21 Ene

Desarrollo de la Guerra Civil Española: Etapas y Batallas Clave (1936-1939)

El avance hacia Madrid (Julio 1936 – Noviembre 1936)

Tras cruzar el Estrecho, las tropas de África, legionarios y regulares al mando del general Yagüe, tenían como objetivo principal la toma rápida de Madrid para acabar pronto con la guerra, pero los golpistas fueron detenidos a las puertas de la capital. Las tropas sublevadas avanzaban desde el sur, tomaron Badajoz y consiguieron enlazar con la zona sublevada del norte. En septiembre, Franco, convertido en jefe del ejército tras la muerte de Sanjurjo, cruzó el Estrecho de Gibraltar, trasladando a las tropas africanas en aviones italianos y alemanes, y decidió ocupar Toledo, donde se libró la batalla del Alcázar de Toledo. El general Mola se replegó hacia el norte, donde conquistó Irún y San Sebastián, cortándose las comunicaciones entre el Cantábrico y Francia. A finales de septiembre, los sublevados estaban a las puertas de Madrid. El gobierno republicano decretó la movilización general para salvar Madrid, naciendo las míticas consignas como “no pasarán” y “Madrid, tumba del fascismo”. El gobierno republicano, ante la amenaza franquista, se trasladó de Madrid a Valencia, dejando en la capital una Junta de Defensa presidida por el general Miaja. Madrid resistió gracias a las Brigadas Internacionales, el armamento ruso y una columna anarcosindicalista, al mando del líder sindical Buenaventura Durruti.

Las batallas en torno a Madrid (Diciembre 1936 – Marzo 1937)

Fracasado el intento de tomar Madrid, los sublevados emprendieron dos maniobras para aislar Madrid y cortar sus comunicaciones con Valencia. Fueron las batallas del Jarama y Guadalajara, donde los republicanos detuvieron a los sublevados. Estos fracasos se compensaron con la conquista franquista de Málaga, en el sur. La guerra civil no iba a ser un conflicto corto; se convirtió en una guerra de desgaste. Ambos bandos se prepararon para una guerra larga.

La ocupación del norte (Abril – Octubre 1937)

La defensa de Madrid obligó a Franco a cambiar la estrategia. Iba a ser preciso afrontar una guerra de desgaste con la conquista gradual del territorio republicano. Franco concentró sus esfuerzos en la cornisa cantábrica (Asturias, Santander y Vizcaya). En 1937, Mola atacó Vizcaya, donde fue bombardeada la ciudad de Guernica por la Legión Cóndor alemana. En junio, los franquistas entraron en Bilbao y meses después se conquistó Santander y Asturias. Se habían perdido para la República los puertos, las minas y la metalurgia de todo el Cantábrico. Los republicanos realizaron una serie de ofensivas. La primera en Brunete, en el frente de Madrid; y la segunda en Belchite, en el frente de Aragón. Ambas fueron un fracaso.

El avance hacia el Mediterráneo (Noviembre 1937 – Junio 1938)

A finales de 1937, los republicanos todavía confiaban en la posibilidad de ganar la guerra. Para ello, intentaron una serie de reformas en el ejército: se crearon las Brigadas Mixtas que suponían la integración de las milicias republicanas y las Brigadas Internacionales. Se abrió un nuevo frente en Aragón, con la batalla de Teruel, ciudad que fue conquistada finalmente por Franco. Los franquistas avanzaron por el Ebro hacia el Mediterráneo, donde llegaron en 1938 al norte de Castellón, quedando Cataluña separada de la zona republicana. Inmediatamente, Franco se dispuso a avanzar sobre Cataluña y Valencia. Los republicanos debían responder con una ofensiva potente para evitar el hundimiento de la zona este. La reacción republicana se produjo con la batalla del Ebro, entre julio y septiembre de 1938.

La batalla del Ebro y la ocupación de Cataluña (Julio 1938 – Febrero 1939)

La batalla del Ebro fue la más larga e importante de la guerra. Iba a ser el último intento de la República de parar el avance franquista y volver a unir las zonas republicanas. Los soldados republicanos lanzaron un poderoso ataque sobre el Ebro, en la frontera entre Teruel y Tarragona. Pero los franquistas lograron detener el avance republicano y lanzaron una contraofensiva. El ejército republicano quedó destrozado. Tras vencer en el Ebro, Franco se lanzó a ocupar Cataluña, sin hallar resistencia. En enero de 1939, los franquistas entraban en Barcelona. Una marea de exiliados huía a Francia, entre ellos todo el gobierno de la República, con el jefe del gobierno, Juan Negrín, y el presidente de la República, Manuel Azaña. También se exiliaron miembros de la Generalitat y el gobierno vasco.

El final de la guerra (Febrero – Abril 1939)

A la República solo le quedaba la llamada zona centro, que comprendía Madrid y la región mediterránea (Albacete, Valencia, Alicante y Almería). En el seno de los republicanos surgieron fuertes discrepancias. El jefe del gobierno, Juan Negrín, y los comunistas querían continuar con la guerra mientras esperaban el apoyo de los aliados (Francia y Gran Bretaña). Los anarquistas y el ala moderada de los socialistas, con Julián Besteiro al frente, consideraban que la guerra estaba perdida y eran partidarios de buscar una paz negociada. En Madrid, el coronel republicano Casado, encargado de la defensa de la ciudad, se sublevó contra el gobierno de la República. Las dos facciones republicanas, casadistas y negrinistas, se enfrentaron por el control de Madrid, con el triunfo de los primeros. Casado entabló negociaciones de paz con Franco, pero este rechazó cualquier acuerdo e impuso la rendición incondicional. El 28 de marzo, las tropas franquistas entraban en Madrid. En los días siguientes, los franquistas tomaron las últimas ciudades republicanas como Ciudad Real, Albacete, Valencia, Murcia y Alicante. El 1 de abril de 1939, Franco firmó en Burgos el último parte de guerra, declarándose oficialmente el final de la Guerra Civil Española.

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