13 Ene
4. La renovación teatral de posguerra: Géneros y modalidades. Autores Representativos
En la inmediata posguerra desaparecen las innovaciones más interesantes, que dan paso a un teatro tradicional, trivial y entretenido. Junto a esto surge la corriente humorística encabezada por Mihura y Jardiel Poncela. Por tanto, en este periodo nos encontramos con dos tendencias principales:
comedia de salón o teatro burgués o la alta comedia y teatro de intención humorística. Comedia de salón o teatro burgués o la alta comedia Continúa la comedia de salón de Benavente de preguerra. Ideológicamente, se caracteriza por la defensa de los valores tradicionales. Introduce siempre una ligera crítica de costumbres. La alta comedia es un tipo de teatro que se centra en la elaborada construcción de la trama, los diálogos o los juegos escénicos. Técnicamente, podemos caracterizarla por el uso de una escenografía realista, por el seguimiento de las normas aristotélicas y por la búsqueda de la perfección formal. El ambiente es siempre el de la clase burguesa acomodada, y su objetivo es simplemente el entretenimiento del público, con un argumento muy repetido, centrado en el matrimonio, el adulterio o en la infidelidad. En estos argumentos, el final feliz defiende la ideología dominante. Junto a las comedias burguesas aparecen también dramas de tesis y piezas históricas. Los principales autores fueron Edgar Neville, José María Pemán y Juan Ignacio Luca de Tena, entre otros.
Teatro de intención humorística Nos encontraremos con dos manifestaciones principales: Un teatro cómico, de carácter intrascendente, que busca la risa fácil con técnicas tradicionales y que continua las formas anteriores a la Guerra Civil; y un teatro que arranca de la vanguardia, y que busca renovar la risa, intentando provocarla mediante situaciones, personajes, argumentos y lenguaje verosímil, casi absurdo, lo cual le otorga una dimensión existencial e incluso de crítica. Esta forma de hacer teatro había sido iniciada antes de la Guerra por Jardiel Poncela y se continúa ahora con este mismo autor, al que se añaden los nombres de Edgar Naville, Antonio Lara “Tono” y sobre todo, Miguel Mihura. Enrique Jardiel Poncela: concibió un >, en el que tienen cavidad los hechos y situaciones más absurdos. Jardiel ya era un destacado dramaturgo antes de la guerra, por lo que su producción no se aclimata al tipo de teatro que se hace en la posguerra. El ingenio, la imaginación y lo fantástico son fundamentales en sus obras. Eloísa está debajo de un almendro y Los habitantes de la casa deshabitada son sus piezas más conocidas. Miguel Mihura: creó una nueva manera de abordar el humor, en la que se combinan el absurdo y la reflexión existencial. Sus obras planten con frecuencia situaciones incoherentes y diálogos absurdos, que es donde radica la innovación. Su obra cumbre es Tres sombreros de copa. Esta anticipa varios de los supuestos del teatro europeo del absurdo. Posteriormente, su teatro irá perdiendo carácter innovador, y su humor se orientara hacia una ironía más fácil y aceptable en ámbitos burgueses. Otras obras de Mihura son: La bella Dorotea, Mi adorado Juan, ¡Sublime decisión!.5
. El teatro de testimonio social. Autores emblemáticos (Miguel Mihura, Alfonso Sastre)
A finales de los años 40 surge una corriente teatral realista. Es el teatro social de Buero y Sastre. A partir de los 60 surgirá una corriente experimental que pretende subvertir el concepto tradicional de teatro. En esta etapa ha aparecido un público nuevo, juvenil y universitario sobre todo, que pide otro teatro. Además, la censura se relaja levemente y tolera algunos enfoques críticos. La estética y la técnica de estas obras se inscriben en el Realismo aunque con diversos matices. Junto al Realismo directo y elemental a veces hay rasgos esperpénticos, tanto por su temática como por su actitud representan un teatro comprometido con los problemas de la España en que vivían.El teatro de testimonio social tiene como pioneros a Buero y Sastre. La temática común seria la injusticia social y la alienación y ante ello, la actitud del autor será testimonio de protesta (con las limitaciones propias de la censura).
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