11 Dic

El Grito de Edvard Munch: Expresionismo y Angustia en una Obra Maestra

Contexto y Creación

El Grito es una de las obras más icónicas del pintor noruego Edvard Munch. Realizada en 1893, esta pintura al óleo, témpera y pastel sobre cartón es la segunda versión de una obra anterior titulada La desesperación. Munch creó hasta cuatro versiones de El Grito, además de un cartón litográfico. La versión más valorada se encuentra actualmente en la Galería Nacional de Oslo.

Robos y Recuperaciones

El Grito ha sido objeto de varios robos. La versión más famosa fue robada y estuvo desaparecida durante varios meses, pero fue recuperada en perfectas condiciones. Otras dos versiones también fueron sustraídas; una de ellas se recuperó muy deteriorada y descolorida, en condiciones muy difíciles de conservación.

Descripción de la Obra

En la pintura, se observa un puente donde, en primer plano, aparece un personaje con las manos en la cabeza. Más que gritar, la figura parece estar aullando, con la cabeza y el cuerpo deformados. Este personaje está inspirado en la imagen de una momia que Munch había visto en el Museo del Hombre de París, la cual le causó un gran impacto. La momia, de una persona condenada a muerte de una manera brutal, transmite una gran violencia y animalidad que se refleja en la obra.

En segundo plano, sobre el mismo puente, se encuentran unas siluetas que se alejan del personaje principal. A la derecha, se representa el fiordo que baña las costas de Oslo. Aunque Munch no quería dar demasiada atención a esta parte del cuadro para que el espectador se centrara en el personaje del puente, se puede apreciar la silueta de lo que parece ser una iglesia o el Palacio Real de Oslo. Por el fiordo navegan dos embarcaciones, representadas con grandes deformaciones, al igual que el personaje principal. El cielo, de un rojo ácido y anaranjado, parece sangre coagulada.

Inspiraciones y Simbolismo

Para entender la figura, es necesario conocer la imagen de la momia que Munch vio en París. De manera similar, para comprender el cielo, hay que saber que el artista presenció los cambios en el cielo provocados por una erupción volcánica cuando era joven, una experiencia que quedó grabada en su memoria. Munch afirmó que la obra representa una experiencia vital: un día, mientras caminaba por la calle, recordó aquel cielo y pintó cómo lo que para otros era un lugar de belleza, para él era un lugar terrorífico que le recordaba su dura vida.

Composición y Técnica

La composición de El Grito se divide en dos partes diferenciadas por la baranda del puente:

  • Parte izquierda: Predominan las líneas rectas en la baranda, el puente y las figuras. La lejanía de las figuras incrementa la sensación de enajenación y soledad del personaje principal. El camino que se pierde hacia el fondo simboliza el camino hacia la muerte.
  • Parte derecha: Se caracteriza por líneas curvas y sinuosas, al igual que la figura del primer plano.

El personaje principal aparece asexuado, con los ojos desorbitados, la boca abierta y las mejillas hundidas, aullando ante la ansiedad que lo sobrecoge. La naturaleza parece ser solidaria con él: el mar y el cielo tienen colores arbitrarios y estridentes, y se arremolinan como si estuvieran fundiéndose.

La baranda separa los dos ambientes, mientras que el cielo, que parece una ola de fuego, los une. Los colores son arbitrarios y no tienen nada que ver con la realidad. Munch utiliza cuatro colores fundamentales: rojo, naranja, negro y azul. La parte izquierda tiene tonalidades frías, y la derecha tonalidades cálidas, pero enormemente contrastadas.

El dibujo varía dependiendo de cada ambiente. En la izquierda, se basa en líneas rectas, mientras que en la derecha y en las figuras, se basa en líneas curvas y ondulantes, como si la mano del pintor estuviera nerviosa e insegura. La luz es arbitraria, sin un foco definido ni sombras reflejadas.

Conclusión

El Grito de Edvard Munch es una obra maestra del expresionismo que refleja la angustia y la alienación del ser humano. A través de una composición innovadora y un uso expresivo del color y la forma, Munch logra transmitir una experiencia vital que ha resonado con el público durante más de un siglo.

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