tensiones en el mercado laboral y de bienes se agravaron por el desplome del sistema financiero internacional, que amenazaba la estabilidad macroeconómica. La suspensión de la convertibilidad del dólar en oro en 1971 sometió al sistema monetario a una tensión extrema, resultado del déficit exterior de Estados Unidos y el aumento de las transacciones financieras internacionales. Aunque se eliminó el anclaje al oro, los gobiernos intentaron mantener las paridades fijas o controlar las fluctuaciones.

La fluctuación monetaria afectaba de manera desigual. Las economías grandes y menos dependientes del exterior se vieron menos afectadas, mientras que las pequeñas y abiertas enfrentaron serias dificultades. Las variaciones repentinas en el valor de la moneda propia generaban desajustes en la balanza de pagos y en los precios, creando incertidumbre.

La Guerra y el Precio del Petróleo

En 1973, la guerra entre Egipto y Siria contra Israel provocó un aumento en el precio del petróleo, desencadenando una crisis mundial.

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