05 Nov
1. Describe las diferencias que observes en las dos pirámides.
Nos encontramos ante dos pirámides de población separadas por 58 años de diferencia, comparando la población española de 1960 con la del año 2018 cuya fuente es el INE (Instituto Nacional de Estadística). Este tipo de gráfico de barras permite tener una idea de las características de la población en un determinado momento y lugar. La población aparece separada por sexos y en grupos de edad quinquenales (eje vertical) con su porcentaje correspondiente (eje horizontal inferior). La pirámide en forma de campana de 1960 es expansiva; lo que se traduce que se trata de una población eminentemente joven y con perspectivas de crecimiento que se corresponde con la fase demográfica de transición. En los tramos de edad masculina de 45 a 54 años observamos una ventaja de la población femenina producto de la gran mortalidad masculina que produjo la Guerra Civil y su represión posterior. La base ancha o progresiva responde a una recuperación de la natalidad que algunos autores interpretan como el baby boom posbélico retrasado, gracias al desarrollo económico que se produjo tras el final de la autarquía y del bloqueo internacional. En este sentido, este fenómeno aparece reflejado en los tramos medios (40 años) más anchos de la pirámide de 2018. Continuando con la pirámide de 2018, observamos que presenta un cambio radical con su antecesora. Su forma de urna (contractiva) muestra una tendencia a la disminución de los jóvenes (entrantes muy acusados entre los 0 y los 40 años) y un aumento de la población anciana, a partir de los setenta años, donde aumenta casi un punto porcentual con la pirámide de 1960. Esta pirámide de 2018 es un indicativo de que ha pasado a un régimen demográfico moderno. Cambios sociales como el retraso en la edad del matrimonio, el creciente coste del mantenimiento de los hijos o la incorporación plena de la mujer al mundo laboral y el uso de anticonceptivos explican esta disminución de la natalidad. Por lo que respecta al crecimiento del número de ancianos se debe al avance de la medicina y de las condiciones de vida. En ambos gráficos se observa un ligero predominio de los varones sobre las mujeres. Efectivamente, la tasa de masculinidad es más alta que la de feminidad (entre 101 y 105 nacimientos de niños frente a 100 de niñas). Este hecho se ve compensado en las sucesivas cohortes de la población femenina, que va superando a la masculina e incluso llegan a doblarla en la edad anciana. Las mujeres presentan mayor longevidad que los varones por causas biológicas y culturales (los empleos de riesgo suelen estar reservados a los hombres, las mujeres suelen llevar una vida más saludable…). Ambos fenómenos son de alcance universal.
2. Analiza las consecuencias del cambio de la población española entre 1960 y 2018.
La consecuencia principal es el evidente proceso de envejecimiento de la población española. Al igual que sucede con el resto de la Unión Europea, su causa es doble, por un lado, la baja tasa de natalidad producto del comportamiento maltusiano y por otro, el aumento de la esperanza de vida. Se estima que, en el año 2025, alrededor del 20% de la población española tendrá más de 65 años, porcentaje que se elevaría hasta el 30% en 2050. Otro hecho a destacar es que en las próximas décadas puede aumentar significativamente la población masculina sobre la femenina, debido al incremento de las inmigraciones donde este género es más proclive a desplazarse a otros lugares que el femenino. Las consecuencias de todo ello se cifran en la reducción de escolares en un primer momento y en el peligro de que no se asegure el relevo generacional. El incremento del número de ancianos hará que se tengan que afrontar medidas para incentivar la natalidad y fomentar la política migratoria, pero para ello habrá que crear unas altas tasas de actividad en el país, reduciendo el desempleo. Además, será necesario ir retrasando la edad de jubilación y/o bajar su cuantía para poder mantener las pensiones, ya que su financiación depende de las cotizaciones de los trabajadores en activo. Asimismo, se hace necesario la construcción de infraestructuras sanitarias y residenciales geriátricas para atender a una progresiva población envejecida.
1. Comenta la gráfica.
Nos encontramos con un gráfico lineal, donde, por un lado, se muestra la evolución del índice de natalidad y por otro el de la mortalidad en España desde el año 1940 hasta el año 2015, en periodos quinquenales o lustros. Su fuente es el INE (Instituto Nacional de Estadística). Como se puede apreciar en la gráfica, la natalidad va experimentando un descenso progresivo a lo largo del periodo. Solamente hay un ligero incremento en la década de 1950 hasta 1960 y la de 1995 hasta 2005. Por lo que respecta a la mortalidad, vemos un descenso brusco en el lustro de 1940 a 1945, que se va moderando hasta 1960, en el que empieza un periodo de estabilidad con pequeñas oscilaciones a la baja o al alza. La tendencia de los dos índices es al descenso, pero de manera divergente o diferenciada. La separación más brusca de las dos líneas se produce a partir de 1950 y se prolongará hasta 1975, hecho que nos indicaría un crecimiento poblacional. Esto se produce por el despunte de la natalidad y el brusco descenso de la mortalidad (régimen demográfico de transición). Después de 1975, ambas líneas tienden a aproximarse, indicándonos que las diferencias entre nacimientos y defunciones se están igualando, y casi se producen en las fechas de 1995 y 2015, cuyo efecto es un crecimiento natural, casi nulo (régimen demográfico moderno).
2. Explica las causas y las consecuencias del comportamiento de la gráfica.
En España, el paso de un régimen demográfico antiguo a un régimen demográfico de transición se va a producir por el baby boom que experimenta el país a partir de 1950. Las tasas altas de natalidad se ven favorecidas por el despegue económico que España experimenta en esas fechas, debido al fin de la autarquía económica. La estabilidad laboral, las amplias perspectivas de empleo, el fácil acceso a la vivienda, que favorece la independencia y los matrimonios jóvenes, a lo que se une una legislación que impedía cualquier control de la natalidad prohibiendo el aborto y el uso de anticonceptivos. En cuanto a la mortalidad, las mejores condiciones de vida y la creación de la seguridad social contribuyeron a su disminución; hecho que ha continuado de forma constante hasta la actualidad. La tasa de natalidad experimenta un brusco descenso a partir de 1975. Sus causas fueron los cambios económicos y socioculturales que se dan a partir de esa fecha. La emancipación y el creciente ascenso laboral de la mujer, la crisis económica del país en 1975 y desde 1980, la precariedad laboral y el alto precio de la vivienda con el consecuente problema del retraso en la emancipación juvenil y del matrimonio; a ello se une la despenalización y legalización de los anticonceptivos y del aborto en ciertos supuestos; la escasez de guarderías a precios asequibles; los gastos que conllevan un hijo, así como el deseo de disfrutar de más tiempo libre y nivel de consumo. En los últimos años, también ha contribuido a esta reducción la aparición de nuevas formas familiares, con un aumento de los hogares monoparentales o de parejas sin vínculos matrimoniales. Solamente la inmigración extranjera que se produce en España a partir de 1995 contribuyó a un repunte de la natalidad, que se ha cortado a raíz de la reciente crisis económica desde el 2008. La consecuencia y la previsión de todo ello es el de un envejecimiento progresivo de la población española con una urgente falta de reemplazo generacional (crecimiento natural nulo o negativo) y los consiguientes problemas que lleva acarreados, como la necesidad de una mayor atención sociosanitaria, el pago de las pensiones y la dinámica productiva de la población.
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