09 Jul
Las Elecciones de 1933
El 19 de noviembre de 1933 se celebraron las elecciones, las primeras en que la mujer votó en España. Contaron con una participación del 67,46%, cifra elevada, si se considera que los anarquistas preconizaron la abstención. El electorado se decantó por las candidaturas de la derecha y del centro. La derecha totalizó 204 diputados, de los que 115 correspondieron a la CEDA. El centro obtuvo 168 diputados (102 del Partido Radical) y la izquierda solo 94, de los cuales 64 eran socialistas.
Las razones del triunfo de la derecha fueron muy variadas: la difícil coyuntura económica, el desgaste del Gobierno reformista, la abstención anarquista, la dispersión electoral de la izquierda y el temor ante el incremento de la conflictividad social.
Los Gobiernos de Centro Derecha
El presidente Niceto Alcalá Zamora, receloso de José María Gil Robles, que no se había manifestado públicamente en favor de la República, nombró al radical Alejandro Lerroux como presidente de un Gobierno sin cedistas. El Nuevo Gobierno frenó las reformas del Bienio progresista y concedió la amnistía a los sublevados de la Sanjurjada. La protesta por esta medida provocó la dimisión de Lerroux, que fue sustituido por el radical Ricardo Samper, quien tuvo que hacer frente a la huelga anarquista de Zaragoza.
Octubre de 1934
A comienzos de octubre, la exigencia de Gil Robles de participar en el Gobierno condujo a una crisis gubernamental resuelta con el regreso de Lerroux y la inclusión de tres cedistas en el nuevo ejecutivo. Los planes de alzamiento insurreccional de los socialistas se activaron y el 5 de octubre se declaró una huelga general revolucionaria con desigual incidencia en toda España.
En Cataluña, Lluís Companys (encarcelado), presidente de la Generalitat a la muerte de Macià, aprovechó la oportunidad para declarar el Estado catalán, “dentro de la República federal española”. Sin el apoyo obrero y con la guarnición de Barcelona fiel al Gobierno, la rebelión fue sofocada y el Estatuto de Autonomía quedó suspendido.
En Asturias la huelga general se convirtió en una auténtica revolución social. La UGT y la CNT constituyeron la Alianza Obrera, con un programa revolucionario elaborado por Indalecio Prieto y, desde la cuenca minera, ocuparon Oviedo y buena parte del Principado. Allí los comités obreros organizaron los abastecimientos y los servicios médicos. Las acciones de violencia se multiplicaron.
El Gobierno designó al general Francisco Franco para acabar con la revolución. El Ejército, con secciones de regulares y legionarios, desembarcó en Gijón y se dirigió hacia la zona sublevada. La revolución fue sometida y el 18 de octubre el comité revolucionario se rindió. Hubo más de mil muertos.
Los sucesos de octubre dejaron una honda impresión. Se desencadenó una fuerte represión. Alrededor de 30.000 obreros fueron encarcelados. Largo Caballero fue considerado uno de los principales instigadores de la revolución asturiana. Por ello fue detenido, al igual que Azaña, que había desaconsejado la sublevación. Se suspendió la prensa obrera y los locales de sus asociaciones y partidos quedaron clausurados. La revolución de Asturias costó más de 1.000 muertos.
Inestabilidad Gubernamental y Fin del Bienio de Derechas
Los sucesos de octubre de 1934 provocaron una derechización del Gobierno. Gil Robles, designado ministro de Guerra, promovió una serie de nombramientos, entre ellos el de Francisco Franco como jefe del Estado Mayor Central.
En septiembre de 1935, Alejandro Lerroux dimitió, tras conocerse el llamado asunto del estraperlo (fraude dirigido por dos negociantes extranjeros, Strauss y Perlo, que mediante sobornos consiguieron introducir en los casinos españoles un juego de ruleta inventado por ellos.), en el que estaba implicado. Gil Robles reclamó el poder para la CEDA, pero Alcalá Zamora se negó ante la indignación del líder derechista, que amenazó con apoyar un golpe de Estado militar. El veterano político Portela Valladares accedió a la presidencia del Gobierno para preparar elecciones generales, que fueron convocadas para el 16 de febrero de 1936.
La República del Frente Popular
A la convocatoria de elecciones generales, la izquierda respondió con la formación de un Frente Popular (todos los partidos de izquierda juntos) para presentar candidaturas únicas y con un programa común. El programa de Frente Popular incluía la amnistía para los condenados por los sucesos de octubre de 1934 y la reanudación de las reformas del Bienio reformista.
Tras una campaña electoral muy disputada, las votaciones contaron con una participación del 72% del electorado. Sus resultados evidenciaron la polarización del país, con un triunfo del Frente Popular sobre la coalición de derechas por solo 150.000 votos. Sin embargo, esta escasa diferencia quedó amplificada por la Ley electoral: los partidos del Frente Popular obtuvieron 278 diputados frente a los 214 de la derecha y los 51 de centro y nacionalistas conservadores. Manuel Azaña constituyó un Gobierno moderado de izquierdas, sin socialistas, que propuso la destitución de Alcalá Zamora como presidente de la República. Aceptada por las Cortes, el 3 de mayo Azaña le sustituyó en el cargo y designó a Santiago Casares Quiroga presidente del Consejo de Ministros.
El triunfo de la izquierda aceleró los preparativos de una conspiración militar derechista, coordinada por el general Emilio Mola, gobernador militar de Navarra.
El 12 de julio de 1936 el izquierdista teniente Castillo, de la guardia de Asalto, fue asesinado en Madrid. Como represalia alguno de sus compañeros secuestraron y asesinaron a José Calvo Sotelo, el parlamentario más brillante de la derecha. Sus entierros pusieron de manifiesto la grave tensión existente en España.
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