06 Oct

El Arte del Renacimiento

La Escultura

El Quattrocento

La escultura italiana del Quattrocento evolucionó inspirándose en los modelos clásicos. El centro artístico se trasladó a Florencia. El primer ejemplo de escultura renacentista es la Puerta del Paraíso del Baptisterio de Florencia, obra de Ghiberti, en la que se esculpen las escenas aplicando la misma perspectiva geométrica que utilizaron los pintores y jugando con la grabación de los relieves. La escultura se caracteriza por la proporcionalidad, retomando el canon de nueve cabezas y el contrapposto, con las piernas abiertas en compás. El mejor ejemplo es el David de Donatello. A finales del siglo se introduce la movilidad y la expresividad. Las técnicas eran la hagiografía y los temas bíblicos, aunque se añadieron el desnudo, la mitología, el retrato de busto y ecuestre. Son importantes los monumentos funerarios y las cantorías. Destaca la tumba de Inocencio VIII en la Basílica de San Pedro del Vaticano. Los materiales destacados y utilizados son el mármol, el bronce, la madera, la piedra, el yeso y la terracota vidriada y policromada.

El Cinquecento

La escultura del Cinquecento se interesa por el naturalismo y el hombre, con tendencia al monumentalismo. Hay predominio de las curvas que recuerdan la escultura griega y la forma serpentinata. Esta escultura se podría definir con la afirmación de Miguel Ángel, que para él la escultura ya está en el bloque de piedra y hay que quitarle la parte sobrante, defendiendo el punto de vista solo frontal. Caben destacar la Piedad Vaticana, el David y el Moisés. Los manieristas utilizan varios bloques, lo que se llama multifacialidad.

La Pintura: De la Norma a la Antinorma

El Quattrocento

Las raíces del arte pictórico renacentista del Quattrocento hay que buscarlas en Giotto, aunque el verdadero renovador de la pintura es Masaccio, con una actitud opuesta a la tradición gótica. La Trinidad de Masaccio recoge las leyes de la perspectiva matemática, que anticipa las soluciones arquitectónicas de Brunelleschi. Los pintores representan el cuerpo humano y el rostro de forma más realista, intentando reflejar los rasgos del retratado. Muestran interés por la naturaleza y el paisaje, así como por el volumen, la perspectiva y los vestidos, que son más elegantes. Las composiciones empiezan a preocuparse por la armonía y, a menudo, se disponen organizadas de manera geométrica en forma triangular. Se tratan mucho los temas paganos. Se da mucha importancia al dibujo y el pintor de esta centuria está obsesionado por la profundidad y el encuadre de las figuras. Las técnicas más utilizadas son el fresco y el temple, y se añade el óleo.

La Pintura Florentina

Aunque la escuela florentina se convirtió en la iniciadora del nuevo estilo con artistas como Masaccio y Botticelli, pronto aparecieron otras escuelas en la península italiana.

La Escuela del Norte

Estas escuelas se ubicaron en Venecia, Mantua y Ferrara, influenciadas por las corrientes nórdicas de Rogier van der Weyden. En Venecia destaca Giovanni Bellini y en Ferrara, Cosmè Tura. La Roma papal se convirtió en centro de arte de diversos artistas.

El Cinquecento

En el Cinquecento se consolidaron algunas técnicas como la pintura al óleo, de origen flamenco, y nuevos soportes, como la tela. Se utiliza el claroscuro, que define el contorno de las figuras a través de zonas iluminadas y sombreadas. Leonardo da Vinci introdujo el sfumato y la perspectiva aérea. Miguel Ángel acentuó el concepto de terribilità en la Capilla Sixtina. Aparece la disputa entre el dibujo y el color. Roma sustituye a Florencia como capital artística. Coincidiendo en el tiempo, en Venecia surge una escuela pictórica muy peculiar con estas características:

  • Pérdida de los contornos del dibujo.
  • Exaltación de la riqueza.
  • Valoración del paisaje y utilización de la arquitectura clasicista.
  • Distorsión de las figuras.
  • Ruptura de la simetría renacentista y utilización de la perspectiva con el punto de fuga fuera del cuadro.
El Renacimiento Nórdico

Cab destacar las escuelas flamenca y alemana. La primera se introduce en el Renacimiento con la figura de Durero. La expresividad y el dramatismo nórdico están presentes en las obras de algunos artistas.

La Pintura Renacentista en España

La pintura española introduce el nuevo lenguaje renacentista a partir de los primeros años del siglo XVI. La pintura flamenca se introduce en la Península con la llegada de artistas flamencos. Los modelos italianos se conocen por la llegada de artistas foráneos. El centro más importante es Valencia.

El Greco: Un Artista Singular

El Greco nace en Creta. Sus inicios se relacionan con la pintura de iconos de la tradición bizantina. Después de su paso por Venecia, viaja a Roma, donde conoce la obra de Miguel Ángel. El Greco se instaló en Toledo, donde no pudo entrar en el grupo de pintores de Felipe II en el plan de construcción de El Escorial. Aunque no se integra ahí, realiza algunas obras para el rey. Fue en Toledo donde se encumbró su obra gracias al gran número de encargos de las instituciones religiosas, entre las que destaca Doña María de Aragón. Su obra pictórica se caracteriza por figuras de canon alargado y formas helicoidales parecidas a una llama. Su tendencia a los colores fríos da lugar a una composición muy personal. Las temáticas de sus pinturas son variadas. Destacan los retratos de Félix de Paravicino.

San Pietro in Montorio

El templete de San Pietro in Montorio es una obra encargada por los Reyes Católicos para conmemorar la Toma de Granada en 1492, levantándose en el lugar donde, según la tradición, fue martirizado San Pedro. Se considera esta obra como el manifiesto de la arquitectura del clasicismo renacentista, dada su pureza de líneas y austeridad decorativa. El templete fue realizado en granito, mármol y travertino, con acabados de estuco y revoco. La edificación es de planta circular e imita a los martyria orientales, pues de hecho es un martyrium. Dispone de una columnata que envuelve a la cella, cubierta por una cúpula semiesférica. Esta columnata conforma un peristilo. También hay una clara referencia a la cultura griega en la forma circular, como un tholos griego. El templete se erige sobre una escalinata seguida de un corto podio, sobre el que se eleva la columnata de orden toscano o dórico romano, rematado por un entablamento dórico. El muro de la cella, con dos cuerpos, tiene un muro exterior decorado con nichos de remate semicircular, de concha de venera, que alternan con vanos adintelados. Esta decoración se dispone rítmicamente, partiendo de la disposición de tres puertas y el altar, situados en los extremos de dos ejes de la planta circular, que se cruzan perpendicularmente a modo de cardo y decumanus; cada paño de muro situado entre dos puertas está ornado a su vez mediante un vano. Justo debajo del altar mayor está la cripta, donde supuestamente estaba clavada la cruz de San Pedro.

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