27 Ene
El dolor ha caminado siempre de la mano del hombre: es parte de su cotidianidad y sus momentos relevantes, invade sus mitos, su arte, sus diversiones, etc. El hombre entiende que nace entre dolores y teme morir dolorosamente, por lo que el dolor forma parte de sus reflexiones en torno a su existencia, un existir que permanentemente actúa en relación con la búsqueda de la felicidad. Sin embargo, el dolor se construye, por lo que deben observarse los componentes de esta creación culturalizada; de entre ellos se considera un factor fundamental al cuerpo humano, ya que cabe destacar que el cuerpo es una conceptualización cultural, por lo que las ideas relativas a la composición anatómica suelen diferir de una sociedad a otra. Esto conlleva una cierta problematización de nuestro concepto de cuerpo. Tradicionalmente en Antropología, el cuerpo parecía ser el componente básico universal ya que todos los seres humanos vivíamos en uno característico de nuestra especie, común a todos en sus rasgos básicos. Era el fundamento que justificaba la validez universal de la biomedicina y su discusión es la clave de su crítica.
El Cuerpo Sufriente y la Antropología Médica
Nuestra trayectoria reflexiva cobra especial intensidad humana cuando nos centramos expresamente en el cuerpo que sufre. No podemos olvidar en nuestro estudio del cuerpo la experiencia existencial del sujeto humano que la lleva a cabo. Se trata del autosuficiente y con frecuencia alienado individuo y de las experiencias colectivas del propio cuerpo que la Antropología Médica devuelve a la Antropología en la forma del cuerpo plenamente mentalizado. Estas afirmaciones pertenecen a Nancy Scheper-Hughes, quien contrapone la versión clínica, dando una perspectiva antropológica centrada en los cuerpos reales, vivientes, experimentales y sufrientes.
Para ella, esta antropología del cuerpo y de la salud y enfermedad cultural se construye sobre la intersección de tres cuerpos separados pero solapados a niveles de análisis. Serían por un lado el cuerpo representativo, por otro el político controlador de las fuerzas del biopoder y la autoconsciencia, atribución de significados al cuerpo personal, individual y existencial. Los dos primeros están relacionados intrínsecamente con el entorno, lo que proporciona una comprensión de la problemática actual de la salud ante la crítica de la antropología reflexiva.
El Sufrimiento como Experiencia Social
Dentro del cuerpo existencial, es en la atención al sufrimiento cuando captamos con mayor claridad el peso de la cultura diferenciadora. Según Singer y Baer: «El sufrimiento está lejos de ser una aislada experiencia individual. Gran parte del sufrimiento del mundo está estrechamente relacionado con los cambios en el sistema de la economía global«. Kleinman dice que el término sufrimiento se refiere, más que a una experiencia individual, a un sufrimiento social, es decir, a la experiencia inmediata personal de los más amplios problemas humanos causados por el ejercicio cruel del poder político y económico.
Ejemplos de Sufrimiento y Resistencia
El antropólogo Robert Murphy pasó los últimos años de su vida con tetraplejia. Cuando él fue una persona con discapacidad se hizo hipersensible a la posición social y al trato social hacia las personas que se encontraban en su situación o similares. Fue también comprobando que la gente a veces le esquivaba, evitando mirarle directamente. En resumen, sufría no una enfermedad del cuerpo, sino una enfermedad de sí mismo y de relaciones sociales.
Otro ejemplo distinto es el ocurrido en la pequeña isla de Martha’s Vineyard, al noroeste de EEUU. Allí, determinadas circunstancias genéticas y la alta cota endogámica, produjeron un elevado porcentaje de sordos dentro de la vecindad. Con esto, casi todas las familias tenían en su seno uno o más afectados por sordera y la mayoría de los habitantes, a modo de resistencia, se fueron familiarizando con el lenguaje de los signos. Así los sordos no se sentían marginados y podían participar con mucha más soltura en la vida social de sus aldeas. Esto sirvió también para lanzar la idea de la necesidad de la presencia de intérpretes en muchas actividades y medios de comunicación.
Conclusión: El Dolor como Instrumento Social
Existen muchos otros sufrimientos que afectan al cuerpo como el hambre, los problemas familiares o laborales, etc. y el simple hecho de hacerles frente y no hundirse a pesar del sufrimiento, supone una muestra de resistencia: única forma de conseguir superarlos. En cualquier caso, la experiencia del hombre en su cuerpo supone siempre importantes connotaciones sociales. El dolor y el sufrimiento están siendo racionalizados y en ciertos aspectos, convertidos en instrumentos sociales. Son instrumentos que incluso influyen en la naturaleza y los ponen al servicio de la ciudadanía.
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