12 Ago
El Ara Pacis de Augusto
El Ara Pacis se erige sobre una plataforma elevada y escalonada, dentro de un recinto amurallado de 11x10x4,6 metros. Este espacio sagrado, sin techo y con dos entradas, está delimitado por un muro que internamente simula una valla de tablas verticales, coronada por un friso con bucráneos y guirnaldas de frutos y follaje. El exterior de este muro, en su parte inferior, presenta una decoración vegetal de influencia helenística a base de hojas de acanto y fauna variada. Esta ornamentación, en la Roma de Augusto, se interpretaba como una alusión a la Edad de Oro, un ideal de paz que el emperador promovía. La exuberancia floral del relieve es notable en el contexto del arte antiguo.
En la parte superior del muro se representa la procesión inaugural del altar, dividida en dos cortejos paralelos. Magistrados, sacerdotes y miembros de la familia imperial, incluyendo a Augusto, Livia y Tiberio, desfilan para rendir tributo a la paz. Esta escena se inspira en el friso de las Panateneas del Partenón. La escultura se distribuye en dos planos: medio relieve para la primera fila, donde se ubican los personajes principales, y relieve plano para la segunda. Augusto, en particular, destaca al estar rodeado de cabezas. Para dinamizar la composición, algunas figuras caminan mientras otras permanecen estáticas. Las cabezas se muestran en diversas posiciones: de frente, de perfil, de espaldas y en tres cuartos. La presencia de niños aporta un toque pintoresco a la escena.
Flanqueando las puertas, se representan figuras como Marte, Eneas (con un notable parecido a Augusto), la Tierra (Tellus) y Dea Roma.
El Arco de Tito
Alrededor del año 81 d.C., el relieve histórico romano alcanza nuevas cotas con las dos escenas que decoran el interior del Arco de Tito, conmemorando la victoria sobre los judíos. A pesar de su deterioro, se aprecia un uso más sofisticado del escalonamiento de planos, heredado del Ara Pacis. La técnica se refina con el uso de tres planos y la búsqueda de efectos de claroscuro, creando una ilusión de profundidad y atmósfera. Si el Ara Pacis representa el relieve clásico, el Arco de Tito se acerca al estilo barroco o ilusionista.
Una de las escenas muestra la cuadriga triunfal de Tito, coronado por la Victoria. En lugar de la comitiva tradicional, lo acompañan lictores, Dea Roma, el Genius Populi Romani y el Genius Senatus. La ausencia de figuras contemporáneas se debe a la muerte de Tito antes de la construcción del arco, dando origen al relieve histórico-alegórico.
El otro relieve ofrece una visión puramente histórica del desfile, mostrando a los portadores del botín entrando por la Porta Triumphalis, representada en escorzo. En la parte superior se exhiben objetos del botín del Templo de Jerusalén, como la Mesa de los Panes, las Trompetas de plata y el Candelabro de los Siete Brazos.
La Columna Trajana
La Columna Trajana, inaugurada en el año 113 d.C., es un monumento singular sin precedentes, que sirvió de modelo para otras columnas conmemorativas. Su función era triple: marcar el límite del monte excavado para el foro, albergar las cenizas del emperador y celebrar la conquista de la Dacia. Originalmente coronada por una estatua de Trajano, hoy en día la columna está rematada por una estatua de San Pedro.
Sobre un basamento decorado con relieves de armas, la columna presenta una cinta helicoidal de 200 metros de longitud, considerada el relieve más extenso de la Antigüedad. La mitad inferior narra la primera guerra dácica (101-102), mientras que la superior representa la segunda (106-107). La narrativa solo se interrumpe por la figura de una Victoria entre ambas guerras.
Con más de 2000 figuras, el relieve muestra la guerra como una sucesión de acciones de ingeniería, marchas, fortificaciones y retiradas, más que como batallas épicas. La obra destaca por su unidad y originalidad, con un uso magistral de la perspectiva y los escorzos para crear profundidad en un relieve de poco volumen.
La Columna de Antonino Pío
De la Columna de Antonino Pío solo se conserva el pedestal. El relieve principal muestra las efigies del emperador y la emperatriz Faustina, junto a un gigante alado, dos águilas y figuras alegóricas como el Genio del Campo Marcio y Dea Roma. La figura alada, identificada como Aión, el «Tiempo Eterno», porta la esfera celeste y simboliza la influencia del mitraísmo en la Roma de la época.
Otros relieves del pedestal representan «decursiones», ceremonias en honor a los héroes, realizadas por la guardia pretoriana. La inscripción dedicatoria menciona a Antonino Pío y sus sucesores, Marco Aurelio y Lucio Vero.
La Columna de Marco Aurelio
La Columna de Marco Aurelio, inspirada en la de Trajano, narra las campañas contra los sármatas y los germanos. Sin embargo, su estilo marca una ruptura con la tradición clásica, anticipando la estética de la Baja Antigüedad. La obra enfatiza los horrores de la guerra y presenta elementos sobrenaturales, como en el «Milagro de la Lluvia».
Las figuras son más altas y plásticas, con un mayor contraste de luces y sombras. El fondo neutro y la ausencia de elementos paisajísticos contribuyen a una atmósfera más idealizada. El emperador, a menudo representado de frente, se sitúa al margen de la acción, como una figura trascendente.
La expresividad de las cabezas se acentúa, con un énfasis en los ojos y la boca. La Columna de Marco Aurelio representa un punto de inflexión en la escultura romana, alejándose del clasicismo y prefigurando la estética de la Baja Antigüedad.
El Arco de Constantino (Roma)
El Arco de Constantino, a pesar de su tamaño, refleja la decadencia de la escultura romana en el siglo IV. Muchos de sus relieves provienen de monumentos anteriores, contrastando con las figuras rígidas y esquemáticas de los relieves constantinianos. La composición jerárquica, con Constantino en el centro y los súbditos mirando hacia él, enfatiza la sumisión al emperador.
Sarcófagos
Con la popularización de la inhumación en la época de Trajano, los sarcófagos decorados con relieves experimentaron un auge. Los talleres romanos se caracterizaban por el uso del friso continuo y la evolución de los temas representados, desde escenas mitológicas hasta representaciones de la vida en el más allá.
El «Sarcófago Ludovisi» es un ejemplo notable de la densidad y el «horror vacui» que caracterizaron algunos sarcófagos. La figura central, posiblemente Hostiliano, se presenta como un vencedor sin armas, anticipando la iconografía de los emperadores de la Baja Antigüedad.
La elección de los temas en los sarcófagos reflejaba la creciente creencia en la vida después de la muerte, con escenas que evocaban una existencia dichosa en el más allá.
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