10 Mar

PLATÓN, DESCARTES, Y LA LUCHA CONTRA EL ESCEPTICISMO


Podemos decir que a ambos filósofos les empujó a la filosofía el mismo impulso, a saber, la lucha contra un creciente escepticismo vigente en sus respectivas épocas.Platón creía que el escepticismo y el relativismo de los sofistas había creado el clima idóneo para que proliferaran toda clase de políticos corruptos y demagogos que fueron los causantes directos de la trágica situación en que se encontraba Atenas en la época en la que Platón era un hombre joven. Así que, si la raíz de la corrupción de las costumbres se hallaba en el escepticismo, había que combatirlo con energía. Y a ello dedicó Platón toda su vida. Su creación más famosa, la Teoría de las Ideas es el fruto de esa lucha.El interés de Descartes no era un interés político, como el de Platón, sino científico. En la época de Descartes tuvo lugar el nacimiento de la ciencia moderna: Galileo, Copérnico, Kepler,etc..trabajaban afanosamente por sacar a la luz la verdad. Junto a ellos, multitud de charlatanes y embaucadores pretendían que sus embustes estuvieran a la misma altura que las creaciones de estos genios. Los escépticos pretendían enterrar estas obras maestras, metiendo en el mismo saco a la ciencia y a la pseudociencia. Descartes se impuso pues la tarea de combatir este escepticismo y demostrar que no todo era basura desechable, que entre tanta paja también había trigo. Por eso se enfrentó decididamente a los escépticos y les demostró que la razón humana es capaz de encontrar la verdad. Y que una vez encontrada, era tan sólida que no habría embate escéptico que pudiera con ella.

REDACCIÓN: Duda metódica

El proyecto de Descartes es construir un sistema de conocimientos donde nada sea aceptado como verdadero si no es evidente por sí mismo y, por tanto, totalmente indudable. Este sistema de conocimientos tendrá interrelacionadas todas sus partes formando un sistema de tal cohesión interna y con unos fundamentos tan sólidos que superará fácilmente los argumentos del escepticismo.El propósito de Descartes será tratar de establecer sólidamente los principios de la verdad. De ahí que tome la determinación de romper con todo lo anterior, poniendo en duda todo lo sabido hasta ese momento. Descartes está firmemente convencido de que para alcanzar su objetivo sólo debe aceptar el conocimiento que sea auténticamente verdadero más allá de cualquier duda. Ahora bien, ¿cómo encontrar la verdad? ¿por dónde comenzar la búsqueda? La condición básica para llevar adelante su proyecto es encontrar y aplicar el método adecuado, pues el estado de confusión en el que se encuentra sumida la filosofía no procede de la incapacidad de la razón, sino de la errónea utilización que se hace de ella.El primer paso para encontrar la verdad debe ser dudar de todo lo que creemos y rechazar inicialmente todo aquello de lo que sea posible dudar. Este primer paso se conoce como la duda metódica, porque es resultado de la aplicación de la primera regla del método.

Esta duda no ha de considerarse como real o escéptica, sino como un instrumento metódico para alcanzar su objetivo: la intuición de una idea clara y distinta sobre la que no exista posibilidad de duda.Tres serán los motivos de duda propuestos por Descartes y que alcanzan la máxima radicalidad. :En primer lugar, Descartes duda sobre la fiabilidad de los sentidos o sobre el mundo sensible. Los sentidos nos ponen en contacto con el mundo material y su testimonio solemos aceptarlo como verdadero, pero también sabemos que en ocasiones nos engañan, como lo prueban las ilusiones y alteraciones perceptivas. ¿Qué seguridad tenemos de que no nos engañan siempre?En segundo lugar, Descartes dudará sobre las cosas materiales e incluso sobre la existencia del propio cuerpo, a través de la hipótesis del sueño. En ocasiones tenemos sueños tan vívidos, que se nos pueden confundir con lo real.La duda aplicada metódicamente nos ha llevado a dudar del conocimiento proporcionado por los sentidos; en un paso más radical, nos ha llevado a dudar de la existencia de las cosas y del mundo. Lo único que parece quedar a salvo son las verdades matemáticas, pues, esté dormido o despierto, dos más dos siempre sumarán cuatro. Sin embargo, Descartes añade un tercer motivo de duda, que él denominada duda hiperbólica, la hipótesis del genio maligno. Nada le impide pensar que haya sido creado por un genio engañador de tal manera que su entendimiento se equivoca cuando crea estar en posesión de las verdades matemáticas. La duda radical no conduce a Descartes al escepticismo, sino que, por el contrario, será de la duda radical, de donde extraerá la primera verdad absoluta: la existencia del sujeto que piensa. Esta verdad resiste la duda por muy radical que sea, pues el propio hecho de dudar es prueba de su verdad. Resumiendo, todo lo que pienso puede ser falso, estoy convencido de que nada existe, incluso las consideradas verdades matemáticas son errores del entendimiento causadas por un genio engañador. Pero de lo que no cabe duda alguna es del hecho de que dudo, de que pienso, y si pienso, existo. Para descartes el cogito, ergo sum es una verdad inmediata conocida por intuición. La intuición es una especie de luz natural que hace transparente a la mente en su propio acto de entender. Esta verdad es la primera verdad porque es resultado de la intuición y posee las dos características esenciales de toda verdad evidente, la claridad y la distinción. Así se convierte en el punto de apoyo firme e inmóvil a partir del cual comenzar la reconstrucción de la filosofía como ciencia. Con el cogito Descartes no sólo descubre la primera verdad, sino también el criterio general de certeza: su claridad y distinción se convierten en el criterio que nos permitirá identificar cuándo podemos aceptar una idea. Esto sucederá cuando se nos presenten ideas tan claras y distintas como el cogito.A partir de este modelo de la verdad, el filósofo va a desarrollar las otras verdades, que deberán tener las características del cogito: claridad y distinción.


Sin embargo, después de descubrir esa primera verdad, nos podemos hacer una pregunta, ¿cómo sabemos que aquello que pensamos, los contenidos de nuestra alma, las ideas, son verdaderas y que no son una pura ficción y engaño? Descartes demuestra, de tres maneras diferentes, que independientemente de nuestra mente existe un ser perfecto e infinito: Dios. Y puesto que él no nos puede engañar en virtud de su perfección porque sino, sería un ser maligno e imperfecto, debemos confiar en él y considerar las ideas innatas como verdaderas. Por lo tanto, Dios se convierte en el garante del conocimiento de las ideas claras y distintas

En conclusión, la duda radical exigida por el método le ha llevado a Descartes a rechazar el conocimiento en su totalidad, desde las percepciones más remotas, pasando por la existencia del mundo, hasta las mismas verdades matemáticas. Pero de la duda extraerá también la primera verdad y el criterio de verdad, punto de apoyo firme y sólido a partir del cual comenzar a reconstruir el edificio del conocimiento. A partir de ella, Descartes demostrará las otras dos verdades, la res infinita o Dios y la res extensa o el mundo. Estas tres verdades formarán la metafísica cartesiana, sobre la construirá el edificio del conocimiento.

REDACCIÓN

Del Cogito a la demostración de la realidad extramentalDescartes, en el Discurso del Método se plantea como objetivo encontrar verdades absolutamente ciertas sobre las cuales no sea posible dudar en absoluto, es decir, verdades evidentes que permitan fundamentar el edificio del conocimiento verdadero con absoluta garantía. El primer problema de cómo encontrar estas verdades nos lo soluciona el método. Pero una vez que lo tenemos, ¿por dónde empezar la búsqueda? La respuesta, y el primer momento de este proceso de búsqueda del conocimiento verdadero, es la llamada duda metódica, que llevará a Descartes a rechazar el conocimiento en su totalidad: desde las percepciones más remotas, pasando por la existencia del mundo, hasta las mismas verdades matemáticas. No obstante, no podemos perder de vista que esta duda es provisional, exigencia del método, es decir, un camino para obtener la verdad absoluta y no una vía hacia el escepticismo que es precisamente el que se pretende rebatir. Efectivamente, será de la duda radical de donde extraerá Descartes la primera certeza absoluta, la existencia del sujeto que duda, que piensa, verdad que expresa en su célebre formulación: pienso luego existo.Pero, esta primera verdad no sólo nos informa de la existencia del sujeto, sino que también aporta conocimiento sobre qué es ese yo. Descartes no puede afirmar que sea cuerpo u otra cosa, porque la duda lo ha demolido todo; a estas alturas de su investigación sólo puede afirmar que es pensamiento. Descartes, pues, surge de la duda con el conocimiento de la existencia del yo, y con el conocimiento de que ese yo es una cosa que piensa. A partir de esta primera verdad, ahora Descartes deberá enfrentarse al problema de deducir la existencia de la realidad extramental,


o sea, del mundo de las cosas materiales. El problema lo podemos formular de la siguiente manera: ¿cómo demostrar la existencia de la realidad extramental partiendo exclusivamente de la existencia del pensamiento?Como el contenido del pensamiento (lo único existente hasta el momento) son las ideas, Descartes procederá a su análisis para ver si encuentra al algún tipo de ideas del yo que sean verdaderas en sentido objetivo, esto es, que podamos demostrar que se corresponden con el mundo, con lo que el problema quedaría resuelto. Según Descartes puede haber tres tipos de ideas:
Ideas adventicias, aquellas que proceden de la experiencia externa (calor, dureza, etc.);
Ideas facticias, son fruto de la imaginación de la mente y se construyen a partir de las anteriores, un centauro, por ejemplo;
Ideas innatas, aquellas que proceden de la propia naturaleza del pensamiento, la existencia, la idea de infinito, etc., y que son conocidas por una percepción inmediata de la intuición.Con la afirmación de las ideas innatas nos encontramos con la tesis fundamental del racionalismo, pues son estas ideas las que permitirá, salir de la existencia del sujeto pensante a la realidad extramental. En efecto, ni las ideas adventicias ni las facticias son válidas para este objetivo, pues su verdad depende de que demostremos la existencia de la realidad extramental. Pero si entre las ideas innatas, cuya verdad es demostrada por medio de la intuición, encontramos alguna de la que podamos deducir su existencia objetiva a partir de su existencia subjetiva como idea, entonces podemos resolver el problema. Entre las ideas innatas Descartes descubre la idea de infinito, que identifica inmediatamente con la idea de Dios. Por lo tanto si de la idea innata que tenemos de Dios podemos deducir su existencia, ésta será la clave para demostrar la realidad extramental.Démonos cuenta de la importante inversión que está realizando Descartes respecto del planteamiento tradicional medieval: el punto de partida es el sujeto epistémico, no Dios; el punto de partida privilegiado es el sujeto cognoscente y cualquier interrogación, cualquier problema ontológico ha de someterse al pensamiento, que es el único ámbito posible dado que es el único existente hasta ahora.Tres serán los argumentos que empleará Descartes para su demostración de la existencia de Dios: el argumento del causalidad de la idea de ser infinito; el argumento de Dios como causa de mi ser; y el argumento ontológico. Una vez demostrada la existencia de dios y reconocida su naturaleza coma la suma de perfecciones, puede afirmarse su bondad y veracidad, y proceder a rechazar la hipótesis del genio maligno. Pues pretender engañar, no razona, no es una muestra de perfección, sino de todo lo contrario, de imperfección, y, por consiguiente, este deseo de engañar no puede darse en Dios. En términos filosóficos esto quiere decir que la existencia de Dios me garantiza la validez de las leyes del entendimiento para el mundo, y por lo tanto todas las ideas que percibimos clara y distintamente (ley del entendimiento) son


verdaderas. Es decir, en el sistema cartesiano el criterio de verdad está garantizado por Dios.Demostrada la existencia de Dios, que es la garantía del criterio de verdad, se tiene la posibilidad de abrir la intimidad pensante del sujeto y demostrar la existencia de las cosas corpóreas que percibo por medio de los sentidos. Descartes razona del siguiente modo: puesto que Dios existe y por su propia perfección es infinitamente bueno y veraz, no puede permitir que me engañe continuamente y, en concreto, no puede permitir que me engañe al creer que el mundo existe, por tanto el mundo existe. Dios se convierte en garante de que a mis ideas claras y distintas les corresponde el mundo con total seguridad.Ahora bien, si Dios garantiza la verdad, entonces podemos preguntarnos por qué nos equivocamos, de dónde procede el error. El error no es atribuible a Dios, ni a nuestra razón, que bien dirigida alcanzará la verdad, sino a nuestro juicio que se precipita al pronunciarse sobre la realidad. Si los errores provienen de guiar mal nuestra razón, se comprende perfectamente entonces, la necesidad de seguir con sumo cuidado los pasos del método: primero intuición de la primera verdad, una idea clara y distinta que es modelo de toda verdad, y a partir de ella deducir todo lo demás hasta llegar a la existencia y conocimiento de la naturaleza del mundo exterior.En conclusión, podemos decir que ante todo debemos reconocer y valorar positivamente la labor de Descartes en su intento de hacer de la filosofía un saber riguroso y cierto. Para ello Descartes piensa haber encontrado el método correcto. Una vez encontrado este método, el paso siguiente es ver si el método, aplicándolo al conocimiento de la realidad, nos sirve para encontrar la verdad. La aplicación del método nos descubre una primera certeza absoluta: el Cogito. El Cogito es un criterio de certeza, pero, por quedarse en el plano subjetivo, no nos permite demostrar la realidad exterior. Esto sólo llegará en el momento en que nos damos cuenta de que a partir del Cogito también podemos llegar a otra sustancia distinta y tan verdadera como el Cogito: Dios. Ahora la veracidad de Dios me permite llegar a la afirmación de una realidad extramental. Y aquí es donde nos encontramos con el verdadero problema del intento de Descartes, pues recurrir a la veracidad de Dios para dar el salto al mundo corpóreo, no parece ser otra cosa que un postulado que contradice la intención rigurosa de Descartes de  derivarlo todo de una primera verdad evidente por sí misma, verdad que era el Cogito.

Razon y realidad:3 sust

Descartes define la sustancia como una cosa que existe de tal modo que no necesita ninguna otra para existir.Sustancia pensante(res cogitans) El yo pensante es la primera sustancia que representa la primera verdad o certeza. La duda universal y metódica lleva al sujeto que conoce a la existencia de esta realidad. El atributo fundamental de esta sustancia es el pensamiento o consciencia.Sustancia infinita (res infinita)La segunda de las sustancias es la infinita o divina: Dios. Para Descartes el yo pensante no es perfecto, pero


posee la idea de la perfección(Dios).Es una sustancia increada, que piensa y que es causa de todos los seres creados. Dios es una sustancia infinita, eterna, inmutable, independiente, omnisciente, omnipotente. Dios es la garantía de la veracidad. Todo cuanto hay en nosotros viene de Dios.Pruebas de la existencia de la sustancia Dios:a)La idea de perfecto e infinito. Parte de la idea de perfección e infinitud que el sujeto puede tener, a pesar de no ser el sujeto ni perfecto ni infinito. La finitud que reconozco en mí es lo contrario de la infinitud que conozco en Dios. Él es la causa necesaria de la idea de Él que hay en mí. El atributo de Descartes es la infinitud.b)La contingencia del yo. Este argumento constituye una explicación de la primera prueba, pero introduce el principio de causalidad y mezcla las ideas de contingencia y de conservación de los seres creados. Aquí Descartes llega a Dios como causa de su ser imperfecto y finito. Afirma que, así como yo no soy infinito y no tengo la totalidad de las perfecciones, el ser que tiene todas las perfecciones es por este hecho causa de sí mismo, y por tanto, existe.c)El argumento ontológico. Es la prueba más conocida de Descartes. El esquema de la demostración es el siguiente: la existencia es una perfección, Dios tiene todas las perfecciones, luego Dios tiene la existencia.La metafísica del cartesiano y filosofías subsiguientes tienden inevitablemente a demostrar las existencias mediante actos intelectuales subjetivos. Más adelante Kant arruinará toda la metafísica cartesiana y abrirá un nuevo cauce a la filosofía.

Sustancia extensa (res extensa)

La tercera de las sustancias está representada por las cosas materiales(res extensa). Esta sustancia tiene como atributo fundamental el de la extensión, y por una triple dimensión: figura, posición y movimiento.La metafísica conduce a Descartes sin tropiezo a la física. El alma se define por el pensamiento. El cuerpo se define por la extensión. Hay que considerar dos partes de la física cartesiana: mecánica y teoría de la materia.La física de Descartes es mecanicista. El mecanicismo es la doctrina filosófica que explica la realidad a partir de la causalidad eficiente, es decir, sin referencia a ninguna finalidad. Descartes no quiere más elementos para explicar los fenómenos y sus relaciones, que la materia y el movimiento.La física de Descartes es una mecánica de la cantidad pura. El movimiento queda despojado de cuanto atenta a la claridad y pureza de la noción: es una variación de posición, que Descartes rechaza.La causa del movimiento es doble. Una causa primera que es Dios. Una vez introducido el movimiento en la materia, Dios no interviene más, si no es para continuar manteniendo la materia en su ser.La segunda parte de la física estudia la teoría de la materia. La materia no es otra cosa que el espacio, la extensión pura, el objeto mismo de la geometría. Las cualidades secundarias que percibimos en los objetos sensibles son intelectualmente inconcebibles y, por tanto, no pertenecen a la realidad. La materia se reduce a la extensión en longitud, latitud y profundidad, con sus modos, que son los límites de una extensión por otra.




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