21 Mar

Discurso del Método y Meditaciones Metafísicas de Descartes: Un Recorrido por su Pensamiento

René Descartes (1596-1650) fue un filósofo, matemático y científico francés, considerado una de las figuras más influyentes en la historia de la filosofía moderna. Su obra más destacada, Meditaciones Metafísicas, y su tratado Discurso del Método son fundamentales para entender su pensamiento.

El Discurso del Método: Fundamentos del Racionalismo

El fragmento que se nos presenta pertenece a su obra, El Discurso del Método, donde Descartes expone su método para alcanzar el conocimiento verdadero y sentar las bases de una filosofía racionalista. Además de su impacto en la filosofía, Descartes hizo importantes contribuciones a las matemáticas. Su pensamiento marcó el inicio de una nueva era en la filosofía, donde la razón y la ciencia pasaron a tener un rol central en la búsqueda de la verdad.

El discurso está estructurado en varias partes:

  • La duda metódica: Cuestiona todas las creencias que tiene, incluso la existencia del mundo exterior, para encontrar algo que sea completamente indudable (cogito ergo sum).
  • La separación cuerpo-alma: Argumenta que la mente es la fuente de todo conocimiento verdadero.
  • La existencia de Dios: Busca probar la existencia de un ser perfecto (Dios), cuya existencia garantiza la verdad de nuestras percepciones y razonamientos.
  • La certeza del conocimiento: Afirma que solo a través del pensamiento claro y distinto, se puede alcanzar el conocimiento verdadero.

Basándonos en el fragmento, podemos ver claramente reflejado el método cartesiano, cuya idea principal es la propuesta de Descartes de un conjunto de cuatro preceptos o reglas para guiar el pensamiento y la adquisición de conocimiento, y lo compara con el gobierno de un Estado el cual estaría mejor gobernado con pocas leyes que sean estrictamente observadas. Estas reglas, si se siguen de manera rigurosa y constante, permitirán alcanzar la verdad de manera más efectiva, en lugar de plantear un sistema complejo de normas, como ya intentó con las 36 reglas que propuso en su tratado inacabado Reglas para la dirección de la mente. Con esto se muestra la importancia de establecer un edificio sólido en el que sentar las bases de su filosofía.

Las Cuatro Reglas del Método Cartesiano

A continuación, presenta las cuatro reglas de manera breve y resumida:

  1. Regla de la evidencia: Solo se debe aceptar como verdadero aquello que es clara y distintamente conocido, evitando la precipitación o prejuicios en el juicio. Un conocimiento claro es aquel que no lleva a confusión, que manifiesta lo que verdaderamente es, y distinto porque se separa, se diferencia del resto.
  2. Regla del análisis (división de problemas): Recomienda descomponer en partes más pequeñas las dificultades para resolverlas de manera más sencilla y ordenada. Un problema será más fácilmente resuelto si lo descomponemos en sus partes más simples y a partir de ahí lo investigamos.
  3. Regla de la síntesis (progresión ordenada): Sugiere abordar los problemas de manera ordenada, comenzando por los más simples y avanzando gradualmente hacia los más complejos.
  4. Regla de la enumeración (revisiones completas): Destaca la importancia de realizar revisiones completas y detalladas para asegurarse de no omitir nada importante durante el proceso de reflexión.

Por tanto, y para finalizar, vemos que Descartes presenta su método basado en cuatro reglas o preceptos para alcanzar la verdad en las ciencias y la filosofía, siendo fundamental en su filosofía ya que supondrá la herramienta que contribuirá a establecer unos cimientos sólidos.

Meditaciones Metafísicas: Profundizando en la Duda y la Certeza

El fragmento que se nos presenta pertenece a la obra “Meditaciones metafísicas” publicada en 1641, que busca establecer una base sólida e indudable para el conocimiento humano a través de un análisis profundo de la realidad, la mente y la existencia de Dios. Profundiza en los temas que ya había abordado en el Discurso del método, pero con un enfoque más sistemático y detallado. La obra está compuesta por seis meditaciones, cada una de las cuales desarrolla un aspecto clave de su filosofía. Descartes quiere reconstruir todo el conocimiento desde sus cimientos, utilizando la razón como herramienta principal. Para ello, aplica la duda metódica, descartando todo lo que pueda ser objeto de duda, hasta encontrar una verdad absolutamente indudable. A partir de esta base, desarrolla su sistema filosófico, donde decide someter todas sus creencias a la duda para descubrir una verdad firme, cuestiona la fiabilidad de los sentidos, que pueden engañarnos, pone en duda la existencia del mundo externo, que podría ser una ilusión introduciendo la posibilidad de que un «genio maligno» esté manipulando su percepción. Por tanto, concluye que todo es dudoso, excepto su propia capacidad de dudar. (Cogito ergo sum).

Meditación Segunda: La Naturaleza del «Yo» y el Pensamiento

Desde un punto de vista general el texto trata la conclusión a la que llega Descartes afirmando que la única certeza indudable es que él es una cosa que piensa (res cogitans). A partir de esta certeza, explora qué significa ser una «cosa que piensa» y descarta todo lo que no puede afirmar con seguridad, como la existencia del cuerpo o del mundo exterior. En otras palabras, la idea central es que la esencia del ser humano es el pensamiento, y que este es el único atributo que no puede separarse de su existencia.

Otras ideas que se plantean serían:

  1. La duda sobre la naturaleza del «yo»: Aunque sabe con certeza que existe («yo soy, yo existo»), aún no sabe con claridad qué es. Por ello, decide examinar sus creencias anteriores.
  2. La crítica a la definición tradicional del ser humano: Rechaza la definición de hombre como «animal racional», puesto que esto llevaría a cuestiones complejas sobre qué es un «animal» y qué es «racional». Prefiere centrarse en lo que puede conocer con certeza.
  3. Descartes se presenta como una «cosa que piensa«: Tras descartar la certeza sobre su cuerpo y los sentidos (que podrían ser ilusorios), concluye que su esencia es el pensamiento.

A esto, añade la imaginación y sensación como formas de pensamiento, aunque reconoce que la imaginación y la sensación podrían ser engañosas (por ejemplo, en los sueños), y afirma que estas actividades son modos de pensamiento. Descartes distingue claramente entre la mente (sustancia pensante) y el cuerpo (sustancia extensa). Aunque antes creía que su identidad estaba ligada a su cuerpo, ahora afirma que puede existir independientemente de él, ya que su esencia es el pensamiento, y advierte que la imaginación no es una herramienta adecuada para comprender la naturaleza del «yo», ya que está ligada a imágenes corpóreas, y él ha demostrado que no puede estar seguro de la existencia de su cuerpo.

Descartes concluye que es una «cosa que piensa» y que esta es la única certeza indudable sobre su naturaleza. Todo lo demás (como tener un cuerpo o sentir) es secundario y puede ser puesto en duda.

Meditación Quinta: La Verdad, Dios y la Certeza del Conocimiento

De manera general, la idea principal sería la afirmación de Descartes de que sólo las cosas que se conciben de manera clara y distinta pueden ser aceptadas como verdaderas con plena certeza. Además, sostiene que la existencia de Dios es fundamental para garantizar la verdad de todo conocimiento, ya que Dios, como ser perfecto y no engañador, asegura que lo que se percibe con claridad y distinción es necesariamente verdadero.

Utiliza claridad y distinción como criterio de verdad, es decir, solo las ideas claras y distintas (aquellas que se presentan de manera evidente e indudable a la mente) pueden ser aceptadas como verdaderas. Por otra parte, argumenta que la existencia de Dios es necesaria para asegurar que las ideas claras y distintas sean verdaderas. Dios, como ser perfecto y no engañador, no permitiría que el ser humano se equivoque al percibir algo con claridad y distinción. Por tanto, sin el conocimiento de Dios, Descartes afirma que no sería posible tener certeza absoluta sobre nada, ya que siempre existiría la posibilidad de error. Descartes utiliza el ejemplo de las propiedades de un triángulo (como la suma de sus ángulos) para ilustrar cómo, una vez que se comprende algo con claridad y distinción, se puede estar seguro de su verdad. Sin embargo, sin la garantía de Dios, incluso estas verdades podrían ser puestas en duda.

Sobre la falibilidad humana, reconoce que el ser humano es propenso a equivocarse, especialmente cuando no se atiende a las razones que fundamentan una creencia. Sin embargo, sostiene que, con la garantía de Dios, las ideas claras y distintas no pueden ser falsas.

Aunque Descartes había planteado la posibilidad de un «genio maligno» que lo engañara en todo, ahora argumenta que, al conocer a Dios (un ser perfecto y no engañador), esa duda extrema queda superada. Incluso si estuviera soñando, las ideas claras y distintas seguirían siendo verdaderas.

Por tanto, una vez establecida la existencia de Dios, Descartes afirma que es posible alcanzar una ciencia perfecta no solo sobre Dios, sino también sobre otras áreas, como las matemáticas y la naturaleza corpórea, siempre que se basen en ideas claras y distintas.

Meditación Sexta: La Distinción entre Espíritu y Cuerpo, y la Percepción Sensorial

El texto expone la distinción fundamental entre el espíritu (o mente) y el cuerpo, argumentando que el espíritu es indivisible y unitario, mientras que el cuerpo es divisible y compuesto de partes. Además, se enfatiza la relación entre el espíritu y el cuerpo, señalando que el espíritu recibe impresiones principalmente a través del cerebro, y cómo estas impresiones pueden ser engañosas debido a la naturaleza falible de la percepción sensorial. Finalmente, se reflexiona sobre la utilidad de estas percepciones para la conservación del cuerpo y la importancia de la razón para discernir entre lo verdadero y lo falso.

Por otra parte, el texto trata:

  • La diferencia entre espíritu y cuerpo: El espíritu es indivisible y unitario, mientras que el cuerpo es divisible y compuesto de partes.
  • La relación entre el espíritu y el cerebro: El espíritu recibe impresiones sensoriales principalmente a través del cerebro, específicamente en la parte donde se ejerce el «sentido común».
  • Las percepciones sensoriales pueden ser engañosas: Un mismo movimiento en el cerebro puede producir una sensación que no corresponde directamente a la causa física (por ejemplo, sentir dolor en el pie sin que haya una herida real).
  • El mecanismo de la percepción sensorial: Las sensaciones se transmiten a través de los nervios, que actúan como cuerdas que conectan las partes del cuerpo con el cerebro. Un movimiento en cualquier parte del nervio puede provocar la misma sensación en el cerebro, lo que explica por qué a veces sentimos dolor en una parte del cuerpo que no está realmente afectada.
  • La utilidad de estas percepciones sensoriales: Descartes afirma que están diseñadas para ser útiles para la conservación del cuerpo, incluso si a veces son engañosas.
  • La falibilidad humana: Concluye que la naturaleza humana, al estar compuesta de espíritu y cuerpo, es propensa a errores, pero estos errores son útiles para la supervivencia. La razón, la memoria y el entendimiento son herramientas clave para corregir estos errores y discernir entre lo verdadero y lo falso.
  • La distinción entre sueño y vigilia: Concluye con una reflexión sobre cómo diferenciar entre el sueño y la vigilia, destacando que la memoria y la coherencia de las experiencias son indicadores clave para distinguir la realidad de las ilusiones.

El Problema del Conocimiento en la Edad Moderna y la Influencia de Descartes

En la Edad Moderna, el problema del conocimiento y la realidad adquirió un nuevo enfoque caracterizado por una mayor atención a los métodos de la ciencia y un esfuerzo por fundamentar el conocimiento humano de manera crítica y rigurosa. René Descartes, una de las figuras más influyentes de este periodo, propuso un método basado en la duda metódica para establecer verdades indudables. Su filosofía se centra en la razón como única fuente fiable de conocimiento, rechazando cualquier creencia que pudiera ser susceptible de error. Así, su célebre afirmación «Cogito, ergo sum» (Pienso, luego existo) establece la existencia del sujeto pensante como el primer principio del conocimiento cierto.

Para Descartes, el conocimiento verdadero debe ser claro, distinto y basado en la evidencia racional. Su método cartesiano parte de principios autoevidentes y, a partir de ellos, deduce verdades seguras. En este sentido, aunque desconfía de los sentidos, los considera útiles una vez que han sido sometidos a un juicio racional. En su sistema filosófico, postula un dualismo entre la Res cogitans (sustancia pensante), que corresponde a la mente o el alma, y la Res extensa (sustancia extensa), que representa el mundo material.

Otro aspecto clave en su pensamiento es el papel de Dios. Para Descartes, Dios es un ser perfecto y no engañador, cuya existencia garantiza la verdad del conocimiento. Sin esta garantía divina, incluso las ideas más claras y distintas podrían ser cuestionadas. De esta manera, la certeza cartesiana se construye sobre la razón, pero también sobre la existencia de un Dios que asegura la validez del pensamiento humano.

Descartes y Platón: Similitudes y Diferencias en la Búsqueda del Conocimiento

Si bien Descartes marca un punto de inflexión en la historia de la filosofía, su enfoque racionalista comparte similitudes y diferencias con el de Platón, quien también coloca la razón por encima de los sentidos, aunque con una perspectiva distinta. Platón, en la Antigua Grecia, postula un dualismo ontológico entre el Mundo sensible, percibido por los sentidos y caracterizado por el cambio y la imperfección, y el Mundo inteligible, compuesto por las Ideas eternas e inmutables, que constituyen la verdadera realidad.

Mientras que Descartes emplea la duda metódica para eliminar creencias infundadas y construir el conocimiento sobre bases indudables, Platón propone la dialéctica como método para ascender al conocimiento de las Ideas. En su teoría del conocimiento, el aprendizaje es un proceso de anamnesis (reminiscencia), en el que el alma recuerda lo que ya sabía en el Mundo de las Ideas antes de su encarnación en el cuerpo físico.

En cuanto al papel de lo divino, Platón menciona al Demiurgo como creador del mundo sensible y a la Idea del Bien como el principio supremo, pero no desarrolla un concepto de Dios como garante del conocimiento, a diferencia de Descartes.

En definitiva, ambos filósofos defienden la supremacía de la razón sobre los sentidos, pero sus fundamentos y métodos difieren según sus contextos históricos. Mientras que Platón se enfoca en la realidad trascendental de las Ideas y la reminiscencia del alma, Descartes busca construir el conocimiento desde la certeza absoluta del pensamiento, asegurando su validez a través de la razón y del papel de Dios como garante de la verdad.

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