25 Dic
El Descubrimiento de América
El descubrimiento de América se enmarca en la búsqueda de nuevas rutas hacia Asia para acceder al comercio de especias y seda. El bloqueo turco del Mediterráneo oriental y el Tratado de Alcaçovas (1479) con Portugal, que limitaba el acceso castellano a la ruta africana, impulsaron el proyecto de Cristóbal Colón. Este se basaba en la esfericidad de la Tierra y la posibilidad de llegar a Asia (Cathay y Cipango – China y Japón) navegando hacia el oeste. Los Reyes Católicos (RR.CC.) aceptaron el proyecto, a pesar del error de cálculo que implicaba al no considerar la existencia de un continente intermedio ni del océano Pacífico.
Los avances técnicos en la navegación, como la cartografía de los portulanos, las brújulas, los astrolabios y las carabelas, junto con el afán evangelizador de los monarcas españoles y el fin de la conquista de Granada en enero de 1492, favorecieron la firma de las Capitulaciones de Santa Fe. Estas otorgaban medios a la expedición y grandes beneficios a Colón si la empresa tenía éxito. El 12 de octubre de 1492, las tres carabelas colombinas (la Pinta, la Niña y la Santa María) llegaron a la isla de San Salvador (Guanahaní), en las Bahamas.
La Conquista del Territorio
Tras el regreso de Colón, Castilla entró en conflicto con Portugal, que reclamaba las tierras descubiertas. La mediación del papado llevó a la firma del Tratado de Tordesillas en 1494, que dividió las áreas de influencia entre ambos estados mediante un meridiano. Este tratado bilateral fue rechazado por otras potencias europeas, que no aceptaban las pretensiones de dominio de Castilla y Portugal sobre los nuevos territorios.
Colón realizó cuatro viajes en total. En el segundo (1493), se organizó una expedición de diecisiete buques y mil quinientos hombres, creando factorías comerciales en varias islas del Caribe, entre ellas Cuba. En el tercero (1498), se llegó a las costas continentales de Venezuela. En su último viaje, en 1502, recorrió la costa de América Central. A pesar de sus logros, Colón no consiguió que los Reyes Católicos cumplieran lo prometido en las Capitulaciones de Santa Fe. Murió pensando que había llegado a Asia, a lo que él llamó las Indias.
Castilla lanzó varias expediciones de exploración y conquista, reclamando los nuevos territorios y asumiendo la misión evangelizadora de los pueblos descubiertos. Tras controlar las islas del Caribe, Núñez de Balboa descubrió el océano Pacífico en 1513, tras el istmo de Panamá. Ese mismo año, Ponce de León descubrió y conquistó la península de Florida, y en 1516 Díaz de Solís exploró la desembocadura del Río de la Plata.
La expedición de Fernando de Magallanes y, tras su muerte, Juan Sebastián Elcano, entre 1519 y 1522, dio la primera vuelta al mundo, demostrando que la Tierra es redonda.
El Imperio Azteca
El imperio azteca se extendía por el centro-sur del actual México. Era un pueblo guerrero con su capital en Tenochtitlán (actual Ciudad de México). Su forma de gobierno era una monarquía electiva, siendo Moctezuma el emperador a la llegada de los españoles. Su economía se basaba en la agricultura y la fabricación de textiles. Socialmente, se dividían en nobles, sacerdotes y mercaderes, por un lado, y labradores y artesanos, por otro.
Hernán Cortés inició la conquista de México al desembarcar en Veracruz en 1519. Aprovechó la confusión de su llegada para lograr aliados entre los pueblos sometidos por los aztecas. Cortés fue recibido pacíficamente por Moctezuma, pero los aztecas se rebelaron, obligando a los castellanos a huir de Tenochtitlán en la conocida como Noche Triste. En 1521, Cortés organizó la conquista definitiva del imperio azteca, ocupando y destruyendo Tenochtitlán.
El Imperio Inca
El imperio inca se extendía por los Andes, entre los actuales Perú, Bolivia y Ecuador. Su economía se basaba en las colectividades agrarias, donde los campesinos trabajaban colectivamente las tierras del emperador (gran inca) o de los sacerdotes. Conocían el estercolado de la tierra y cultivaban más de setenta especies, entre ellas el maíz y la patata. Destacaban por la construcción de grandes calzadas y túneles. Conocían el oro, la plata y el cobre, y su cerámica era muy avanzada. Políticamente, se gobernaban por el gran inca, un emperador de origen teocrático.
Francisco Pizarro organizó la conquista del imperio inca aprovechando la enemistad de los pueblos sometidos y los problemas internos del imperio, inmerso en una guerra civil. En 1532, Pizarro apresó en Cajamarca al inca Atahualpa, quien fue ejecutado a pesar de haber pagado su rescate con oro. Un año más tarde, se tomó Cuzco, la capital inca, pero el dominio efectivo del territorio fue difícil por la resistencia de la población andina.
La Administración y Explotación del Territorio
Los nuevos territorios se incorporaron a la Corona de Castilla. Los reyes se apoyaban en el Consejo de Indias, órgano asesor. Para gestionar el monopolio comercial, los flujos migratorios y la recaudación de impuestos se creó la Casa de Contratación, con sede en Sevilla.
El territorio americano se dividió en dos virreinatos: el del Perú (Sudamérica) y el de Nueva España (América Central y del Norte), con un virrey al frente. Estos se dividían en gobernaciones y capitanías generales, y para el poder local se establecieron los cabildos. Como contrapoder al gobierno de los virreyes se establecieron las Audiencias, con funciones judiciales y de gobierno.
Las principales fuentes de riqueza eran la minería, la agricultura y la ganadería. El oro y la plata fueron la riqueza más importante, destacando la plata de minas como la de Zacatecas o el Potosí. Estas minas pertenecían a la corona y eran explotadas por los indígenas, obligados por la mita, una institución inca basada en levas rotatorias de trabajo obligatorio a cambio de un salario.
Para las tareas agrícolas se usó el trabajo forzado de indígenas o de esclavos negros traídos de África. Se obtenían grandes cosechas, destacando el trigo, el tomate, el tabaco, el maíz, la patata y el pimiento. La unidad de explotación era la hacienda, donde los indios trabajaban en la institución de la encomienda, mediante la cual debían trabajar para un español (encomendero) a cambio de su evangelización.
Los constantes abusos contra los amerindios llevaron a voces como la del padre Bartolomé de las Casas a alzarse contra ellos. Esto llevó a Carlos I a promulgar las Leyes Nuevas en 1542, que pretendían proteger a los indios, pero que no evitaron la catástrofe demográfica, especialmente en Centroamérica. Los españoles recurrieron a la mano de obra negra esclava secuestrada en África, un comercio que los portugueses nutrían incansablemente.
Estos cambios provocaron una nueva sociedad multirracial, mestiza y jerarquizada en base a la sangre, siendo la predominante la española.
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