04 Nov

Democracia ateniense

En la época arcaica, las colectividades se estructuraban en tribus que reunían varias fratrias, unidad jerárquica fundamental, que a su vez se agrupaban en conjuntos de familias con un antepasado común mítico. Se articulaba una dependencia jerárquica y piramidal. No encontramos una teoría política hasta que esta situación social, política y económica entra en crisis hacia la mitad del siglo VIII a. C. y, sobre todo, en el siglo VII a. C., época denominada preclásica.

En esta sociedad, la aristocracia poseía virtudes especiales. El concepto de dike (justicia) se presentaba confusamente como el orden dado por las normas y la tradición. Los ideales aristocráticos presentaban al héroe dotado de arete (virtud), que incluía la capacidad de expresar la opinión más adecuada y llevar una vida material y espiritual superiores.

Esta teoría preclásica evolucionó con respecto a la situación tradicional. Se intentó incluir en la dike a los sectores más relegados socialmente. Surgió la convicción de que la medida debía presidir las acciones. Este ideal permitió un proceso de racionalización y moralización del comportamiento, con expresión constitucional en el sistema ateniense de Solón en 594 a. C. Este proceso permitió entender el universo como algo racional. Las consecuencias políticas fueron decisivas en el periodo democrático.

Las reformas en las polis, a partir de Solón, tuvieron dos direcciones:

  1. Limitar el poder de la aristocracia.
  2. Organizar políticamente la polis y los órganos de decisión política, administrativa y económica.

En el siglo VI a. C., el sistema ateniense podía considerarse una isonomía (igualdad ante la ley). En el siglo V a. C. apareció el término demokratia.

Formas personales de autoridad política

La autoridad política predominante en la antigüedad era personal. Su ejercicio se legitimaba por discursos religiosos, históricos, etc. Predominaban los despotismos, donde el poder se ligaba al héroe, fundador o dinastía. La herencia era el vehículo de transmisión.

Con la desaparición del Imperio Romano, surgió en Europa el vasallaje, donde un individuo se subordinaba a otro. El vasallaje permitía ceder una porción de terreno. El derecho de uso caracterizaba estas relaciones. Se priorizaba el control del uso de la tierra y la población que la trabajaba.

Al final de la Edad Media existían dos grandes instituciones políticas: los Estados-Imperio y la Iglesia.

La sociedad civil moderna y las teorías del pacto social

Un rasgo de la sociedad moderna es la defensa del derecho a la propiedad, que garantiza individuos libres y autónomos.

Con la autonomía social-política y económica, el individuo prima sobre la colectividad. La sociabilidad se fundamenta en la idea de que la sociedad resulta de individuos que establecen relaciones sociales para regular el orden político, económico y el uso de la fuerza.

Rechazada la idea tradicional, los pensadores se preguntaron por el origen del poder. Siendo el individuo libre, el poder ejercido debe originarse en la violencia o en un pacto entre individuos libres.

Las teorías del pacto social distinguen entre el pacto de asociación (constituye la sociedad civil) y el de sumisión (cede la autoridad al Estado).

El estado de naturaleza se caracteriza por la “libertad radical” del individuo, que no establece coacción, pero tampoco garantiza la posesión de bienes ni la seguridad personal.

Thomas Hobbes

La teoría política de Hobbes busca garantizar el orden social y evitar el “estado de guerra de todos contra todos”, entendido como un conflicto social generalizado que impide el desarrollo humano y cultural.

Hobbes parte de tres premisas:

  1. Igualdad de capacidades intelectuales y físicas, llevando a perseguir los mismos fines.
  2. Búsqueda de la propia conservación.
  3. La búsqueda de la propia conservación lleva a la competición generalizada.

El “estado de guerra” se caracteriza por su permanencia y la dependencia del individuo de su propia fuerza e ingenio.

El estado natural de guerra es consecuencia de la naturaleza humana y sus pasiones. Fuerza y fraude son las virtudes de la guerra; justicia y bien carecen de sentido.

El “estado de guerra” no es un hecho histórico, sino un estado que precede a la sociedad lógicamente. Hobbes sostendría que representa la condición humana sin civilización ni Estado que garantice leyes y limite el abuso de poder.

Hobbes se opone al derecho natural de Calicles. Para limitar el abuso, todo el poder debe concentrarse en un Estado implacable que impida el caos.

El Estado se fundamenta en las “Leyes de la Naturaleza”, dictadas por la razón. La ley natural no se basa en principios metafísicos o teológicos, sino en la supervivencia. Las leyes garantizan mejor la supervivencia que la lucha continua.

El poder del soberano es absoluto e incondicional. Los súbditos no pueden cambiar el gobierno ni repudiar el orden. El soberano no puede ser imputado por sus actos.

Aunque absoluto, el poder del soberano tiene límites. No puede pedir a los súbditos que renuncien a sus derechos básicos, ni obligarles a confesar crímenes o matar. Los súbditos se desligan de su obediencia si el soberano renuncia a su soberanía.

John Locke

Locke acepta el estado de naturaleza, pero lo diferencia del estado de guerra. Para Locke, el estado de naturaleza se caracteriza por hombres que viven según la razón, sin un superior común. El estado de guerra surge cuando la fuerza se usa fuera del derecho.

La ley moral natural, descubierta por la razón, fundamenta el estado de naturaleza.

El estado civil es una necesidad humana. Para Locke, Dios creó al hombre libre, pero con inclinación a la vida social. La familia es la primera agrupación, y la sociedad civil satisface necesidades humanas que el estado de naturaleza, por su independencia, no cubre.

Aceptar el estado civil implica renunciar a poderes legislativos y ejecutivos del estado de naturaleza para garantizar seguridad y libertad.

Locke reconoce el posible abuso de poder de la mayoría sobre la minoría, pero menor que en la monarquía absoluta. La aceptación de las ventajas de la vida social obliga a aceptar el poder de la mayoría.

Locke establece dos pactos tácitos: 1) se forma la sociedad política y se aceptan las decisiones de la mayoría; 2) la comunidad se encarga del gobierno o instituye una monarquía u oligarquía.

En Hobbes, derrocar al soberano disuelve la sociedad; en Locke, la sociedad, formada por otro pacto, sólo desaparece por acuerdo de sus miembros.

Jean-Jacques Rousseau

Rousseau constata el aumento de miseria y desigualdad, frenable sólo con un pacto para una sociedad justa. Parte de la “bondad innata del hombre”. La vida social convierte las desigualdades naturales en sociales, posibilitando la apropiación desigual de riquezas. La responsable es la sociedad civil, no el individuo.

Se necesita una “sociedad civil” donde todos se vean reflejados en una “voluntad general”, cuerpo moralizado por encima de la voluntad particular y los intereses egoístas.

Formas de Estado

Estado autoritario

Autoridad ilimitada, sin control ni crítica. Imposibilidad de actividad política ciudadana. No hay órganos judiciales independientes. El individuo está indefenso ante los abusos del Estado.

Estado absolutista

Forma característica del inicio de la Edad Moderna. Poder del soberano ilimitado, sin restricciones. No hay oposición legal al mandato del rey.

Estado totalitario

El Estado controla todos los ámbitos, incluyendo organismos no estatales y la vida privada. Control sobre medios de comunicación, creencias religiosas, moral y familia.

Estado de derecho

La autoridad estatal está sometida a la ley. El poder se ejerce dentro de los límites legales, que afectan a súbditos y gobernantes. Protege los derechos individuales.

Rasgos característicos:

  1. Constitución: ley máxima que regula el Estado, fija normas, órganos, procedimientos y relación entre órganos e individuos.
  2. División de poderes: Montesquieu la introduce para evitar abusos del poder político.

Estado social de derecho

Forma típica en países democráticos. Participación ciudadana en elecciones, incluso directa en la administración. Requiere:

  1. Renuncia a la violencia individual, grupal, corporativa o social.
  2. Monopolio de la fuerza por el Estado.
  3. Resolución de conflictos por vía civil.
  4. Límites legales al ejercicio de la dominación.
  5. Legitimación del poder por la constitución del “individuo político” mediante mecanismos de participación e identificación con las instituciones.

Reconoce las libertades individuales y colectivas como indispensables, pero insuficientes. El Estado debe ser garante de derechos y justo, subsanando las desigualdades del sistema.

Legitimación del poder político

Establece mecanismos para explicar por qué los ciudadanos deben respetar las leyes y someterse al Estado. Tres formas:

  • Tradicional: Se apela a la tradición y al carácter hereditario o divino del poder.
  • Carismática: Se basa en el carisma personal, no hereditario.
  • Racional-legal: Se basa en la ley, legitimada por procedimientos democráticos. El Estado tiene poder legitimado por un acuerdo racional.

Estas formas no se dan puras, sino combinadas.

Las democracias representativas

La Carta de Derechos o Declaración de Derechos es antecedente de las constituciones modernas y la democracia.

En 1776, la Declaración de Derechos de Virginia, influenciada por la Carta de Derechos británica, afirma la libertad e igualdad natural del hombre y sus derechos.

En 1789, la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano recoge los derechos de ciudadanía. Se reconoce el paso de súbditos a ciudadanos con derechos.

Tras la Segunda Guerra Mundial, se implantaron democracias en Europa (excepto España), basadas en sufragio universal, Parlamento y partidos políticos.

Tres niveles de participación:

  1. Masa de población: actividad política limitada al voto. Las opciones las deciden aparatos institucionales. El voto es una elección entre opciones preconstituidas. La pérdida de elecciones exige un “cambio de oferta”.
  2. Estructuras de los partidos: excluyen a los simples afiliados. Analizan, perfilan y formulan opciones ideológicas, considerando expectativas electorales y elementos culturales.
  3. Poderes del Estado: ocupados por miembros del partido vencedor, gobiernan en nombre de todos y buscan perpetuarse. Las relaciones entre partidos son de competencia, análogas a las empresas en el mercado. El ciudadano, políticamente pasivo, se asemeja al consumidor.

Consecuencias:

  1. La intervención política reducida al voto convierte a los ciudadanos en átomos sociales con opciones limitadas.
  2. Reduce las competencias ciudadanas.
  3. Los partidos se despegan de las bases sociales y se convierten en aparatos políticos del Estado.

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