09 Jun
Nos encontramos ante el fragmento “Un día habrá una isla”, escrito por Pedro García Cabrera y perteneciente a su obra
Las islas en que vivo (1971).
Las islas en que vivo (1971).
Pedro García Cabrera nacíó en Vallehermoso (La Gomera) en 1905. Durante su infancia se trasladó a Tenerife, donde se publicaron la mayor parte de sus obras. Su firme compromiso con la política se aprecia por su colaboración en revistas como Hespérides o Cartones, y por la creación de Gaceta de Arte, a través de la cual conectó a artistas canarios con las vanguardias. En 1936 fue trasladado a un campo de concentración en Villa Cisneros por sus ideas políticas, del que escapó y posteriormente fue encarcelado de nuevo hasta 1946. Tras su liberación, se trasladó a Tenerife de nuevo, donde se casó con Matilde Torres Marchal. Su período de encarcelamiento y la censura del franquismo no le impidieron lanzar una nueva publicación, De Arte, ni colaborar con otras revistas. La transición y la democracia le devolvieron la ilusión, participando en conferencias y actos, como el Primer Congreso de Poesía Canaria. Murió en Tenerife en 1981.
Su obra está influenciada por distintas corrientes, que conforman diversas etapas: vanguardista, neopopularista (propia de la Generación del 27), una etapa de poesía abstracta y otra de poesía surrealista; esta última coincide con su poesía social, una de las etapas más importantes y que condiciona toda su obra poética. La obra de Pedro G.C. Se enmarca en la Generación del 27, pues comparte carácterísticas con autores como Pedro Salinas, y está influenciado por autores de vanguardia. Sus obras tienen temas comunes (la ciudad, el amor, la naturaleza, el compromiso) mezclan tradición y progreso, buscan la pureza estética, se centran en la naturaleza humana y mezclan lo culto con lo popular. En sus obras emplean un léxico específico, la metáfora reinventada, el verso libre y esquemas rítmicos clásicos.
Su poesía está marcada por su estancia en prisión, sus ideas políticas y sus ansias de libertad, por eso su obra refleja sus ideales políticos y lo que supuso la censura para él. Los temas recurrentes en su obra son el deseo de libertad, la necesidad de esperanza y la isla y sus residentes, pues persigue un fin de denuncia y transformación social.
“Un día habrá una isla” es un fragmento lírico que pertenece a su obra Las islas en que vivo (1971). Pertenece a su etapa influenciada por la corriente de poesía social, pues hace referencia a su experiencia personal con la censura política del franquismo por expresar el amor a sus islas en obras anteriores.
El tema de este poema es puramente social, pues refleja las ansias de libertad ante la represión que sufre el país: “Un día habrá una isla que no sea silencio amordazado”. Los sentimientos de opresión (“los que lloran de rabia”) contrastan con las ansias de libertad representadas por el mar (“la alegría del mar les pido a todos”). También destaca la esperanza (“horizontes y manos de esperanza”), el paso del tiempo (“y se tragan el tiempo en carne viva”) y el amor a la isla, recurrente en el marco del poema.
El poema tiene una estructura circular dividida en tres partes. La primera parte (versos 1-5) y la última (v. 14-18) las enfoca en el yo poético, aunque en la primera lo hace con intención crítica hacia la falta de libertad y en la segunda desde un sentimiento de esperanza de poder conseguirla; esta estructura circular se aprecia en la repetición de su deseo de libertad en ambas partes: “que no sea silencio amordazado”. La parte central (v. 6-13) alude a aquellos que comparten esa la lucha colectiva y que también están sufriendo: “solo no estoy”, “aquellos que no pierden el corazón”, “los que lloran de rabia”, “aquellos que no cesan de mirarse la cara en sus heridas”. En cuanto a su métrica, ésta revela el género lírico al que pertenece el poema, pues está escrito formando una silva de versos heptasílabos y endecasílabos.
Por lo que respecta al estilo del texto, al pertenecer al género lírico se aprecian múltiples recursos estilísticos. Hace uso de la hipérbole (“que no sea silencio amordazado”), la personificación (“cuando mis palabras se liberen”, “la alegría del mar”), paralelismos y anáforas (“aquellos que no cesan/aquellos que no pierden”), metáforas (“manos de esperanza”, “cuantos partan su pan en esta isla”), antítesis (“del combate en que muero y en que vivo”) e hipérbatos (“solo no estoy”), entre otros recursos.
Además, hace uso de los símbolos para enfatizar sus sentimientos; la libertad aparece simbolizada en el “silencio amordazado” y “el mar”, el “horizonte” representa la visión de esperanza en el futuro y el “corazón” representa el amor a su tierra, la isla.
Respecto al léxico destaca el empleo de palabras relacionadas con la falta de libertad (“silencio amordazado”, “mirarse la cara en sus heridas”) o su deseo de ella (“horizontes y manos de esperanza”, “alegría del mar”). El uso de pocos adjetivos agiliza la lectura.
En cuanto a los aspectos morfosintácticos, predomina el empleo de oraciones enunciativas: “Un día habrá una isla/que no sea silencio amordazado”. El empleo de verbos en presente indica su sufrimiento en presente y el uso del futuro lo emplea para reflejar la esperanza. Combina la 1ª y 3ª persona gramatical para crear mayor implicación con el lector.
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